Existen numerosas variedades de calabaza, con distintas formas y colores. La mayoría presenta una pulpa de color naranja, firme y a la vez muy jugosa. Dentro se hallan sus semillas, que son riquísimas y nutritivas, tanto frescas como secas. La cáscara es gruesa y permite que se conserve y se pueda comer durante casi todo el año.
La calabaza proporciona vitaminas y minerales esenciales sin aportar apenas calorías. Es especialmente rica en el antioxidante betacaroteno, que se convierte en vitamina A a medida que el cuerpo lo necesita. También contiene cantidades significativas de vitaminas C y E, ambas antioxidantes, cuya acción se refuerza con el licopeno, el mismo pigmento que da color al tomate.
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La calabaza le da un empujón a tu salud
Por su composición nutricional, la calabaza es aconsejable en todas las etapas de la vida, sobre todo durante la infancia. Su sabor dulce gusta a los niños, pero no proporciona demasiado azúcar. De hecho, pueden consumirla los diabéticos.
En general contribuye especialmente al buen estado de la piel y los ojos, y de los sistemas nervioso y digestivo. La medicina natural la recomienda para corregir la ceguera nocturna y la fotofobia, para prevenir y tratar afecciones del sistema cardiovascular, como el colesterol alto o la hipertensión. También está indicada para reforzar el sistema inmunitario en su lucha contra bacterias y virus patógenos.
¿Cómo se prepara la calabaza cruda?
Existen muchas recetas tradicionales: pasteles, guisos, sopas, etc. Pero la alimentación viva te ofrece otras posibilidades que te van a sorprender.
- Rallada: sí, como una zanahoria. Aunque te parezca raro, la calabaza se puede consumir cruda. Rallada puede convertirse en un ingrediente más de una ensalada, por ejemplo.
- En zumo: puedes pasarla por una extractora de zumos y obtener el jugoso líquido dulce que puedes tomar solo o combinarlo con manzana, zanahoria, apio, remolacha u hojas verdes, entre otras posibilidades. Experimenta.
- Gazpacho: tritura la calabaza junto con con limón, aceite de oliva, manzana, sal, pimienta, cúrcuma y agua para lograr una sopa fresca deliciosa. Te la recomiendo. Es una de mis recetas de Espiritual Chef, los alimentos esenciales del alma (Ed. Urano).
- En polvo: desécala en el deshidratador o en el horno a la temperatura mínima, luego redúcela a polvo y utilízalo como condimento dulce o decoración.
- En una crema dulce: prepara una crema de anacardos remojados, mézclala con calabaza rallada, azúcar y aceite de coco, un poco de leche vegetal y tritura. Es una crema espectacular: prueba a disponerla sobre una base de almendra y dátiles triturados.