El sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, conocido como SIBO, es una enfermedad poco conocida e infradiagnosticada cuya prevalencia afecta hasta el 15% de la población en EE.UU.
En España son cada vez más las personas que descubren tenerla cuando encuentran que puede estar tras la causa de una disbiosis intestinal, celiaquía, intolerancia a la fructosa,la lactosa o el Síndrome de Intestino Irritable (SII).
Ni la Seguridad Social ni las aseguradoras privadas cuentan con suficientes especialistas dispuestos a detectar un SIBO y hacer las analíticas pertinentes, aunque son los digestivos y alergólogos los que más se ocupan.
Dado que la mayoría de las bacterias están en el colon y en el intestino grueso, tener un SIBO en el intestino delgado (donde se produce la digestión y la absorción de nutrientes) puede arrastrar un rosario de trastornos.
El SIBO y las intolerancias alimentarias
El Dr. Blas López Rueda, urólogo, es un experto en SIBO desde que hace 6 años su hija, intolerante a la fructosa, le pidiera mejorar su salud. Ahora dirige varios grupos de Facebook, un canal de Youtubey la Asociación Española de Pacientes con Intolerancias Alimentarias. Hablamos con él sobre este problema de salud.
–¿Qué causa el SIBO?
–El SIBO se produce cuando las bacterias del colon proliferan hacia el intestino delgado, donde no suelen estar. La causa puede ser la baja acidez en el estómago o una baja movilidad intestinal que impide limpiar nuestro intestino de restos alimentarios y bacterias para que salgan por las heces. Y otra causa puede ser la integridad de la válvula ileocecal que separa el intestino grueso del delgado.
–¿Muchos médicos desconocen el SIBO todavía?
–La Seguridad social no contempla esta enfermedad y la gente se tiene que buscar la vida. Pero gracias a las charlas que doy más médicos se van informando. Queremos meter las patologías de intolerancias alimentarias en la Seguridad Social; por eso sustentamos todos los argumentos con publicaciones científicas, incluso cuando hablamos de medicamentos herbáceos.
–¿Así que no hay una cifra de pacientes con SIBO?
–En España metemos a todos bajo el Síndrome de Intestino Irritable, que decimos que afecta a un 12-14% de la población. Esto serían unos 5 millones de enfermos. Pero si les analizamos estas 40 enfermedades diferentes probablemente solo serían un 1% de enfermos de SII. De esta forma, no estamos diagnosticando muchas otras enfermedades.
Cómo se detecta el sobrecrecimiento bacteriano
–¿Cómo se diagnostica el SIBO?
–Cuando tenemos muchas bacterias en el intestino delgado, estas van a fermentar los alimentos produciendo gases y sustancias que darán lugar a hinchazón, distensión abdominal, diarrea, nauseas, vómitos, gases, reflujo….
Para evaluar si un paciente tiene SIBO, hacemos el test de lactulosa o lactitol. Si hay bacterias en el intestino delgado, producirá gases de hidrógeno o metano, o ambos. En base a esto, ponemos el tratamiento.
El tratamiento para los tres tipos de SIBO
–¿Cómo se combate el sobrecrecimiento de bacterias en el intestino?
–En pacientes positivos al hidrógeno, sería el antibiótico Rifamicina o mix herbales perfectamente estudiados en EEUU como el Fc-cidal y Disbiocide. También se puede tomar solo berberina (4 semanas 1.500 mg/día), un antibiótico herbáceo para combatir la cándida, parásitos y regular la microbiota. O neem o aceite de óregano emulsionado ADP en tabletas.
Pero si el paciente está muy mal, sirven todos estos botánicos a la vez. Hay un segundo tipo de SIBO, que es cuando el paciente es positivo al metano. Usaremos berberina y alicina en dosis altas, herbáceos equivalentes a los antibióticos Neomicina y Rifamicin. También suelo asociar Atrantil con alicina, también para los pacientes de SIBO con sulfuro de hidrógeno. Y cuando hay SIBO de metano y candidiasis: Candibactin AR y Candibactin BR.
El tercer tipo de SIBO es el de sulfuro de hidrógeno. Otra cosa es el SIFO con cándidas a nivel del intestino delgado, que se aborda solo con berberina, y el LIBO, un aumento de la arqueas en el intestino grueso.
–¿Se puede mejorar el SIBO con la alimentación?
–Cuando doy fármacos y herbáceos no doy prebióticos ni probióticos. Y pongo una dieta FODMAP para reducir las sustancias que pueden fermentar, especialmente los carbohidratos digeribles y los no digeribles.
Otra forma de tratar el SIBO es con la Dieta Elemental, que no utiliza ningún medicamento sino batidos con todos los principios activos, todos los macronutrientes y micronutrientes necesarios. Ya están digeridos para absorberse con rapidez, para no alimentar a las bacterias y para que esas se mueran. Pero no sirve para la cándida.
–¿Algo que recomiende no dejarse fuera?
–Yo uso mucho el 5HTP (un precursor de la serotonina, en los pacientes con trastornos digestivos) y naltrexoma a dosis bajas (4,5 mg por la noche) como procinético para incentivar los movimientos y subir el sistema inmune.
Apoyo a personas con intolerancias
–¿Qué misión tienen sus grupos de Facebook?
–Ayudar a buscar diagnóstico o encontrar la enfermedad que produce sus intolerancias. Porque cuando un médico te dice que eres intolerante no te está diciendo absolutamente nada. La intolerancia a la fructosa no es una enfermedad, sino un síntoma de algo que te está produciendo esa intolerancia. Y hay 40 enfermedades que pueden producirla.
–¿Qué enfermedades o factores pueden producir intolerancia a la fructosa?
–Muchas, como la fibromialgia y la cistitis intersticial; por eso habría que tratarlas de otra forma. También la pueden producir un SIBO, celiaquía, parásitos, trastornos de la metilación, enfermedades inflamatorias intestinales, metales pesados...
Una cosa importante que hoy sabemos es que todo intolerante a la fructosa (entre un 5-6% en España) a su vez tiene un trastorno de la microbiota, una disbiosis intestinal a veces muy importante. Tanto es así que, si curamos los parásitos y los daños, ese paciente mejora.
Un problema infradiagnosticado
–¿Es fácil dar con estas enfermedades?
–No lo es. Hay que pensar en ellas. Los médicos no hacen bien las cosas y esto lo digo muy claro. Muchos digestivos no conocen ni creen que exista el SIBO al igual que los parásitos, tan presentes hoy como hace 40 años, aunque ya no son endémicos.
Las pruebas de la Seguridad Social dan un 70% de falsos negativos, pero en las nuevas técnicas de diagnóstico como las de determinación de antígenos y de PCR, vemos que los parásitos son seis veces más frecuentes.
Así se han cronificado causando muchos problemas como la intolerancia a la fructosa, porque afectan a las microvellosidades intestinales, que es donde se producen los mecanismos de la digestión y la absorción de alimentos.
Errores en el diagnóstico de la celiaquía
–¿También detrás de la celiaquía podría haber otra patología?
–Con la enfermedad celiaca se están cometiendo errores muy graves, a pesar de que Sanidad publicó en 2018 un protocolo para los médicos. Pero no se interesan por él y a muchos pacientes con una intolerancia alimentaria les dicen, además, que su sintomatología tiene origen psicológico. A mi hija los gastroenterólogos de mi propio hospital la mandaron también al psicólogo. En cuatro meses perdió 21 kilos; por eso tuve que aprender.
–¿Qué se está haciendo mal con la enfermedad celiaca?
–Lo primero es descartarla en cuanto salen los anticuerpos negativos en vez de seguir el protocolo, que es hacer un test genético. A muchos pacientes se les quita directamente el gluten cuando hay otras enfermedades que producen daños similares. Pero estas técnicas del protocolo no están instauradas en los hospitales de la Seguridad Social.
–Además las intolerancias alimentarias están en aumento...
–Comemos productos procesados con cantidad de químicos nocivos, pesticidas, fosfatos... No estamos comiendo sano, ni de temporada, y no se toma cuchara ni se come la dieta mediterránea auténtica. Algunas generaciones ni la conocen.
Dónde se realizan pruebas de SIBO
–¿Existen laboratorios suficientes en España para hacer estas pruebas?
–Tenemos el Instituto de Microecología y Teletest para la microbiota; Calderón e Isomed para la lactulosa en SIBO; Calderón y Teletest para parásitos. En la Comunidad Valenciana hay uno de los mejores equipos para detectar parásitos, pero ni siquiera lo han puesto en marcha.
Lo ideal sería hacer secuenciación masiva en heces para analizar todas las cepas bacterianas de la microbiota, pero mientras en EEUU cuesta 350 dólares en España solo hacemos PCR buscando el ADN de un número determinado de bacterias. El test de nutrigenética y la zonulina (para medir la permeabilidad intestinal) sí se hacen en España.
–¿Cómo es de grave el problema de los parásitos?
–Son un problema muy serio, igual que la enfermedad de Lyme, pero faltan buenos especialistas. Por eso recomiendo que la gente presione a sus médicos y exija a su hospital que aplique los protocolos.
Teóricamente hay dos parásitos que serían de declaración obligatoria según el último BOE: la giardia y clistoporidium. Pero las comunidades no lo hacen y se lo saltan a la torera. Además, cada comunidad tiene su presupuesto por lo que incluso tendríamos que luchar para introducir estos diagnósticos en cada comunidad.
Los parásitos del agua y los alimentos
–¿Y están relacionados algunos de estos parásitos con cáncer?
–Están relacionados con enfermedades crónicas intestinales pero no todos con el cáncer, aunque hay alguno que parece ser que sí. Los parasitólogos deberían presionar a las autoridades y denunciar que faltan métodos para filtrar el agua y evitar infecciones. Los filtros tienen que tener un determinado calibre, porque los parásitos no se matan con el cloro del agua.
Además, recibimos y comemos alimentos frescos de muchos países donde los parásitos son endémicos y las medidas higiénicas no son las que hay en España, como Marruecos.