No se dice a menudo, pero los pies son fundamentales para la salud y, sin embargo, no se les suele prestar la atención y el cuidado adecuados. A la hora de mimarnos y cuidarnos, solemos comenzar por la cabeza, y los pies quedan para lo último. Esto puede acabar por restar calidad de vida y limitar la movilidad.

Sin embargo, una molestia en esta parte de la anatomía –de gran complejidad, pues los pies están formados por 26 huesos, 19 músculos, 33 articulaciones, gran cantidad de nervios y vasos sanguíneos– puede afectar intensamente a nuestro bienestar.

Los pies son la base del equilibrio corporal

Las extremidades inferiores están preparadas para sostener el peso del cuerpo. «Actúan a modo de palanca y coordinan la actividad de los músculos de la pierna y la estabilidad de la columna. Nos permitieron dar el gran salto evolutivo de cuadrúpedos, con visión casi a ras de suelo, a animales bípedos con mirada hasta el horizonte», explica Darío Fernández, médico de familia en la Clínica Legazpi, puericultor y psicólogo clínico.

Además, cuando el ser humano comenzó a caminar sobre dos pies, se liberaron las manos, lo que nos permitió manipular objetos y dar rienda suelta a la inventiva. El estado de los pies determina cómo al caminar o correr se distribuyen las fuerzas mecánicas del cuerpo hacia las rodillas, las caderas, la espalda y la columna vertebral.

Lo que sucede en ellos afecta a la postura corporal y a lo que sucede en el resto del cuerpo, porque anatómicamente todo está interconectado.

5 cuidados imprencidibles de los pies

«Cultivar la conciencia sobre el estado de los pies ayuda a prevenir lesiones. Se trata de detectar la posición, el movimiento y la tensión corporal a través de nuestros pies, sin utilizar la vista, y reconocer las señales internas para responder de forma coherente a ellas, como por ejemplo, si hay dolor o inflamación», explica Martha Tena, creadora de la metodología Yoga Danza Veda y facilitadora de procesos de transformación psicocorporales.

Unos pies en forma aportan numerosos beneficios al resto del cuerpo, sobre todo por el estímulo que procede de la gran cantidad de terminaciones nerviosas que existen en los pies. Los meridianos o canales energéticos descritos por la medicina china también terminan en los pies, donde hay una gran densidad de acupuntos.

Además de las técnicas terapéuticas podales, también hay cuidados sencillos que se pueden practicar en casa para garantizar la salud de las extremidades con las que caminamos.

«Un correcto aseo diario, que incluya los espacios interdigitales y un buen secado para evitar la aparición de hongos, además de hidratarlos, masajearlos, abrigarlos si hace frío con calcetines de algodón, lino o lana sin costuras y evitar andar descalzo en espacios públicos como las piscinas», explica el médico Darío Fernández.

Este especialista también destaca la importancia de un calzado adecuado para el bienestar podal: «Tiene que ser como un guante: flexible, que no apriete, que sea transpirable y tenga una anchura suficiente, además de que la planta esté acolchada y que el tacón no supere los dos centímetros».

Veamos uno a uno cómo cuidar estos y otros aspectos básicos para mimar los pies y favorecer a través de ellos el bienestar de todo el cuerpo.

1. Los pies necesitan agua: ¡hidrátalos!

La salud de los pies pasa por una correcta hidratación. De no ser así, pueden aparecer escozor e irritaciones.

«Es conveniente darse un masaje diario con crema hidratante y hacer una exfoliación semanal. Si hay una sequedad extrema, es aconsejable aplicar un aceite (de coco o de almendras dulces, por ejemplo), dormir con calcetines de algodón y al día siguiente lavarse los pies y aplicar una crema hidratante», aconseja el médico Darío Fernández.

2. Haz ejercicios.. de pies

Martha Tena, terapeuta que facilita procesos de transformación psicocorporal, ofrece consejos para mejorar la salud de los pies.

  • Lleva varias veces a lo largo del día la atención hacia ellos. Observa cómo está distribuido el peso del cuerpo en las plantas al estar de pie o caminar para detectar las tendencias habituales.
  • Dedica unos minutos a moverlos conscientemente para trabajar su flexibilidad, fuerza y movilidad. Empieza con un movimiento suave, continuo y atento. Termina poniéndote de puntillas varias veces.
  • Abre los dedos como rayos de sol y relájalos hacia la tierra.
  • Equilibra el peso del cuerpo sobre cuatro puntos (en las bases de los pulgares, los meñiques y a los lados de los dos talones) y activa el arco interno (como si quisieras ser más alto).

    3. Elige bien el calzado (y mejor por la tarde)

    El uso de calzado inadecuado afecta a la salud de los pies y provoca juanetes, deformidades en los dedos, inflamaciones y dolor en la planta del pie, las rodillas y los gemelos.

    Otra cuestión a tener en cuenta para garantizar que el calzado elegido sea el adecuado es la hora a la que se compra: «Conviene que sea por la tarde, porque los pies están un poco más grandes. Si se usan plantillas, hay que ponerlas en los dos pies y caminar para probar el calzado. El número a elegir debe ser el del pie más grande», aconseja Fernández.

    La opción del calzado barefoot, como si andaras descalzo

    Con el calzado barefoot es casi como si fueras descalzo porque la suela es fina, muy flexible y se ajusta como un guante. Parece ideal, pero el doctor Darío Fernández explica cuándo es recomendable y cuándo no.

    Es recomendable para reducir la carga sobre la rodilla y favorece una postura natural. La movilidad de los dedos mejora y, al correr, disminuye el riesgo de lesiones si la superficie no es dura.

    Está contraindicado cuando existe alguna anomalía en el apoyo, como en el caso de los pies planos, cavos, varos o valgos (por eso, antes de usarlos, conviene que un podólogo haga un estudio de la pisada). También está desaconsejado si se tienen juanetes, dedo en forma de martillo, pie diabético u obesidad mórbida. No es adecuado para hacer senderismo o para prácticas como jugar al tenis o al pádel.

    4. Masajea tus pies en casa (como un reflejo terapeuta)

    «El contacto con su piel al masajearlos o hacer reflexología (presionando puntos específicos) genera un estado de bienestar que favorece la salud mental, reduce la producción de cortisol (hormona del estrés) y fortalece el sistema inmunitario», explica Eva Fernández, enfermera y reflexóloga podal.

    Esta especialista describe otros beneficios de practicar la reflexología podal: «Mejora el estado de ánimo y la circulación sanguínea, alivia el dolor, aumenta la calidad del sueño, ayuda a la eliminación de toxinas y regula las funciones endocrinas».

    Podemos aplicar esto en casa masajeando los pies con regularidad y favoreciendo el bienestar del cuerpo entero al actuar sobre las zonas reflejas.

    • Reflexoterapia: En los pies se encuentran zonas reflejas que se relacionan con diversas partes del cuerpo. Al presionar con la mano en los puntos y áreas correspondientes se puede actuar sobre los diferentes órganos y sistemas del cuerpo, explica Eva Fernández, enfermera y reflexóloga podal.
    • Parte alta: En los dedos se encuentran los accesos a la cabeza (los senos frontales, el cerebro, los ojos, la nariz y el nervio trigémino).
    • Metatarso: Los huesos largos que conectan con los dedos (metatarsianos) corresponden al tórax (el tiroides, las glándulas paratiroides y el pulmón). La parte media del pie es la zona que abarca desde el diafragma hasta el ombligo (el plexo solar, el páncreas, el corazón, la vesícula biliar y el riñón).
    • Parte posterior: El área del tarso (parte media y baja) encuentra su reflejo en la zona que va desde el ombligo hasta el pubis (el intestino delgado y grueso, la vejiga y la rodilla).
    • Talón: La zona del hueso calcáneo afecta a los órganos reproductores y a la parte baja de la espalda (sacro, coxis, ovarios y testículos, útero, próstata y nervio ciático).
    • Tobillos: El área de los maléolos (tobillo) corresponde a la parte baja de la pelvis (el conducto espermático, los ovarios y el ano).

     

    5. No te olvides de las uñas

    Las uñas también necesitan cuidados para mantenerse sanas. Es mejor no pintarlas todos los días con esmaltes convencionales, que contienen sustancias agresivas (tolueno, formaldehido, ftalato de dibutilo) y pueden afectar a la producción adecuada de la queratina (sustancia de la que se compone la uña). El excesivo uso de los esmaltes puede acarrear falta de hidratación, pérdida de flexibilidad, roturas, grietas, estrías, pérdida del color, hongos y manchas. Para evitarlo, es aconsejable permitir que las uñas descansen entre un esmaltado y otro, así como no pintarlas durante una semana cada dos meses.

    Si las uñas están amarillentas, conviene dejar de esmaltarlas durante unos días e hidratarlas con agua y limón. Ten en cuenta que las lacas oscuras son las que contienen más sustancias químicas.

    En cambio, los esmaltes transparentes con certificación natural o ecológica ayudan a mantener las uñas bien hidratadas y fuertes.

    El corte también influye en la salud de uñas y pies. La forma debe ser recta y no redondeada para prevenir que se encarnen. No hay que limar los costados y conviene utilizar limas de esmeril o cartón, porque las metálicas las debilitan y deterioran.