Estamos acostumbrados a ver caras continuamente. Pero nada más sorprendente que contemplar cualquiera de ellas como si fuera la primera vez que lo hacemos, con calma, sin pensar nada concreto, simplemente observando. Comprobamos que lo físico y psicológico se unen formando una especie de pantalla que refleja la vida interior, con sus expectativas, miedos y alegrías. En efecto, la cara es el espejo del alma, la síntesis de lo que somos: a la vez seres materiales y espirituales. La palabra semblante indica esa posibilidad de vislumbrar lo interior desde fuera, la expresividad en suma.
Por tal motivo, podría afirmarse que la cara es un privilegio humano. En un sentido estricto los animales tienen rostro –con hocico, morro, pico o trompa–, pero no propiamente cara, y las plantas, solo cuerpo.
Todo se refleja en la cara
Y en la cara se reflejan asimismo las tres partes del cuerpo:
- La frente y los ojos se relacionan con las funciones del cerebro.
- La zona de la nariz con el tórax, sede de la respiración y la circulación.
- La boca y mentón con el abdomen, ligado al aparato digestivo y la zona genital.
Esos tres niveles del rostro corresponden, dentro de la esfera psicológica y de arriba a abajo, respectivamente a la razón, las emociones y los instintos. Teniendo este esquema presente, constatamos que la nariz se halla situada justo en medio de la cara y por tal motivo ligada especialmente a lo emocional, pero participa a la vez del nivel intelectivo e instintivo.
Por este motivo se dice de alguien perspicaz, que capta las cosas intuitivamente, que "tiene buen olfato". La nariz participa de manera decisiva en la dinámica de la voz, a modo de caja de resonancia. Igualmente lo hace en relación a la percepción del sabor de los alimentos. Por eso cuando estamos resfriados nos cambia el timbre de voz y nos parece más insípida la comida.
La nariz es una antena emocional
El olfato es, después del tacto, el primer sentido que se desarrolla en el feto a las nueve semanas de gestación, si bien no asumirá la plena función hasta que el recién nacido tome contacto con el aire exterior.
Podemos detectar más de diez mil olores distintos. Se calcula que puede haber hasta 50 o más sensaciones primarias olfatorias, en contraste con la existencia de solo tres sensaciones primarias del color y cuatro del sabor. A través de cada inspiración, diversas moléculas penetran en las fosas nasales desencadenando el mecanismo de la olfacción.
Si acerco una flor a la nariz, moléculas de perfume desprendidas de la planta son absorbidas por células especiales de la mucosa nasal que están provistas de pelos microscópicos llamados cilios. Cinco millones de estas células envían las señales hasta el centro del olfato (y el gusto) del cerebro para que podamos suspirar diciendo "me encanta". Pero explicar un olor es una de las cosas más difíciles. El motivo es que los olores penetran directamente, sin pasar por el filtro racional, hasta las estructuras más primitivas del cerebro, el denominado sistema límbico, la zona que controla las emociones y los estados de ánimo.
¿El órgano vomero-nasal huele el amor?
En medio de la mucosa nasal existe un pequeño órgano llamado vomero-nasal y también órgano de Jacobson. Desempeña un papel muy importante en los animales, y nada demuestra que no esté activo en el ser humano. Su papel sería captar las feromonas masculinas y femeninas presentes en el medio y emitidas, entre otras, por las glándulas sexuales y sudoríparas.
Estas feromonas estimularían los receptores de este órgano, el cual transmitiría un mensaje especial al cerebro: la posible atracción sexual hacia determinada persona. Se ha demostrado en este sentido que las mujeres suelen sentirse atraídas por el olor corporal de hombres cuyos genes difieren más de los suyos, lo que aseguraría una mejor descendencia.
Aromas sagrados
La repercusión psicológica de los olores ha sido utilizada desde antiguo con fines religiosos, como ofrenda a la divinidad en los templos, o terapéuticos. Chinos, egipcios, indios y otros pueblos supieron emplear la "osmoterapia" para tratar diversos problemas. Grandes médicos de la antigüedad, como Galeno o Celso, utilizaron las esencias olorosas para tratar enfermedades. La aromaterapia del siglo xx retomó el hilo de esa antigua tradición y hoy sabemos que los aceites esenciales de las plantas provocan efectos indudables sobre el cuerpo y la mente.
La forma de la nariz varía en cada persona. Depende de la raza, siendo el clima en este sentido un factor determinante (el frío precisa fosas nasales estrechas para calentar el aire mejor, mientras que para el calor es preferible que estas se ensanchen). Se modifica con el paso del tiempo, y es pequeña y redondeada en los bebés. También depende del sexo, en general la nariz masculina es más grande que la femenina.
La fisiognomía es una antigua ciencia que busca relacionar las formas corporales y especialmente el rostro con determinadas tendencias psicológicas. Claro que la nariz es solo una pieza del conjunto, pero importante al establecer la línea dominante del perfil de la cara.
Se considera que una nariz armónica tiene una longitud igual a la de la frente. Algunos afirman que una nariz larga expresa un predominio en la persona de racionalidad, orden, perseverancia y a veces testarudez; mientras que si es corta denota una persona intuitiva, impresionable, amable pero un tanto caprichosa e inconstante. Hay muchos ejemplos que a menudo corrobora la experiencia.
- La nariz aguileña suele expresar autoridad y encontrarse en líderes ambiciosos y tenaces.
- La nariz respingona puede indicar una persona apasionada y afectiva, a menudo del sexo femenino.
- Con nariz grande y puntiaguda suele representarse al avaro insensible.
- Y al diablo siempre se le pinta con una nariz deforme a semejanza de los sátiros grecolatinos y denotando así un rostro inarmónico y amenazador.
Claro está que hay que ver la persona al completo y no olvidar que ciertas tendencias, digamos negativas y que se traslucen en la cara, pueden ser reorientadas espiritualmente. No todos los santos tienen necesariamente rasgos angelicales.
La respiración y el Prana
¿Por qué la nariz tiene dos fosas nasales? Quizá podría cumplir sus funciones con un orificio único al igual que la boca, pero no es así. Si aceptamos, como hacen varias tradiciones espirituales, la existencia de un cuerpo sutil energético que da origen al cuerpo físico visible, tal vez podamos entender mejor este misterio.
Según el sistema tántrico hindú y budista, el cuerpo sutil consta de numerosos canales (nadis) que distribuyen el prana o energía vital. Los más importantes serían tres: uno central (sushuma) que sigue el eje vertical del cuerpo y en el que se localizan diversos centros energéticos (chakras), y otros dos a ambos lados. A la izquierda estaría el canal femenino o "lunar" (Ida) y a la derecha, el masculino o "solar" (Pingala).
Estos canales laterales terminan justamente en las respectivas fosas nasales. De manera que la nariz comunica directamente el cuerpo sutil con el cuerpo denso o material. De ahí la importancia de la respiración no solo como captación de oxígeno, sino también de energías más sutiles.
Como podemos comprobar fácilmente tapando una u otra de las fosas nasales, no solemos respirar con ambas a la vez, sino que predomina la entrada de aire solo por una de ellas. Esta lateralidad se va alternando cada 90 minutos aproximadamente. Cuando se hace a través de la fosa izquierda se activa especialmente el hemisferio cerebral derecho (emocional) y si es a través de la fosa nasal derecha lo hace el izquierdo (racional). Cuando la respiración es por ambas fosas nasales, corresponde al canal central y se da un estado de equilibrio.
La respiración va unida a la mente. No puede haber respiración sin pensamientos, ni viceversa. Por eso cuando estamos nerviosos respiramos deprisa y agitadamente. Por el mismo motivo, podemos apaciguar la mente simplemente respirando de forma más pausada. Cambiar voluntariamente el ritmo y profundidad de la respiración, como hace el pranayama, permite modificar los estados mentales y emocionales, e incluso curar ciertas enfermedades. Se utiliza en este sentido por la medicina ayurvédica de la India.
El simbolismo de la nariz y sus funciones abarca tanto aspectos materiales como de índole espiritual. En el libro del Génesis, la creación de Adán se relata de manera simbólica como formado del polvo de la tierra sobre el que Dios insufló el Espíritu: "sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un alma viviente".
Espíritu y materia
La palabra griega que corresponde a espíritu es pneuma, que literalmente significa "aire". En la mitología hindú se explica la creación del cosmos mediante la imagen de la "respiración de Brahma": expansión y retracción del universo siguiendo el ritmo inspiración-espiración divinos. También en nuestro caso, cada inspiración equivale a un "nacimiento" y cada exhalación a una "muerte", que se van repitiendo cíclicamente.
La nariz parece destinada a ser una especie de cruce de caminos, uniendo lo superior con lo inferior, lo interno con lo externo. Nos relaciona así con los ritmos individuales y cósmicos, al estar íntimamente relacionada con el aparato respiratorio y el cardiovascular.
Se trata también de una suerte de órgano de orientación. A través de los olores, agradables o nauseabundos, nos ayuda a escoger alimentos y evitar peligros. Quien sabe si las simpatías o antipatías espontáneas que se dan entre las personas no obedecen a criterios olfativos, físicos o sutiles.
La forma de la nariz guarda estrecha relación con el resto de la cara y con la psicología de la persona. Por eso no sería de extrañar que ciertas rinoplastias más o menos caprichosas llevadas a cabo por la cirugía estética no modificaran a su vez en cierta medida la parte anímica de quien se somete a ellas.
El apéndice nasal cumple igualmente una función protectora. Por un lado, y sean cuales fueren las condiciones atmosféricas, hace que el aire inspirado llegue a los pulmones con la tibieza y humedad ideales. Asimismo, filtra impurezas y elimina microbios. Por eso es recomendable respirar por la nariz. Vemos que la nariz no es algo de escasa importancia y bien merece que hayamos recordado el significado de algunas de sus funciones.