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Fotografía: Unsplash
4. Soltar
"Quien suelta el cuchillo que mata se convertirá en Buda". Es un dicho budista que simboliza la importancia de soltar, de liberarse de los apegos.
La vida es un camino de una sola dirección, pero hay muchas maneras de llegar hasta el final: caminando, saltando, gateando, arrastrándose, corriendo, a pasitos, a zancadas, a tirones, volando, cavando, fluyendo, buceando… Pero, en cualquier caso, se llega hasta el fin del viaje.
Imagínate viajar cargando con una mochila en la espalda llena de palabras no dichas, historias pasadas y no resueltas y emociones no aclaradas, ancladas en un pasado que ya no tiene vuelta de hoja, imagina una mochila llena de preocupaciones por lo ocurrido y por lo que nos pueda ocurrir en la vida… y todo ello sin darte cuenta de que te estás perdiendo la oportunidad de disfrutar de ella, del presente.
Las historias vividas dejan huellas y cicatrices, especialmente si son duras y dolorosas. Nos marcan y nos condicionan de una manera u otra, igual que las emociones pasadas que capuda uno intenta procesar por sus propios medios y de acuerdo con sus conocimientos. Digerirlas, canalizarlas, a veces ignorarlas o esconderlas, son esfuerzos que se convierten en una pesada carga, tanto mental como física.
Lo somatizamos, lo sobrellevamos, como podemos. Gritemos, lloremos, pataleemos, enfadémonos, pero hagamos las paces con lo que hemos vivido para poder soltar ese lastre que nos ata y nos limita. Para soltar se requiere una gran valentía, una serena conciencia, una decisión firme. Es como saltar al vacío para poder volar y llegar más lejos y más ligero.