Estás sentada, frente a tu lista de tareas pendiente, con todo el tiempo del mundo para cumplirla, pero sin ser capaz de empezar. Lo que te falta no son minutos ni horas, sino energía. Estás congelada. Paralizada. A esto se lo conoce como congelación funcional, y es un fenómeno mucho más común de lo que podrías imaginar.

La psicoterapeuta y madre, Niro Feliciano, lo conoce bien. Pese a que tener las capacidades y el tiempo para hacerlo, algo en tu interior te paraliza, y te sientes incapaz de avanzar. Y es que, la congelación funcional no es solo una falta de motivación: es una respuesta al estrés acumulado, a la sobrecarga emocional. Da igual que la rutina y las responsabilidades sigan su curso, el bloqueo que sientes te aniquila. Por suerte, Feliciano tiene algunos consejos para que consigamos identificar y superar esta condición cada vez más común. ¿Quieres saber cómo retomar el control de tu vida? Te lo contamos.

¿Cómo saber si sufres de congelación funcional?

La congelación funcional, traducción del inglés functional freeze, es un estado mental en el que, aunque estés físicamente activa, te sientes incapaz de realizar incluso las tareas más sencillas. Esto sucede por acumulación de estrés o agotamiento, lo que provoca que el cerebro se bloquee y deje de procesar de forma eficaz.

Este fenómeno puede afectar tanto a tu vida personal como a la profesional, y aunque no es un diagnóstico oficial, se ha vuelto un término común para describir la experiencia de sentirse paralizado en medio de la rutina diaria.

Para identificar si estás pasando por un periodo de congelación funcional, hazte las siguientes preguntas:

¿Te sientes abrumada por las tareas diarias?

Si las tareas cotidianas, incluso aquellas que parecen sencillas, como hacer la cama, responder a algunos correos o preparar una comida, te resultan abrumadoras, puede que estés pasando por un estado de congelación funcional.

Por lo general, estas tareas no requieren de un gran esfuerzo mental, pero cuando el estrés se acumula, hasta lo más sencillo puede parecer imposible. Esto sucede porque tu cerebro se encuentra agotado, y la capacidad para priorizar y gestionar tareas se ve afectada por la situación.

Es decir, que, aunque en teoría las podrías hacer sin problema, en la práctica la carga mental es tan pesada que te sientes incapaz de dar el primer paso.

¿Evitas iniciar tareas que sabes que debes hacer?

La procrastinación constante es un síntoma clave de la congelación funcional. Evitar actividades, pese a que sabes que son importantes o urgentes, refleja un claro bloqueo mental. En este estado, aunque sabes que es mejor para ti ponerte a ello, te cuesta horrores dar el primer paso. Tu mente está saturada.

No es pereza, sino una respuesta de sobrecarga emocional y mental. Es probable, de hecho, que solo pensar en esas tareas haga que se dispare la ansiedad, lo que refuerza aún más la evasión. Es un ciclo en el que el estrés por no hacer cosas se retroalimenta, reforzando el bloqueo mental.

¿Te sientes cansada, pero al mismo tiempo, ansiosa e inquieta?

Una de las señales más confusas de la congelación funcional es sentirte, de forma simultánea, agotada y ansiosa. Este estado de “cansancio e inquietud” se activa porque tu cuerpo y tu mente no logran sincronizarse. Por un lado, sientes una fatiga profunda, resultado del estrés acumulado y la falta de descanso mental: por otro, la ansiedad te mantiene en un estado de alerta constante, incapaz de relajarte.

Así que acabas en un estado confuso e incómodo. Quieres descansar, pero tu mente está acelerada y no te permite desconectar del todo. Es como si estuvieras atrapada en un estado de sobrecarga que impide cualquier acción efectiva.

¿Notas una desconexión emocional con las personas cercanas?

La desconexión emocional con familiares, amigos o incluso compañeros de trabajo es otro signo de la congelación funcional. Cuando el estrés y la ansiedad ocupan todo tu espacio mental, las relaciones personales tienden a desmoronarse. Te cuesta participar en conversaciones profundas, te sientes distante y no tienes energía emocional suficiente para conectar.

Esto es muy peligroso, dado que las relaciones interpersonales son la base de nuestra felicidad. Además, a medida que el agotamiento crece, empiezas a evitar hasta las interacciones más sencillas, bien por falta de interés o porque simplemente no te queda energía para mantener una conversación. Esta desconexión se convierte en un círculo vicioso, dado que aislarte solo empeora la sensación de soledad y frustración.

¿Cómo salir de la congelación funcional?

Como has podido comprobar, el estado de congelación funcional es difícil de superar, puesto que es un círculo vicioso de malos hábitos, estrés y ansiedad. Por eso es importante incorporar prácticas que nos ayuden a dejarlo atrás cuanto antes. Para ello, Niro Feliciano nos recomienda lo siguiente:

  • Conectar con la naturaleza. Los estudios demuestran que pasar tiempo al aire libre puede reducir la ansiedad y mejorar el enfoque mental. Incluso unos minutos al día en contacto con la naturaleza pueden hacer una gran diferencia.
  • Incorporar ejercicio a tu rutina. La actividad física, por pequeña que sea, genera una importante liberación de endorfinas en el organismo, mejorando el estado de ánimo. No es necesario que te apuntes al gimnasio si no quieres: una caminata diaria o una sesión de yoga suave en casa puede ser suficiente para salir de ese estado de bloqueo mental.
  • Divide las tareas en pequeños bloques. A veces el peso de todas las responsabilidades nos abruma, por lo que dividirlas en tareas más pequeñas puede ayudar a reducir la carga mental. También puedes probar con técnicas de concentración por bloques, como la técnica Pomodoro, que consiste en concentrarte en una tarea durante unos 25 minutos, seguidos de un descanso breve de 5 minutos.
  • Respiración consciente. Hacer ejercicios de respiración consciente puede ayudarte a reducir considerablemente el estrés y a reconectar con el presente. Prueba la técnica del 4-7-8: inhala durante 4 segundos, mantén la respiración 7 segundos, y exhala lentamente durante 8 segundos. Con solo unos minutos al día de esta práctica, notarás la diferencia.
  • Busca ayuda profesional. Si sientes que la congelación funcional se prolonga y afecta gravemente a tu vida, considera hablar con un psicólogo o terapeuta. A veces, una ayuda profesional y externa puede ser clave para retomar el control y recobrar la motivación.