Ojalá fuera todo tan sencillo como desearlo.
Como ponerle ganas.
Hay cosas que por muchas ganas que le pongas.
No salen.
Escucha las palabras de Roy en forma de podcast en este vídeo:
Si no contemplamos eso.
Si no somos conscientes de que hay cosas que no pueden ser.
Por mucho que te quejes.
Por mucho que vuelvas mentalmente a ese lugar una y otra vez.
Por mucho que intentes arreglarlo.
Hay cosas que se rompen.
Que se terminan o se mueren.
Hay amores que se desvanecen.
Y un día te despiertas al lado de alguien con quien no quieres despertar más.
Y no puedes hacer nada por cambiarlo.
No puedes simplemente desear volver a sentir lo que sentías si ya no lo sientes.
No puedes esforzarte.
Dar oportunidades.
Intentarlo.
Si ya no.
Ese “se acabó”.
Tan duro y tan honesto.
Ese momento en el que decides que todo cambiará.
Que un cuerpo que te acompañaba ya no estará.
Que tendrás que llenar los huecos de sus libros en el salón.
Que ya no habrá ruido en la puerta de al lado.
Que el vacío habitará tu cama.
Aceptar que el amor tiene un fin.
Que nos prometimos muchas cosas.
Que algunas cumplimos y otras fueron un anhelo, un ojalá, imposibles siempre.
Entender que lo compartido nos hace ser las personas que somos.
Que sin los otros hubiéramos sido distintos.
Que no salió mal.
Que salió bien hasta que dejó de salir.
Que nos enamoramos de nuestros propios fantasmas.
Que cambiamos.
Y al cambiar.
Nos separamos.
Una separación es siempre la posibilidad de volver a pensarte en relación al mundo.
A lo que te gustaba antes de.
A lo que te gustará después de.
Porque si algo tiene la vida es que la vida no espera.
La vida sigue.
Llena de personas por conocer.
Por descubrir y por querer.
Llena de historias.
Como las nuestras.
De rupturas.
De besos.
Y de caricias.
Tal vez sea el momento de dejarlo ahí
A veces parece que tienes una relación tú sola.
Que el otro, simplemente, se deja llevar.
Porque nunca propone nada.
Porque nunca intenta romper la rutina con algo de magia.
Porque nunca te ve realmente.
Porque nunca te escucha y solo habla de sí mismo.
Porque no tiene ganas, ni ilusión, ni esperanza.
Porque todo lo critica.
Porque lo que hay en ti es un auténtico rollo para el otro.
Tus amigos.
Tus aficiones.
Tu familia.
Tus sueños.
Tus anécdotas.
Tus miedos.
Porque no le interesa quién has sido, quién eres y quién quieres ser.
Cuando tú das y ves que el otro no da.
Cuando tú tiras y ves que el otro no tira.
Cuando tú estás y ves que el otro no está.
Cuando tú creces y el otro se queda.
Tal vez sea el momento de dejarlo ahí.
De traer la honestidad hasta el borde de los pies.
Y decir lo que ya sabéis.
Que no compartís.
Que no hay.
Que no vais.
Y que hay muchas personas en el mundo.
Como para perder el tiempo.
Con alguien que lo único que va a conseguir.
Es que seas peor.
De lo que eras.
Te soltaré
Soltar.
Dejar ir aquello que nos hace daño.
Desapegarse.
Romper con los vínculos tóxicos.
Con esos lugares en los que la infelicidad nos hizo de guía.
Mandar bien lejos.
Bloquear, eliminar, borrar, hacer desaparecer cualquier forma que tenga la persona de seguir controlándonos.
Recordar quién eras antes de todo.
Quién quieres ser a partir de ahora.
No dejar que nos hagan chantaje.
Que nos hagan sentir mal por elegir lo que queramos elegir.
Que nombren a la familia para que hagamos lo contrario a lo que queríamos hacer.
No permitir que nos manipulen.
Que utilicen las palabras como sogas.
Da igual que se enfaden.
Que te retiren el saludo.
Que te digan que no te van a volver a ver más.
Que has muerto para ellos y ellas.
Si te lo dicen porque no eres lo que ellos quieren y necesitan.
Entonces es que no te quieren en absoluto.
Te mal quieren.
Porque si alguien no es feliz con tu libertad.
Si te prefiere triste pero obediente.
Entonces es que se quiere más a sí mismo.
Y tú solo eres un medio, un instrumento, para que esa persona se sienta bien.
Soltar.
Lanzar todo lo dañino a la mierda sin contemplaciones.
Deshacerse de la culpa de no ser lo esperado.
Lo pretendido.
Lo correcto.
Empezar a vivir la vida que nos debemos.
La que nos corresponde.
Tal vez más solos y más solas, sí.
Pero nuestra.