La mayoría de las personas pueden afrontar bien el cansancio y la falta de energía que aparecen después de un momento extenuante y estresante. Es lógico que después de un esfuerzo físico y mental, el organismo necesite un tiempo para recuperarse. 

Pero hay un tipo de cansancio que no parece obedecer a un esfuerzo reciente, sino que esta ahí, haciéndose sentir sin una razón evidente. El efecto Zeigarnik puede ser la explicación. 

Por supuesto, existen cansancios que tienen un base fisiológica. Desde una mala alimentación al sobrepeso, pasando por deficiencias nutricionales y enfermedades subyacentes pueden causar cansancio. Por eso siempre es necesario consultar con el médico si el cansancio inexplicable se mantiene durante días. 

Cuando lo que no hacemos es lo que nos cansa

El efecto lleva el nombre de la psicóloga rusa Bliuma Zeigárnik (1901-1988), quien fue una de las primeras en examinarlo y describirlo científicamente.

Su observación inicial parece anecdótica, pero la iluminó: los camareros recuerdan mejor los detalles de los pedidos que aún no se han pagado que aquellos que han cobrado y retirado.

Su conclusión fue que prestamos más atención a las tareas inacabadas que a las completadas. Es decir, nuestro cerebro invierte energía en lo que aún no hemos realizado.  

El efecto Zeigárnik nos desgasta psicológicamente cuando acumulamos temas abiertos, tareas que no acabamos de resolver y concluir. Por tanto, ese cansancio que siente no se debe a lo que has hecho, sino a lo que te queda por hacer. 

 

Un efecto muy actual

Actualmente, en la sociedad actual, plagada de estímulos y caracterizada por la multitarea, el efecto Zeigárnik puede ser bastante común. 

Pueden agotarnos los asuntos laborales pendientes, pero también los mensajes y correos electrónicos a los que no hemos respondido todavía, las citas que tenemos por delante y que quizá aún no tienen fecha, la planificación de los fines de semana y las vacaciones....

Todo se acumula y nos agota por anticipado. El efecto empeora si tenemos que ajustar gastos porque los ingresos son reducidos, o si vivimos situaciones de conflicto en la familia o el trabajo. 

3 estrategias para luchar contra el efecto zeigárnik

Si no queremos que un asunto nos quite energía, lo mejor que podemos hacer es solucionarlo. Pero normalmente no es tan fácil o no depende sólo de nosotros. Las siguientes estrategias pueden ayudar a debilitar el efecto Zeigárnik.

1. Priorizar y eliminar tareas

A algunas personas les resulta útil mantener listas de tareas pendientes para sacar de sus mentes los problemas que les molestan.

Sin embargo, a otras personas les sirve hacer listas porque las tareas no se borran de su mente. En este caso, es necesario priorizar y elegir no más de tres cosas para las que quieran y necesiten encontrar una solución en los próximos días.

2. a veces la procrastinación no es tan mala

Como seres humanos, sentimos la necesidad de dar forma a nuestro futuro y ser conscientes de lo que está sucediendo. Algunas de las cuestiones cotidianas abiertas que nos quitan la energía mental pueden estar relacionadas con esta necesidad, por ejemplo, de saber la hora o el lugar de una reunión.

Sin embargo,hasta qué punto nos preocupan estas cosas es una cuestión de actitud y hábito. Algunas personas tienen una tendencia a posponer las cosas, a no afrontarlas hasta que es absolutamente necesario. Otras se ponen nerviosas si no tienen inmediatamente listo un plan C y D además de los planes A y B. Ambos comportamientos tienen ventajas e inconvenientes y ambos pueden contribuir al efecto Zeigárnik.

Por supuesto, resolver los asuntos cuanto antes parece más adecuado que posponerlos. Sin embargo, a menudo no es posible y también es razonable que las tareas que no son realmente urgentes se dejen tranquilamente para más adelante.  

3. establecer Rutinas para cansarse menos

Si reconocemos temas abiertos recurrentes en nuestra vida cotidiana que nos mantienen ocupados y agotan la energía, puede tener sentido repensar y adaptar nuestras rutinas.

Por ejemplo, si cada día tenemos que preguntarnos qué vamos a preparar para cada comida puede resultar realmente agotador. También cansa programar las actividades del fin de semana.

Para la mayoría de las personas resulta muy útil, práctico y descansado establecer rutinas que cumplimos sin replantearnos a cada momento cada paso que damos.

Un menú fijo para cada día de la semana o hacer cada fin de semana las actividades que ya sabemos que nos gustan  puede hacernos sentir mucho más ligeros. Esto no hace que la vida sea aburrida, puesto que cuando nos interese realmente introducir una novedad podremos hacerlo sin problema.