La búsqueda de seguridad es constante en nuestras vidas. Ya sea a la hora de tomar decisiones profesionales, sobre nuestras relaciones personales o sobre nuestras propias metas, el deseo de seguridad a menudo nos paraliza, impidiendo que pasemos a la acción. Es así como este impulso, natural y esencial para la supervivencia del ser humano, acaba alejándonos de las oportunidades que nos ofrece la vida.
Sobre esto, precisamente, nos pide que reflexionemos Mario Alonso Puig con la metáfora que te traemos hoy. Basta con que dediques algunos segundos, apenas un minuto, para reflexionar en ella, y tu forma de ver la vida podría cambiar para siempre. Si estabas esperando una señal para pasar a la acción y perseguir tus sueños, aquí la tienes. Esta es tu señal.
La trampa de la seguridad
“Un pájaro sentado en una rama nunca tiene miedo de que se rompa”, empieza Mario Alonso Puig, exponiéndonos esta poderosa metáfora que puede cambiar tu forma de ver las cosas para siempre. “Su confianza no está en la rama, sino en sus propias alas”.
No te adelantes a seguir leyendo. Por ahora, cierra los ojos y visualiza a ese pájaro. Imagínalo posándose sobre cualquier rama, sin darle demasiadas vueltas al asunto. La rama se rompe. Alza el vuelo y sigue adelante. Es una imagen poderosa. Interiorízala.
Esta metáfora nos sirve para comprender algo esencial. Y es que buscar seguridad es una respuesta natural. La evolución nos ha programado para evitar los riesgos que podrían amenazar nuestra supervivencia. Sin embargo, en la vida moderna, este instinto a menudo se traduce en evitar tomar decisiones importantes por miedo al fracaso, a lo desconocido. Así, quedamos atrapados en la famosa “zona de confort”, esperando que llegue el momento perfecto para actuar. Pero, spoiler, el momento perfecto no existe.
El psicólogo Barry Schwartz lo explicaba a la perfección en su libro La paradoja de la elección, en el que explica que las personas posponen las decisiones porque esperan una certeza absoluta que nunca llega. Es este deseo de seguridad el que nos roba la oportunidad de crecer, dado que el crecimiento, igual que la vida en sí misma, implica cierto riesgo.
El poder de la confianza
Al igual que el pájaro de la metáfora de Alonso Puig, debemos aprender a confiar en nuestras alas, y no depositar todo nuestro poder en encontrar la rama perfecta. La confianza no surge de ahí, no es una certeza absoluta de que todo saldrá bien. La confianza reside en saber que, pase lo que pase, serás capaz de enfrentarlo y superarlo.
Por tanto, en lugar de aferrarte a una ilusión de control sobre las circunstancias externas, toca aplicar el famoso “si la vida te da limones”, y empezar a hacer limonada.
Para conseguirlo, un buen punto de partida es el concepto de autoeficacia, que introdujo en el campo de la psicología el experto Albert Bandura. La autoeficacia es la creencia en nuestras propias capacidades para lograr algo. Es clave a la hora de tomar decisiones arriesgadas, pues cuanto más confiamos en nuestras habilidades, menos dependemos de factores externos para sentirnos seguros. Y al contrario de lo que muchos piensan, la confianza en uno mismo no es algo innato. Es algo que debemos cultivar.
¿Cómo desarrollar la confianza para tomar decisiones?
Para poder vivir la vida de forma plena, tomando decisiones que te acerquen a tus sueños, confiando en tus alas, haciendo que te pasen cosas buenas y dejando de buscar “la rama perfecta”, debes trabajar en tu confianza. Y para ello, puedes poner en práctica estos hábitos que refuerzan la autoconfianza y la autoeficacia:
Abraza la incertidumbre. No existe el momento perfecto. La vida está llena de imprevistos, y esperar a que aparezca la situación ideal solo retrasa las oportunidades. Aceptar que el riesgo es parte de cualquier decisión nos libera de la necesidad de control absoluto.
Practica la autorreflexión. Cuando te sientas estancada y paralizada, pregúntate qué es realmente lo que te detiene. Muchas veces, el miedo no se basa en hechos reales, sino en suposiciones y emociones. Reflexionar sobre las verdaderas causas del miedo te permitirá enfrentarlas de forma más consciente.
Toma pequeñas decisiones todos los días. La confianza se construye a través de la acción. Comienza con pequeñas decisiones cotidianas y observa cómo mejora tu capacidad para enfrentarte a decisiones más importantes. El hábito de actuar, sin importar la magnitud de la acción, fortalece tus “alas”.
Reinterpreta el fracaso. Ver el fracaso como una lección es clave. En lugar de verlo como algo negativo, enfócate en lo que puedes aprender de la experiencia. Cada error te hace más fuerte y te enseña cómo mejorar para la próxima vez.