Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 264 millones de personas en el mundo sufren algún tipo de trastorno de ansiedad. Esto representa el 3,6% de la población mundial. Y las cifras siguen subiendo. Este problema tan extendido, que no deja de crecer desde la pandemia de 2020, tiene, sin embargo, matices y tipologías. Una de las más habituales, y también bastante desconocida por el público general, es la ansiedad flotante.

El Ministerio de Sanidad afirma que este problema de salud mental es cada vez más frecuente entre los españoles, por lo que es hora de que empecemos a prestarle la atención que merece. Pero ¿qué es esto de la ansiedad flotante y cómo saber que la padeces?

¿Qué es la ansiedad flotante?

La ansiedad flotante es un tipo de ansiedad que, a diferencia de otros cuadros clínicos, no está asociada a un desencadenante específico. A menudo se describe como una sensación persistente de malestar o preocupación que suele aparecer sin una razón clara.

A diferencia de otros tipos de ansiedad, que suelen estar asociadas a situaciones específicas (como hablar en público, salir a la calle o volar), la ansiedad flotante se manifiesta en cualquier momento, y puede ser difícil de identificar.

Las personas que la padecen acusan una sensación persistente de preocupación o malestar, que no está ligado a ningún estímulo en concreto. Aparece de repente, sin previo aviso, y aunque no se considera un trastorno como tal, puede afectar gravemente a la calidad de vida de quien la sufre.

¿Cómo saber si tienes ansiedad flotante?

Es importante, antes de entrar en la sintomatología de este tipo de ansiedad, recordar que el autodiagnóstico puede ser peligroso. Para empezar, porque caemos en el riesgo de emitir un diagnóstico incorrecto. Esto puede llevarnos a subestimar la gravedad del problema y a darnos un tratamiento inapropiado. Es por eso por lo que la información que te dejamos a continuación debe servirte únicamente como orientación. Si crees que padeces alguno de estos síntomas, no dudes en pedir ayuda a tu entorno y a un profesional de la salud mental.

Dicho esto, estas son algunas preguntas que pueden ayudarte a saber si padeces ansiedad flotante:

¿Estás constantemente preocupada?

Uno de los principales síntomas de la ansiedad flotante es la constante sensación de preocupación. Esta se puede manifestar por medio de pensamientos intrusivos y recurrentes, que disparan las señales de alarma en la mente, y que causan un malestar persistente.

¿Estás más nerviosa o irritable de lo normal?

El estado de tensión constante en el que te mantiene la ansiedad flotante, puede hacer que acabes reaccionando con más facilidad, que te notes especialmente nerviosa o irritable.

Esto tiene dos efectos importantes sobre la calidad de vida. En primer lugar, empeorará tu percepción de tu bienestar general, dado que incluso los detalles más nimios pueden hacer que aparezcan emociones como la ira o la tristeza. En segundo lugar, estos síntomas suelen tener un impacto negativo sobre las relaciones interpersonales. Es probable que, si los sufres, en tu entorno hayas empezado a escuchar comentarios como “últimamente todo te molesta” o “estás rara, todo te sienta mal”.

¿Te cuesta concentrarte?

La ansiedad flotante, al igual que otros trastornos de ansiedad, puede afectar gravemente a la capacidad de concentración. La mente se activa sin previo aviso y cuesta mantener el foco en una sola tarea. Las preocupaciones constantes y pensamientos intrusivos no permiten que te concentres, y las tareas empiezan a acumularse.

A este síntoma puede acompañarle, en ocasiones, la famosa procrastinación. Evitas ponerte incluso con las tareas más sencillas por miedo a no ser capaz de afrontarlas por la falta de concentración y motivación.

¿Has tenido problemas para conciliar el sueño?

Las preocupaciones no entienden de horarios, así que te acompañan también a la cama y te impiden dormir. Si sufres ansiedad flotante, es posible que últimamente te haya costado más conciliar el sueño, pudiendo, incluso, a sufrir periodos de insomnio.

Puede también que tu sueño se haya vuelto más ligero, que te despiertes de forma constante durante la noche o que te notes especialmente cansada por las mañanas, pese a haber dormido un número de horas aceptable.

¿Te resulta imposible relajarte?

Si estás teniendo problemas de ansiedad, seguro que algún erudito de tu entorno ya ha lanzado ese gran consejo que los ansiosos escuchamos con frecuencia: “tienes que relajarte”.

El problema de la ansiedad flotante es que hace que sea muy difícil, por no decir imposible, que te relajes. Actividades en las que antes podías bajar la guardia, como ver una película o quedar con tus amigas para tomar un café, ahora te mantienen en un estado constante de tensión. No eres capaz de relajarte en ningún momento, salvo que pongas en práctica técnicas de respiración o meditación, que te requieren de un esfuerzo monumental.

¿Tienes de que suceda algo malo?

La ansiedad flotante activa en el cerebro el famoso mecanismo de “lucha o huida”, muy relacionado con los trastornos de ansiedad y los traumas. Este mecanismo hace que tu mente perciba alarmas donde no las hay, haciéndote sentir constantemente en peligro.

Las personas que padecen ansiedad flotante afirman haber pensado, en más de una ocasión, que corrían riesgo de morir sin motivo alguno. Es un miedo racional, que aparece sin previo aviso, y puede llegar a causar ataques de pánico.

¿Limitas lo que haces en tu día a día?

No saber qué produce la ansiedad hace que veamos detonantes en todos lados. Esto puede provocar que te vigiles constantemente, y que, en este estado de hipervigilancia, empieces a evitar incluso aquellas actividades que antes te gustaban, por miedo a que detonen la ansiedad.

¿Qué haces si sufres ansiedad flotante?

Si has respondido que sí a la mayoría de estas preguntas, te recomendamos que acudas a un especialista que pueda ayudarte. Lo ideal es ponerte en manos de tu médico de cabecera y de un psicólogo o psiquiatra que te acompañe en el proceso.

La meditación, los ejercicios de relajación y todo lo que tenga ver con el autocuidado (hacer ejercicio, comer bien, tener un horario de sueño regular, no aislarte, etc.) puede ayudarte mucho a gestionar mejor la ansiedad, pero lo más recomendable es que pidas ayuda a un profesional para poder lidiar con este problema.