El gran maestro al que nadie quiere es el dolor. Sea físico o psíquico, nos moviliza para buscar cambios, explorar soluciones y eliminarlo de nuestra vida. Sin los mensajes de este guía, no sabríamos descubrir cuándo algo nos perjudica y, por lo tanto, no nos cuidaríamos suficientemente bien. En cualquier ámbito de nuestra vida, crecer es incómodo, pero necesario.
Escucharte y aceptar la incomodidad para mejorar
Como ya dijo el Buda, «el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional».
Ciertamente, es imposible evitar el dolor o la incomodidad, especialmente cuando sabemos que ha llegado el momento de vivir de otro modo. Biológicamente, nuestro cuerpo viene bien equipado para sostener estos avisos y experiencias.
Es la mente la que no quiere saber nada sobre la dificultad, pero es justamente el rechazo o resistencia a la adversidad lo que prolonga el sufrimiento.
A medida que conocemos mejor nuestro organismo, buscamos el bienestar: dormir lo suficiente, beber y comer productos de buena calidad, hacer ejercicio o cuidar de otros aspectos de nuestra vida. El malestar físico o psíquico nos hace ser creativos para salir de la incomodidad. Si adormecemos los mensajes que nos manda el cuerpo o la vida, el sufrimiento está garantizado.
Llegar a sentirse cómodo en la incomodidad
Para resolver los desajustes, es imprescindible reconectar con el cuerpo, aunque, como dice Luke Sniewski, psicólogo neozelandés autor de Somawise, «es un proceso incómodo porque, cuando nos reconectamos con el cuerpo, comenzamos a sentir. Lo sentimos todo. Sentimos mucho más».
Si aceptamos lo que está sucediendo, si dejamos de luchar mentalmente contra ello, el cuerpo también dejará de luchar y, con la relajación, se abrirán nuevas posibilidades. Por eso, el éxito de la mayoría de las terapias físicas o psicológicas depende de si:
- Puedo tomar consciencia de lo que me pasa y de lo que hago.
- Soy capaz de aceptarlo.
- Estoy dispuesto a sentirme incómodo y propiciar el cambio que necesita mi vida.
Como afirma el creador de la psicomagia, Alejandro Jodorowski, «para lograr lo que quieres, aprende a sentirte cómodo en lo incómodo».
Entrenar el músculo del crecimiento personal
En la mayoría de las terapias, el auténtico cambio surge de aprender a sostener y acompañar conscientemente las situaciones de incomodidad, desazón y dolor.
En las medicinas ancestrales se utiliza el poder de la hormesis, es decir, de estimular el cuerpo con un pequeño estrés que le resulta saludable.
De hecho, estos pequeños estímulos de estrés positivo son el fundamento de terapias como el temazcal, los «baños de sudor» de América, de las saunas de Finlandia o de la práctica de sumergirse en agua fría o crioterapia (tanto después de la sauna, como es costumbre en los países nórdicos, como lo que propone el coach holandés Wim Hof, con su método de respiración y exposición al frío extremo).
el secreto está en las pequeñas dosis
La magia se desata cuando hacemos excursiones fuera de la zona de confort, ya sea física o mentalmente.
Tampoco se trata de sufrir, sino de ser capaces de ir un poco más allá de lo acostumbrado. Y eso irá acompañado siempre de pequeñas dosis de molestias e incomodidades. Este es el caso del ejercicio físico y, muchas veces, del entrenamiento mental.
Si, por comodidad o por miedo, perdemos el contacto con el esfuerzo, dejaremos de entrenar el músculo más importante para el crecimiento personal: el de la disciplina y el compromiso que nos permiten crecer.
Esto es aplicable a cualquier área de nuestra vida: sin incomodidad, frustración y persistencia, nunca conquistaremos nuestros propósitos.
Por eso vale la pena que te hagas esta pregunta: ¿Cuál es tu proyecto más importante hoy? ¿En qué necesitas crecer y aprender a sentirte cómodo con la incomodidad de la situación?
El siguiente ejercicio te servirá para acompañarte a ti mismo en la incomodidad de forma amorosa,
ejercita la aceptación de la incomodidad con tu propio cuerpo
- Cuando te sientas incómodo: Dedica tiempo y atención a lo que te está sucediendo. Observa qué partes de tu cuerpo y de tu mente conectan con tu experiencia actual. No juzgues lo que sientes.
- Empieza por concentrarte en la respiración: Simplemente respira y observa la tensión. Ofrécele tu atención para sentir lo que ocurre en tu cuerpo, sin desear que cambie nada en ese momento.
- ¿Qué te quieren decir tus tensiones? Sigue respirando e invita a tu cuerpo a que exprese lo que está retenido en esa parte donde aprecias la tensión. Pídele que te revele qué está ocurriendo allí.
- Puedes acompañar al cuerpo en el reto: Al margen de si has descubierto algo sobre tu incomodidad, agradéceselo al cuerpo y exprésale que estás presente para acompañarle. ¿Cómo te sientes ahora?