La felicidad no es algo inherente, es algo que se construye. Son mucho los psicólogos y expertos en salud que lo aseguran. Para ser felices, debemos entrenar a nuestro cerebro, adquirir hábitos que refuercen nuestro bienestar físico y mental. Y al igual que hay hábitos que pueden hacernos felices, los hay que hacen justo lo contrario.

Así que si consideras que eres una persona infeliz (o que no eres tan feliz como te gustaría), puede que estés repitiendo alguno de estos malos hábitos. Según la psicología, los más habituales en la mayoría de nosotros son estos:

Compararte constantemente con los demás

Sí, vamos a empezar hablando de las redes sociales, porque son el escaparate con el que todos nos comparamos de forma diaria. La comparación puede parecer, en principio, un comportamiento inofensivo. ¡Incluso enriquecedor, si lo usas para mejorar! Pero en realidad, es uno de los mayores generadores de insatisfacción a los que nos enfrentamos en la vida.

Al fijarnos en las vidas de otros, tendemos a ver solo sus aspectos positivos (las redes ayudan mucho a esta selección positiva). Es decir, que obtenemos una visión distorsionada de la realidad. Nos olvidamos de que en realidad todos, y sobre todo en redes, mostramos solo nuestros hightlights, nuestros mejores momentos y cualidades.

Así que, si nos medimos con estos estándares externos irreales, pasamos por alto nuestro propio progreso, valor y crecimiento. Y esto, sin duda, alimenta la insatisfacción y la infelicidad. 

Olvidarte de tu autocuidado

No hay nada más importante que el autocuidado para mantener el equilibrio mental, emocional y física. Si te descuidas a ti misma, porque no tienes tiempo o no lo consideras tan importante, empezarás a acumular efectos negativos casi sin darte cuenta. No te preocupas de dormir lo suficiente, así que estás cansada todo el día. Comes lo primero que veas por casa, así que acabas sintiendo fatiga y molestias estomacales. No te das ni un segundo para hacer lo que amas, y acabas enferma de estrés.

El autocuidado es esencial en la vida, porque significa cuidar de ti misma, conectar y disfrutar de la vida. Sin estos momentos de pausa y reflexión, es fácil perder el foco, dejar de ver tus prioridades y perder el contacto con aquello que te hace feliz.

Vivir bajo las normas del condicionamiento social

El condicionamiento social es el conjunto de creencias, normas y valores que aprendemos desde pequeños a través de la familia, la cultura, el entorno y la sociedad. Es como un “molde invisible” que influye en cómo pensamos, sentimos y actuamos. Este condicionamiento nos enseña lo que es aceptable y lo que no, pero también nos limita al imponernos estándares que pueden no alinearse con lo que realmente eres o quieres en la vida.

Si permites que estas normas dominen tu vida, sin cuestionarlas, puedes terminar viviendo una vida que no será auténtica ni satisfactoria. Y es que vivir bajo las normas que otros han diseñado solo genera una lucha constante por cumplir expectativas externas, aumentando el estrés y desconectándote de tu verdadero yo.

En el proceso, perderás la valiosa oportunidad de explorar caminos que podrían haber sido mucho más enriquecedores para ti.

Eludir la verdad cuando es incómoda

Es un hecho: a veces la verdad puede ser realmente incómoda. De ahí que existan las famosas “mentiras piadosas”, que nada tienen que ver con la piedad. Porque lo más saludable, lo que realmente puede hacernos crecer, es la verdad.

Evitar enfrentarte a verdades incómodas puede parecer una solución fácil en el momento. Se suele decir que es más fácil ser feliz en la ignorancia. Pero a largo plazo, esto solo hará que se perpetúen problemas que te harán crónicamente infeliz.

Las verdades incómodas tienen valiosas lecciones que, si se ignoran, pueden transformarse en obstáculos. El miedo a confrontar estas verdades solo hará que se te acumule la tensión y la ansiedad. Además, al evitar estas situaciones, te estancas emocionalmente y limitas tu capacidad de crecimiento personal.

Quitarle valor al fracaso

Seguro que te estás preguntando, ¿es que el fracaso tiene algún valor? Y lo cierto es que sí. Ver el fracaso como algo puramente negativo te priva de las lecciones que este te ofrece. Los errores y tropiezos son parte integral del crecimiento, pero al evitarlos o ignorarlos, permites que el miedo siga limitando tus oportunidades.

El fracaso es esencial para cultivar la resiliencia, la más valiosa de las habilidades humanas. Aprender a levantarse, a seguir adelante, aún más fuerte, es esencial para la vida. Para todos los aspectos de la vida. Porque las cosas no siempre van a salir mal. Ahí fuera, esperan cosas que asustan, cosas que hacen daño. Aceptarlo y saber que no pasa nada por fallar, que de cada error se puede aprender, es esencial.

Como decía Mario Alonso Puig, cuando un pájaro se posa sobre una rama, tranquilo, no confía en la estabilidad de la rama. Confía en sus alas. Y es eso, precisamente, lo que necesitas hacer tú: confiar en tus alas para saber que los fracasos no te debilitan, sino que te fortalecen.