Una de las secciones más populares de los informativos de la televisión es la del hombre o la mujer del tiempo. Mientras nos señala un mapa con símbolos, conocemos si hace sol o está nublado, así como la amenaza de tormentas que se aproximan.

Del mismo modo que hay una meteorología externa, también dentro de cada persona el clima es variable. Hay días que amanecemos con nubarrones, mientras que en otros un sol brillante y un azul intenso tiñe nuestro cielo mental. 

El tiempo exterior se puede pronosticar —con mayor o menor acierto— pero no se puede manipular. Y lo mismo sucede a la inversa: el interior no se puede prever, pero sí podemos influir sobre él.

SOMOS ALQUIMISTAS

Samuel Smiles, reformador y escritor, quien en 1859 publicó el libro pionero "Self-Help", decía que: "la alegría ha sido llamada el buen tiempo del corazón". Puesto que esto  tiene mucho que ver con nuestra disposición de ánimo podemos decir que somos alquimistas de nuestro tiempo.

Este editor escocés hacía hincapié en cómo el carácter es más poderoso que el destino, ya que lo que vivimos afuera se prepara en el laboratorio interior que hay en cada persona. En ese sentido, afirmaba que "la esperanza es como el sol, que arroja todas las sombras detrás de nosotros", sin embargo, mucha gente opta por el pesimismo. Volviendo a esto que llamamos el clima mental, Smiles concluía: "la vida tiene su lado sombrío y su lado brillante; de nosotros depende elegir el que más nos plazca".

Tres siglos antes, en el XVI, el poeta chino Huanchu Daoren plasmaba en un bello poema cómo la lente a través de la cual miramos el mundo es la que determina nuestro clima mental e incluso nuestra realidad:

La sustancia de la mente es la sustancia del cielo.

Un pensamiento feliz es una estrella de buen augurio o una nube de felicidad.

Un pensamiento de cólera es una tormenta de truenos o un violento aguacero.

Un pensamiento amable es una brisa gentil o un dulce rocío.

Un pensamiento severo es un fiero sol o una helada de otoño.

¿Cuáles de estas cosas puede eliminarse?

Déjalas pasar a medida que surgen, abierto y sin resistirte,

y tu mente se fundirá con el vasto cielo.

Si puedes procurarte alguna tranquilidad en medio de las prisas,

has de aferrarte a ella previamente cuando estás tranquilo.

Si quieres atrapar algo de calma en medio de la barahúnda,

has de conseguir antes el dominio de la quietud.

De otro modo, cualquiera puede ser influenciado por las situaciones

y sobrepasado por el curso de los acontecimientos.

la meteorología interior

Siguiendo esta lúcida analogía, con nuestros pensamientos determinamos nuestro particular mapa del tiempo, nuestro clima mental y emocional. Por consiguiente, nosotros mismos somos responsables en gran parte de nuestra felicidad o de la infelicidad.

Recuerdo que, en una ocasión, una escritora me dijo: "a lo largo del día puedo tener hasta diez estados de ánimo diferentes". Ciertamente, si observamos nuestra meteorología interior, veremos que puede cambiar según nuestro entorno donde pueden suceder acontecimientos muy pequeños, pero debemos tener en cuenta que también nuestra mirada sobre el mundo provoca auténticas tempestades o hace salir de nuevo el sol.

Como ilustra la popular historia del martillo, el solo hecho de esperar que los demás nos traten mal nos predispone para el conflicto, con lo cual provocamos la famosa profecía de autocumplimiento. En el extremo opuesto, si miramos el lado soleado de la vida, como sugería Smiles, es mucho más probable que tengamos un día brillante. 

Una vez tomamos conciencia de esto, la pregunta es: ¿qué tiempo quieres que haga hoy en tu corazón?