Por fuera, el paisaje de nuestra vida y el aspecto de nuestro cuerpo van cambiando de aspecto con el paso del tiempo. Pero se diría que en nuestro interior todos llevamos un camino que vamos siguiendo, y cuyas circunstancias se modifican algo más lentamente.
Cada persona modela su mundo interior según sus inquietudes; no hay secretos especiales para cambiar nuestra vida interna, más que el empeño que pongamos por nuestra parte.
Pero los milenarios mantras, fórmulas espirituales que se repiten mentalmente y en silencio, tienen la capacidad de transformar la conciencia y pueden echarnos una mano en ese cometido.
Qué es un mantra: su significado
Mantra es una palabra de origen sánscrito formada por las raíces man ("pensar") y tra ("proteger", "liberar").
De ahí que los mantras más antiguos nos hayan llegado a través del yoga y formando parte de la tradición hindú. Sin embargo, como veremos, también se emplean mantras en muchas religiones, como el budismo, el judaísmo, el cristianismo y el islam.
Estas disciplinas implican tanto a nuestra faceta física como la emocional y la mental, y su fin es la autorrealización. Y así como las posturas de yoga resultan agradables para el cuerpo, porque oxigenan las células y relajan y estiran los músculos contraídos, los mantras tienen el poder de ejercer un efecto de relajación, concentración y bienestar sobre la mente.
Los mantras son agradables de escuchar o de repetir mentalmente para cualquier ser humano dado el estado de paz que generan. Recitados con atención, mejor en silencio, producen una sensación de tranquilidad y armonizan la energía interna.
Un mantra puede resultar de gran ayuda para mantener la mente estable y ecuánime, puesto que proporciona un punto de apoyo que nos estabiliza.
¿Cómo funcionan los mantras?
En la India suele compararse la mente con la trompa de un elefante: inquieta, curiosa y siempre en movimiento.
En los grandes festejos los elefantes engalanados desfilan hasta llegar al templo. Las calles suelen ser tortuosas, con puestos de comida. El elefante avanza con la trompa oscilando de lado a lado, y en un movimiento sinuoso se apropia de un racimo de plátanos y los engulle de golpe.
Luego toma un coco y a continuación se escucha un fuerte crujido. Ninguna promesa o amenaza puede detener su golosa trompa. Pero el sabio domador, si conoce a su elefante, le da una pequeña caña de bambú para que la coja con la trompa antes de partir.
Entonces el animal camina con orgullo, con la cabeza alta, sosteniendo la caña cual tambor mayor con su baqueta. Ya no le interesarán los plátanos ni los cocos porque su trompa tendrá algo a lo que aferrarse.
Con la mente puede suceder más menos lo mismo. La mayoría del tiempo no tiene nada a lo que agarrarse, pero si le proporcionamos un mantra, podemos mantenerla lejos de todo tipo de situaciones absurdas.
Si una persona está enfadada, nerviosa, preocupada, ofendida o acaso asustada puede repetir un mantra hasta que la inquietud disminuya.
El mantra permite estabilizar la mente. Todas esas emociones son energía que fluye en contra nuestra y el mantra puede ayudar a dominarla y reconducirla a nuestro favor.
Cómo usar el mantra: mejor en silencio
Cuando un mantra se repite con regularidad, el desorden mental desaparece. Entonces no hay ninguna inseguridad que llegue a calar en el corazón.
La persona puede enfrentarse a cualquier situación sin abrumarse, incluida su propia muerte. Será capaz de dar lo mejor de sí y se sentirá a gusto consigo misma, sean cuales sean las circunstancias.
El mantra surte más efecto cuando se repite en silencio, con tanta concentración como sea posible. Quizá decir el mantra en voz alta unas cuantas veces ayude a rememorarlo, y es tan rítmico que se puede incluso cantar, como se hace en muchas tradiciones religiosas.
Sin embargo suele recomendarse la recitación mental, sin poner énfasis en el tono o el ritmo.
Todo aquello que distraiga la atención del mantra en sí, como contar, preocuparse por la entonación o relacionarlo con procesos psicológicos, no hace más que debilitar su efecto. Es como intentar nadar el largo de una piscina con un flotador atado a la cintura.
Por eso es más práctico no depender de ninguna ayuda externa, ni siquiera del rosario que se utiliza en muchas tradiciones religiosas, a menos que se tenga ya experiencia con él, Contar o pensar en lo que están haciendo las manos nos mantiene en un nivel más superficial de conciencia.
Un mantra es más que una simple palabra o frase; es una fuerza y, para que esa fuerza pueda eliminar los tabiques de la conciencia y nos deje acceder a nuestros recursos más profundos debe operar desde lo más hondo de nuestro ser. Al principio, por supuesto, el mantra se repite sólo en el nivel superficial de la mente pero, si se practica con regularidad, arraigará en la conciencia hasta convertirse en algo tan natural como respirar.
¿Cómo elegir un mantra?
No conviene cambiar de mantra una vez elegido, pues sería equiparable a intentar cavar un pozo cambiando su ubicación ante la menor contrariedad, o bien tras plantar un árbol reiteradamente sin permitirle desarrollar buenas raíces. Es importante, pues, no precipitarse.
Algunos mantras muy exóticos pueden resultar empalagosos al cabo del tiempo.
Otros concebidos por uno mismo tienen el inconveniente de no haber sido puestos a prueba con los años. Es preferible elegir un mantra con el que muchos hombres y mujeres ya hayan experimentado la unidad de la vida.
Las raíces de un mantra de ese tipo son mucho más profundas de lo que se imagina antes de utilizarlo, y eso es lo que hace posible que crezca en nuestra conciencia.
Un mantra encierra un aspecto devocional que puede desanimar a algunas personas, pero ahí reside parte de su fuerza. En cualquier caso es preciso elegir uno sobre el que no se abriguen reservas.
Cada religión tiene de algún modo sus mantras propios.
- En el cristianismo ortodoxo se repite incesantemente la llamada oración de Jesús: "Señor Jesucristo, hijo de Dios, ten piedad de nosotros", que a veces se reduce a un "Señor Jesucristo". El Kyrie eleison griego y el Gospodi pomilui son sus equivalentes en griego y ruso ("Señor ten piedad").
- En la tradición hindú:
- Rama, Rama, Rama es uno de los mantras más sencillos, poderosos y populares. Deriva de la raíz sánscrita ram (alegrarse). El nombre de Rama significa "quien nos llena de alegría". Se repite para recordar la fuente de gozo permanente que tenemos en lo más profundo de nuestro ser.
- Om namah Shivaya es una súplica al Señor en su forma de Shiva, que encarna el aspecto destructivo de la divinidad y enseña a tomar decisiones sabias en la vida, aunque éstas impliquen cierto sufrimiento.
- Krishna es el dios que protege y salva al universo y significa "el que nos arrastra hacia él". Hare es el vocativo de Hari: "el que nos roba el corazón".
- Om mani padme hum es el gran mantra del budismo tibetano y alude a la joya de la flor de loto que mora en nuestro corazón. Ahí reside el tesoro permanente de la alegría y la seguridad, a la espera de ser descubierto.
- En la tradición judía se repite Barukh ata Adonai ("Bendito seas Señor") para tener presente la fuente de toda la fuerza, el coraje, la alegría y el amor, o bien Ribono shel olam («Señor del universo») invocando su ayuda.
- Bizmilla ir-rahman ir-rahim es un bello mantra musulmán que significa "En nombre de Alá, el misericordioso, el compasivo", que los creyentes ortodoxos suelen pronunciar antes de hablar. Existe en ese sentido un proverbio árabe según el cual cada palabra tendría que pasar tres barreras para ser dicha. En la primera de ellas, el portero pregunta "¿Es cierto?". En la segunda: "¿Es necesario?". Y en la tercera: "¿Es amable?".
Om: el sonido primordial del universo
Hay un verso de las escrituras hindúes según el cual "El sonido que se produce en nuestro interior se conoce con el nombre de anahata (no generado)". Se dice que el sonido generado produce placer, pero el sonido no generado nos acerca a la comprensión suprema del universo.
Los sonidos que produce la música, aunque fantásticos y preciosos, son generados; se crean cuando dos o más partes de un instrumento vibran o friccionan.
Sin embargo, el mantra, el sonido cósmico que se oye en las profundidades de la conciencia, es un sonido totalmente diferente. Es un sonido no creado, eterno.
Cada ser (sea el Sol o un átomo) posee un ritmo propio. De la fusión de estos ritmos innombrables nace un único e inmenso rumor musical simbolizado por la sílaba Om.
Sus tres letras (AUM), pronunciadas en una sola emisión de voz, dan un acorde perfecto.
El pasaje del Evangelio de San Juan: "Al principio era el verbo y el verbo estaba en Dios y el verbo era Dios" tiene un paralelismo casi exacto con el Rig Veda, una de las escrituras hindúes más antiguas, donde se habla de la divinidad no manifiesta, llamada Brahman: "Al principio era Brahman, con quien estaba la palabra, y la palabra era realmente el Brahman supremo".
Esa palabra, el sonido cósmico, no es perceptible por los sentidos. Pronunciar la sílaba Óm o Aum es una forma de evocar la realidad que representa.
Cuando en la tradición zen se pregunta cuál es el sonido de dar palmadas con una sola mano se alude justamente a eso: al sonido que no se genera por contacto.
Hace falta una gran quietud de la mente y una plena concentración en el corazón para acceder a esos estados. Con ellos nos volvemos más adaptables y, como el agua, cabemos en los diversos recipientes con que la vida nos pone a prueba.
La conciencia se torna tan sutil como la niebla que penetra todos los rincones de un bosque. Cuando nos adentramos en la paz y permanecemos en silencio estamos tranquilos, "aquí y ahora". No precisamos nada, y lo único de lo que somos conscientes es de nuestra naturaleza interna, que nos une a los demás seres, humanos, animales, vegetales o minerales.
Entonces podemos dominar los inmensos recursos que hay en nuestro interior para unificar nuestra personalidad y realizar una contribución duradera a la vida, siendo conscientes cada día de cuánto nos aprecian y nos necesitan aquellos que nos rodean.
¿Cuándo usar los mantras?
La meditación requiere un esfuerzo y una voluntad continuada, mientras que el mantra es efectivo por sí mismo, y permite poner vida en los ratos muertos.
Bromeando, puede decirse que es como llamar a Dios a cobro revertido. Le decimos: "No tengo dinero, no me pidas que me someta a ninguna disciplina", y Él, con su infinita paciencia, responde: "No importa, yo pagaré la cuenta. Me basta con que hayas pensado en mí."
- Mientras se espera. Guardando cola, el mantra hace la espera más corta y aporta calma. Antes de una entrevista, un examen o una visita médica puede reducir la ansiedad e incluso la tensión sanguínea.
- Al caminar, sobre todo con ritmo vivo, la cadencia de los pasos, del mantra y de la respiración se armonizan, y con ello el cuerpo y la mente se tranquilizan y cobran vigor. También es compatible con nadar, correr o montar en bicicleta. En breves descansos.
- Al relajar la vista del ordenador, antes de una comida o en cualquier pausa el mantra potencia el efecto relajante.
- Al sentirse mal. Parte del sufrimiento de la enfermedad se debe a pensar mucho en los síntomas. Un mantra ayuda a aceptar la situación y a movilizar las fuerzas curativas.
- Haciendo tareas mecánicas que no requieran plena atención —lavarse los dientes, barrer o fregar platos... — recitar un mantra reduce la dispersión mental y energética.
- Contra el aburrimiento. El silencio y el mantra pueden ser más eficaces que el televisor para afrontar los ratos muertos. Y pueden inspirar acciones creativas o nuevas formas de relacionarse con los demás.
- Cuándo no hacerlo. Las actividades que exigen plena atención no son adecuadas para repetir un mantra. Conduciendo, conversando, recibiendo órdenes, trabajando con herramientas, al leer, escribir o escuchar música no conviene decir mantras.
Libros sobre meditación y mantras
- El libro de los mantras; Eknath Easwaran. Ed. RBA-Integral
- Relatos de un peregrino ruso; Anónimo. JJ. Olañeta Editor
- Cómo practicar la meditación; Centro Sivananda. Ed, RBA-Integral.