Queridas Mentes Insanas,
A esta altura de la película igual ya sabréis que he tenido un accidente de moto. Digo que igual ya lo sabéis porque lo he venido diciendo por tierra, mar y aire, porque cuando una cosa así del cuerpo me duele para mí un buen analgésico es quejarme. Y llevo como 3 semanas haciéndolo como si no hubiese mañana.
El accidente no ha sido gran cosa, no nos pongamos tampoco fatalistas, pero me he quemado una pierna bien quemada. Quemada de estar mareada durante días por el dolor, de tener los intestinos destrozados con tanto antibiótico y de haberle perdido los ascos a unas curas que, la verdad, de bonito tienen poco. Pero la verdad es que en general he estado muy tranquilita y, digo más, he estado de un humor excelente a pesar de tener que hacer reposo y meterme un frenazo en mi recién estrenada post-depresión que menuda pereza me ha dado.
Y he constatado varias cosas, que os propongo así en forma de lista de la compra a ver cómo las véis:
- Que un dolor físico temporal no es un dolor físico crónico
- Que parece una chorrada lo que he dicho pero no lo es, porque si el dolor no es crónico, un dolor físico temporal se acaba.
- Que como sabes que no es crónico, sabes que pasará y volverás a estar bien.
- Que, a diferencia del dolor físico, un dolor emocional jamás lo percibes como temporal.
- Que sabes que una quemada en una pierna, por mucho que duela, dejará de doler. Pero que los dolores emocionales o el sufrimiento mental crees que no acabará nunca.
- Que al creer que no acabará nunca, se te va mucho la pinza. Es mucho más difícil de sostener una cosa que crees que no acabará, que no tendrá salida y que, por tanto, convierte el dolor en una forma de existencia.
Ayer estaba haciendo este tipo de derivas mentales cuando mi amiga Tania Adam me suelta, como quien no quiere la cosa: es que no es lo mismo dolor que sufrimiento, darling. Porque Tania hace estas cosas: estás tú super enfrascada en algo y pim pam, lo soluciona en dos frases.
Eso es: un dolor físico como el mío que, repito, no es crónico sino contingente, que es el resultado de un accidente y que, además, no ha puesto en peligro mi vida de manera inminente es eso: dolor. Aunque sea fuerte, aunque maree, aunque te ponga de mal humor, aunque te determine los movimientos mientras dura, aunque todo eso, es un dolor.
Lo mental y lo emocional es sufrimiento. Y es otra cosa. Porque ahí te anula por completo, porque no está localizado sino que lo incluye todo, lo invade todo. Porque no le ves salida ni mejora.
Y tal vez sea otro nivelón porque todas tenemos historias de dolor que pasa, tipo cómo duele parir pero se pasa, cómo duelen las muelas cuando duelen, pero pasa, pero casi no tenemos experiencias de sufrimiento porque nos las callamos. No las compartimos. Y porque nos alejamos de la gente que sufre, en parte porque no sabemos qué hacer con ese animal tan raro que es el sufrimiento. Y ese apartarnos nos impide adquirir la experiencia de que el sufrimiento también pasa.
A veces pasa porque es temporal, a veces pasa porque aprendes a vivir con él. Y porque sabemos cuál es el decorado del dolor (hospital, tiritas, desifectante, muletas, pastillas y todo eso) pero tenemos muy pocos decorados, muy pocos rituales comunitarios para el sufrimiento.
Y nada, aquí lo dejo, pero volveré que la cosa tiene miga.
¡Feliz semana, Mentes!