Posiblemente hayas tenido la experiencia de que la vida parece ser complicada y de que sus complicaciones te crean mucha tensión física y emocional. Es una experiencia muy común, en su mayoría creada por nuestra mente.
Puede que esa experiencia esté ligada a la creencia de que si no ponemos suficiente esfuerzo en lo que hacemos, el resultado no será válido, o no será suficiente para que otras personas nos reconozcan y acepten.
Puede también que esté ligada a una creencia de que la vida es un duro camino de sufrimiento. O puede que sea otra creencia diferente la que esté tras nuestra experiencia.
Muy a menudo nuestras creencias son el origen de las complicaciones proyectadas por la mente, las creencias limitantes instaladas en ella que dan forma a nuestra percepción de la realidad.
Por eso es tan importante, simplemente, reposar la mente, dejar que sus voces se vuelvan más pausadas y distantes.
Cuando la mente está calmada es mucho más fácil hacernos conscientes de nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones sin quedarnos atrapados en ellos o identificarnos con ellos, sino permitiéndolos que sigan su flujo natural que siempre es transitorio. De esta manera podemos mantener nuestra conciencia en el momento presente.
Shiné es como se llama en tibetano al método de meditación no analítico que consiste en simplemente dejar que la mente repose en calma.
Es una práctica de meditación básica en la que sencillamente descansamos mentalmente, soltando lo que nos mantiene en tensión y permaneciendo presentes en la experiencia interior sin llevar nuestra atención a nada en concreto.
Nada es tan importante como parece
Al permitir que nuestra mente descanse tal y como es desde la presencia y atención consciente y relajada, entramos en un estado de quietud y calma que permite experimentar la simplicidad de sencillamente ser y estar en el momento presente.
Cuando miramos a nuestra vida desde esa simplicidad, podemos apreciar nuestras percepciones con la distancia necesaria para no identificarnos con ellas y con la confusión y complicaciones que han desencadenado. Desde aquí, nuestras percepciones fijas pierden sentido e importancia, ya que nos damos cuenta de que no necesariamente se corresponden con la realidad.
Reposar en simplemente ser mientras mantenemos nuestra atención en la experiencia presente de forma global, sin la necesidad de hacer nada en relación a ella, nos abrimos a un entendimiento más amplio, flexible y ligero que desvanece la confusión de nuestra percepción mental.
Cómo meditar para reposar la mente
- Siéntate con la espalda recta dónde estés cómoda o cómodo. Cierra tus ojos y comienza a relajar tu cuerpo. Deja que caiga y se acomode, que suelte tensiones. Puedes apoyarte en tus exhalaciones para soltarlo cada vez un poco más.
- Deja que tu mente repose y se relaje también.
- Mantén tu conciencia en tu experiencia presente de forma global. Irán apareciendo pensamientos, emociones y sensaciones. Simplemente obsérvalas con distancia.
- Puedes visualizar tu experiencia interior como galaxias que están en tu espacio interno. Observa ese espacio en su conjunto.
- Date cuenta de tu experiencia sin hacer nada en relación a ella. No trates de reprimirla o bloquearla y tampoco la sigas o te enganches a ella. Déjala que esté y que se vaya, consciente de su transitoriedad, permitiéndola ocurrir de forma natural.
- Si te das cuenta de que estás siguiendo tu experiencia o rechazándola, no seas dura contigo misma, contigo mismo. Simplemente tómatelo como un recordatorio para volver a tu observación del momento presente desde la distancia.
- Observa la tendencia de tu mente de perderse en divagaciones y date cuenta de ella para volver una vez más suavemente al aquí y ahora.
- Puedes quedarte en esta meditación tanto tiempo como quieras o volver a ella brevemente a lo largo de tu día.
- Cuando lo sientas empieza a mover tu cuerpo, respira un poco más profundo, masajea tu cara y abre tus ojos.