El confinamiento ha supuesto una limpieza energética y un acercamiento a mi misma. Me doy cuenta de que mi cuerpo responde con contracción a las invitaciones de volver al ritmo social de antes.
Es su manera de comunicarme que necesita que vaya despacio y que sea selectiva a la hora de incorporar estímulos sociales. Si a ti también te ocurre, te invito a seguir mi meditación guiada para acoger tu vida social conscientemente.
Nuestro cuerpo es muy sabio. Sabe lo que necesita en cada momento y lo comunica a través de sus sensaciones. Así nos guía para poner los límites y las prioridades que respetan esas necesidades. Tomar consciencia de ellas es la base para que podamos construir el entorno de bienestar en el que sentirnos equilibrados y el que propicia nuestro desarrollo interior hacia la versión de nosotros más real y poderosa.
El entorno social que elegimos puede tener un gran efecto en ese equilibrio, por eso es importante cuidarlo.
¿Qué significa para ti socializar?
Cuando me hago esa pregunta me doy cuenta de que más allá de mi círculo afectivo más cercano con el que me relaciono de forma segura y libre, sociabilizar para mí puede estar muy ligado a expectativas. Lo que creo que se espera de mí en cada momento para ser aceptada, lo que es adecuado, lo que puede ser percibido como rechazo, lo que puede crear juicios sobre mi...
Todo ello condiciona la manera en la que me relaciono y deja a mis necesidades en un segundo plano y a mi verdad interior arrinconada, lo cual funciona como un alimento tóxico para mi bienestar interior.
Mantener la atención en nuestro cuerpo a la hora de relacionarnos es la clave para tomar conciencia de este tipo de dinámicas y, por tanto, el punto de partida para reconocernos y respetarnos. Además, es una oportunidad de indagación y conocimiento interior preciosa.
Entrenando la escucha al cuerpo iremos entendiendo poco a poco más claramente sus mensajes para ir adaptando nuestra realidad a lo que de verdad nos sienta bien al sociabilizar o relacionarnos: la cantidad de energía o atención que tenemos disponible para cada situación o persona, la manera en que nos gustaría relacionarnos más allá de cómo se supone o se espera que debemos hacerlo.
Este tipo de meditación también nos ayudará a distinguir qué personas sentimos que nuestro cuerpo agradece cerca y cuáles notamos que nos agotan la energía o nos dejan decaídos.
Es nuestra responsabilidad poner nuestros límites para asegurarnos de que respetamos esas necesidades internas actuales, que pueden ir cambiando.
Y es igual de importante que entendamos esos límites no desde la energía de culpa, juicio o rechazo a otras personas, sino desde el respeto a nuestras propias necesidades, la responsabilidad propia y el poder de darle forma a nuestra realidad. Nuestros límites son un sí a nosotros mismos.
Cómo meditar para acoger tu vida social conscientemente
- Siéntate cómodamente con la espalda erguida y poco a poco entra en contacto con el espacio de silencio dentro de ti.
- Toma distancia de tu vida social, visualiza la red de personas que la componen y observa cómo se distribuye.
- Siente tu cuerpo, hazte consciente de cómo te sientes en relación a tu vida social, a la manera en que te relacionas, al tiempo, energía y atención que le dedicas, y a cómo todo ello se relaciona con tus prioridades.
- Deja que aparezcan en tu mente por un instante algunas personas de entre tu vida social. Siente cuál es la respuesta sensorial y energética en tu cuerpo hacia cada persona y hacia la forma en que te relacionas con ella.
- Visualízate como una planta, el tipo que tu elijas. Es tu primavera, estás brotando y estás frondosa. Tienes todo lo que necesitas para ese crecimiento. Siente tus raíces nutridas por la tierra y el agua, siente tus hojas mecidas por el viento, la luz del sol sobre ellas.
Siente la sensación de plenitud en ello.
- Visualiza el entorno ideal para que ocurran estas condiciones, quizás es un bosque, un parque... Visualiza el resto de plantas o árboles alrededor de ti, la cantidad, la cercanía de ellas en relación a ti. Observa tus sensaciones al visualizarte como planta en este entorno ideal.
- Poco a poco vuelve a tu cuerpo físico humano, y visualiza como ese entorno y el resto de plantas se transforman en personas. Sigue siendo el entorno ideal, ahora para tu versión humana. Observa con curiosidad las personas que están presentes, que lugar ocupan y cuál es la manera en que ello apoya tu sensación de plenitud.
- Siente el efecto en tu cuerpo de encontrarte en estas condiciones sociales ideales para ti ahora mismo, las que te nutren. Respira en esas sensaciones.
- Desde ellas pregúntate: ¿Qué puedo hacer a partir de hoy para acercarme un poquito más a esta vida social ideal y nutritiva para mi?, ¿Cómo necesito distribuir mi tiempo, mi energía y mi atención para ello? Siente la respuesta en tu cuerpo y deja que de ella surja una acción a tomar a partir de hoy.
- Cuando lo sientas, abre tus ojos.