A todos nos has pasado. Las decisiones tomadas no conducen al camino deseado. Cometemos un error. Nos equivocamos. Y llega el castigo: eres inútil, no eres capaz de nada, era obvio que iba a acabar mal, no hay vuelta atrás. Todos estos pensamientos constantes negativos no hacen más que hundirte, no hacen más que enfermarte. Así lo afirma el Dr. Mario Alonso Puig, autor de El camino del despertar y todo un referente en materia de felicidad y salud mental.

Si te has sentido representada en este ejemplo, es que tienes que aprender a hablarte mejor. Te contamos qué dice el experto sobre el poder de las palabras y te ofrecemos algunos consejos para empezar a cambiar tu diálogo interno. Puede cambiarte la vida.

El poder de las palabras

“Eres tú, con tu forma de hablarte, cuando te caes el que determina si te has caído en un bache o en una tumba”, decía William James. Para Mario Alonso Puig se trata de una cita poderosa dicha por uno de los más grandes psiquiatras que ha tenido la humanidad. Porque la forma en la que nos hablamos, al final del día, lo determina todo.

El experto afirma que si cuando cometes un error te llamas fracasada ti misma, te estás enfermando con tus palabras. En cambio, si te dices “oye, lo he intentado”, estás sanando con tu pensamiento, con tu discurso interno. “Las palabras tienen un enorme poder para sanar y para enfermar”, dice Puig, “por eso tenemos que hablarnos con cordialidad y con cariño, incluso en los momentos más difíciles”.

Un discurso interno negativo

Tener un discurso interno negativo podría afectar gravemente a tu salud. Este término psicológico, también conocido como “diálogo interno, autocrítico o pesimista”, puede tener efectos muy profundos sobre tu bienestar. Algunos de los más importantes son los siguientes:

  • Aumento en la ansiedad y el estrés. Cuando te enfocas constantemente en lo negativo y te hablas mal a ti misma, acabas sintiendo un mayor estrés y los niveles de ansiedad se disparan. Las preocupaciones sobre el futuro o el temor a no ser suficientemente buena activan las respuestas del estrés crónico, lo cual afecta considerablemente a tu bienestar emocional.
  • Depresión. Un discurso interno negativo puede conducir a estados depresivos. Pensamientos como “no soy capaz” o “todo va a salir mal” refuerzan los sentimientos de desesperanza e impotencia, que son características comunes en la depresión. Con el tiempo, la autocrítica se convierte en un ciclo de retroalimentación que agrava los síntomas depresivos.
  • Baja autoestima. Este tipo de diálogo interno destruye la confianza y la autoestima, puesto que con el tiempo acabarás internalizando estas críticas destructivas, que acabarán con tu percepción de tu valor y tus habilidades. Con una autoestima baja, es más probable que evites grandes oportunidades o desafíos en tu vida, lo cual limitará tu crecimiento personal y perpetuará el ciclo de la negatividad.
  • Problemas cognitivos. Está demostrado que la repetición constante de pensamientos negativos afecta a la capacidad cognitiva, haciendo más difícil concentrarse, tomar decisiones o ser creativos.
  • Impacto físico. El estrés mental que genera un discurso interno negativo también tiene un impacto físico. Puede aumentar el riesgo de sufrir insomnio, problemas digestivos y enfermedades cardiacas, puesto que el cuerpo permanece en un estado de alerta constante a causa del estrés.

¿Cómo cambiar la forma en la que te hablas?

Por más que sepas y quieras cambiar tu discurso interno, esta no es una misión sencilla. Es importante adquirir hábitos y poner en práctica ciertas técnicas que te permitan cambiar la dirección de estos pensamientos, para que empieces a hablarte mejor a ti misma. Aquí van algunos consejos para conseguirlo.

  • Lleva un diario de pensamientos. Cada vez que notes un pensamiento negativo, anótalo. A continuación, escribe un pensamiento alternativo más equilibrado o positivo que puedas usar para reemplazarlo. Por ejemplo, si piensas que eres mala en tu trabajo, podrías cambiarlo por “estoy aprendiendo y mejorando cada día”.
  • Técnica del espejo. Cada mañana, mírate en el espejo y di en voz alta tres cosas positivas sobre ti misma. Pueden ser aspectos de tu carácter, habilidades o cosas que te gustan de ti.
  • Stop mental. Cuando te descubras a ti misma en una espiral de pensamientos negativos, mentalmente (o en voz alta, si puedes permitírtelo) di “Stop”. Luego redirige tu atención a algo más positivo o productivo. Puedes visualizar una señal de alto, una puerta que se cierra y deja fuera esos pensamientos negativos o un baúl en el que puedes guardarlos bajo llave, para luego lanzarla muy lejos de ti.
  • Practica la respiración consciente. Cuando te sientas abrumada por pensamientos negativos, haz una pausa y realiza diez respiraciones profundas (tres segundos para inhalar, tres segundos para exhalar). Enfócate únicamente en la sensación del aire entrando y saliendo de tu cuerpo. Esto calmará tu mente y te sacará del bucle mental negativo, dándote espacio para replantear el pensamiento.