Todos hemos leído alguna vez el cuento de los peces que buscan el océano, desconociendo que se encuentran en el mismo océano. Algo así sucede con la felicidad que muchas veces imaginamos en otras personas o en lugares distintos al nuestro.

Somos parte de esa felicidad, lo que sucede es que a menudo buscamos lejos lo que tenemos muy cerca. Sufrimos una especie de presbicia existencial.

La belleza del jardín habla de ti, no del jardín

En su libro Divinamente, Vilma Montoliu nos hace la siguiente reflexión: «Cuando paseas y ves un jardín hermoso, la belleza del jardín habla de ti, no del jardín. Porque tienes la sensibilidad de darte cuenta de lo extraordinaria que puede llegar a ser la naturaleza. Todo lo que vemos fuera es un reflejo de lo que tenemos dentro. Por lo tanto, si aprendemos a no juzgar y a enfocarnos en las cosas buenas y positivas, haremos lo mismo con nosotros».

Esta ley del espejo opera en todos los aspectos de nuestro día a día. Nuestra mirada tiñe la realidad que habitamos y determina lo que obtenemos de ella.

Si solo esperas tristeza y decepciones del mundo, eso es lo que obtendrás. Del mismo modo que, si miras el lado soleado de la vida, caminarás la mayor parte del tiempo fuera de las sombras.

Romper con los pensamientos negativos que tiñen tu realidad

¿Cómo podemos escapar del bucle negativo en el que podemos estar metidos y adoptar un enfoque optimista que nos ayude a vivir de forma más luminosa? La autora de Divinamente nos propone cinco pasos:

  • Renuncia a pelear con la realidad. La vida no está hecha para responder a tus expectativas. Fluye con ella y adáptate lo mejor que puedas.
  • Muévete. Lo mejor para desenquistar el pensamiento negativo del cuerpo es moverlo: date un paseo, sal a correr, haz algún tipo de ejercicio, aprovecha para llevar la mirada hacia el horizonte. La inactividad corporal provoca un descenso de la serotonina, una hormona que necesitas para mantenerte alegre y optimista.
  • No te identifiques con tus pensamientos. ¿De quién es la voz que suena en tu cabeza? Tal vez sea el mandato de algún pariente: una madre controladora, un padre malhumorado, un abuelo neurótico… No cargues con patrones adquiridos que te lastran, con nada que no sea tuyo
  • Date crédito. Recuerda todas las veces que te encontraste en una dificultad y pudiste superarla. Lo mismo sucederá ahora. Eres una persona resiliente y encontrarás la manera de seguir adelante.
  • Ponte en el peor de los casos. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Una vez visualizas el worst case scenario del que hablan los norteamericanos, cualquier cosa que ocurra por debajo de ese umbral de fatalidad ya te parecerá positiva. Con todo, te reto a que le des la vuelta a ese pensamiento fatalista y te preguntes: ¿Qué es lo mejor que podría pasar?

La invitación al cambio también puede venir de fuera

Nuestra mente es tan poderosa que genera nuestra realidad. Y como la ley del espejo es bidireccional, a menudo encontramos afuera una invitación a transformarnos por dentro.
En una de sus reflexiones más osadas, Álex Rovira decía: «¿Por qué ser budista cuando puedes ser Buda?».

Con ello el autor de La buena suerte se refería a encarnar aquello que admiramos. No solo a contemplar la luz, sino a sabernos luz. Decirle a la existencia: eres divina. Y como formas parte de ella, empezar a vivir divinamente.

Las palabras que usas también son importantes

¿En qué idioma vives? Las palabras que usas configuran tu realidad, señala Vilma Montoliu en su libro. Cada vez que dices nunca, jamás, seguro, no, nadie… estás cerrando una puerta en tu vida.

En cambio, hay palabras nos abren nuevas posibilidades y horizontes que en lugar de limitarnos . Tal como esta autora declara: «Disminuye el uso de estas palabras tan categóricas y no sentencies las cosas como blancas o negras (…) No usar expresiones categóricas nos ayuda a entablar un mejor diálogo interno y externo».

Con ello, a su vez, damos alas a nuestra realidad, que nunca está terminada porque todo está por hacer.