Hay una docena de platos que ocupan el ranking de platos favoritos de la mayoría de la gente. Entre ellos, sin duda, encontraremos las croquetas, la tortilla de patatas o las patatas fritas. Ahora bien, en torno a cada uno de estos platos existen numerosas variedades. Es el caso de la tortilla de patata y la controvertida elección entre la tortilla con o sin cebolla o hecha o poco hecha.

En cambio, por lo que respecta a las patatas fritas, en general, parece que existe una unanimidad más clara. Nos gustan crujientes. Sin embargo, no es fácil conseguir esa textura ideal de crujiente en el exterior y suave en el interior. 

Existen numerosas técnicas para lograrlo, basta con echar una ojeada por las redes para toparse con un amplio abanico de publicaciones en las que podemos encontrar la manera de preparar unas patatas súper crujientes.

El ingrediente que lo cambia todo

Aunque existen muchas posibles técnicas, hay una en la que se emplea un ingrediente muy habitual en la cocina y que está arrasando en los hogares. Se trata de un truco que ya empleaban los chefs en muchos restaurantes y que hace de tus patatas fritas de toda la vida, un plato muy especial. 

La preparación de unas buenas patatas fritas tiene en cuenta muchos aspectos, entre ellos, el corte de las patatas, el tipo de aceite o la temperatura. Cada detalle cuenta para que el resultado final sea uno u otro. 

Vinagres
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En el truco que te vamos a contar, el ingrediente "mágico" es el vinagre. Ahora bien, ¿cómo participa este ingrediente en el cambio de textura de las patatas?

El proceso recomendado para lograr unas patatas fritas perfectas comienza con un remojo en agua fría, preferiblemente con una pizca de sal. Si añades una cucharada de vinagre al agua, la acidez del vinagre ayuda a reducir el almidón de la patata, lo cual es clave para conseguir el toque crujiente al freírlas.

¿Cómo y cuándo usar el vinagre?

Como apuntábamos, el truco consiste en sumergir las patatas, una vez cortadas en tiras, en una solución de agua, sal y vinagre blanco durante unos 10 minutos. Esta mezcla permite que las patatas liberen una parte del almidón y suaviza la pectina de la superficie, haciendo que, al freírlas, se cree una capa crujiente y dorada.

Después del remojo, es fundamental secarlas bien con papel absorbente para evitar que el exceso de agua interfiera en la fritura.

doble cocción

Además de la reducción del almidón gracias a los efectos del vinagre en el agua de remojo, para conseguir unas patatas súper crujientes, los expertos sugieren una doble cocción. En la primera, se recomienda freírlas a baja temperatura para que se cocinen por dentro, dejarlas reposar y, finalmente, darles un segundo golpe de fritura a una temperatura más alta. De este modo, las patatas se hinchan y quedan crujientes sin quemarse.

Patatas en la sartén

Para que unas patatas queden crujientes es clave la temperatura del aceite.

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Este truco es perfecto para aplicarlo a las patatas tradicionales, aquellas que se fríen en la sartén con aceite. Ahora bien, también puedes aplicarlo cuando hagas patatas en la freidora de aire.  De este modo, se obtienen patatas crujientes sin necesidad de tanto aceite, una opción más saludable y ligera que permite disfrutar de las patatas sin sentimiento de culpa.

Más allá de la textura que consigamos gracias a este método, sería buena idea utilizar un aceite de calidad desde el punto de vista nutricional. En este sentido, el aceite de oliva virgen extra es, según los expertos, la elección más saludable.

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