Aunque sabemos que nacer y morir forman parte de la vida, la llegada de la muerte siempre nos sorprende. Acompañar al moribundo en esa etapa final, que también cabe ver como preludio de una nueva existencia, es importante tanto en un sentido físico como espiritual.
3 claves para ayudar a un ser querido a despedirse
La muerte es un misterio difícil de entender y aceptar por quien se enfrenta a ella y por quienes se encuentran a su alrededor. La inquietud y el miedo suelen hacer acto de presencia.
Nos alegramos por la llegada de un recién nacido y lloramos desconsolados ante la pérdida de un ser querido. Pero habría que contemplar con ecuanimidad ambos extremos del ciclo vital.
Morir es un hecho natural que nos iguala a todos. Una ley superior así lo dispone y seguramente encierra un sentido.
- Las personas que tienen una fe religiosa o un sentido trascendente de la vida no deberían sentir temor ante el hecho de abandonar el cuerpo físico que les ha servido de vehículo en este mundo, ya que la muerte bien puede significar un nacimiento a otro plano de existencia.
- Quienes sustentan una visión material o biológica de la existencia tampoco deberían sentir miedo. Como afirmó el filósofo Epicteto, la muerte nunca es realmente un problema: mientras permanecemos vivos ella está ausente y, cuando llega, no estamos nosotros.
1. Que no dejen temas pendientes
La persona que se prepara para ese último viaje precisa alforjas bien ligeras. Por eso es bueno arreglar los temas materiales y afectivos. El reparto de bienes mediante el testamento es un ejemplo de lo primero, olvidar viejas rencillas entre familiares o amigos es también importante.
Hacer las paces es fundamental, tanto para el moribundo como para los allegados. Dar las gracias por los buenos momentos o todo lo valioso que hemos recibido a través de la persona querida es igualmente reconfortante para ambas partes.
2. Busca un ambiente tranquilo
La habitación de la persona agonizante debería ser un lugar tranquilo. Conviene hacer los cuidados necesarios con gestos pausados que no perturben al enfermo.
La audición es el último sentido que se pierde, por lo que las palabras dirigidas al moribundo siempre deben ser cariñosas y expresadas con suavidad. Incluso si la persona está ya agonizando, no conviene hablar como si no estuviera, su conciencia está presente y seguramente puede oírnos.
3. Evita los dramas
¿Conviene decirle al enfermo que su fin está próximo? Depende de la persona. Hay quienes quieren saberlo a fin de prepararse, mientras que otros prefieren ignorarlo. Asimismo cabe preguntarse si los a veces imprescindibles cuidados paliativos del dolor deben llegar hasta obnubilar la conciencia.
En condiciones favorables y en ausencia de pánico es recomendable morir conscientemente. Para la mayoría de religiones, especialmente hinduismo y budismo, la actitud en el momento de morir es importante de cara a la futura existencia.
Mantener la serenidad es fundamental en este sentido, tanto para el que parte como para los que se quedan. De manera que conviene que el inevitable dolor no se acompañe de muestras excesivas de desesperación que puedan perturbar la paz anímica de quien se está yendo. Amor y gratitud serán los sentimientos preferibles en tales circunstancias.