E l neurocientífico David del Rosario vuelve a sumergirnos en los secretos sobre el funcionamiento del cerebro con su nuevo libro Tú has escrito este libro (Ed. Diana), en el que nos cuenta las bases para aplicar la neurociencia en el día a día, con el fin de mejorar el bienestar de las personas.

El cerebro es ese gran desconocido sobre el que la neurociencia ha descubierto que tan solo captamos un 0,5% de la información que denominados realidad y que nos conecta con nuestra consciencia. El restante 99,5% se nos escapa de las manos. 

-De entrada, me llama la atención el título del libro. ¿Por qué yo lo he escrito?
-La ciencia nos ha enseñado que el mundo no es más que un conjunto de recipientes vacíos que cada cerebro llena de significado personal. Esta reflexión, que para nosotros en neurociencia es el pan de cada día, la quise plasmar en el título para que la gente tomara conciencia de que son ellos quienes van a encontrar su propio significado y que eso no tiene nada que ver conmigo. Esto me parece algo liberador.

Desde que aplico la neurociencia en mi día a día, he podido liberarme de muchas personas, cosas, lugares y situaciones que tenía en mi cerebro y que sentía como mías. Creo que el mundo se merece que empecemos a liberarlo de todas las cosas que pensamos de manera individual, pero que no tienen por qué ser verdades absolutas.

"El mundo es un conjunto de recipientes vacíos que cada cerebro llena de significado"

-La dedicatoria también me llama la atención: «Al bloque rojo por traerme a Aïda. A Aïda por traerme a Aleu». ¿Se puede desvelar el significado o es algo personal?
-Es algo personal, pero ya que estamos… (sonríe Del Rosario). La dedicatoria tiene que ver con que conocí a mi pareja en un bloque rojo que hay en una plaza de Barcelona y, a pesar de que nos habíamos encontrado varias veces antes, no fue hasta ese momento en el que conectamos. Le doy las gracias a ese bloque rojo por traerme a Aïda y después a Aleu, nuestro hijo.

-Una historia con mucho de magia. ¿Qué conexión tiene con el funcionamiento de nuestro cerebro?
-Tiene mucha magia. Yo había interactuado con mi futura pareja; sin embargo, mi cerebro no prestaba atención. Si yo pongo el foco en algo, el resto del mundo desaparece para mi cerebro. Muchas veces nos perdemos la magia de la vida por no prestar atención al estar tan obnubilados con las cosas que pensamos. Es decir, con pensar la vida en vez de vivirla. Mi cerebro, por todos los condicionamientos que tiene, se había perdido la posibilidad de conectar con un ser tan maravilloso como mi pareja actual, solo porque no prestaba atención. Como reflexión: ¿cuántas cosas mágicas nos perdemos por seguir obnubilados al seguir la historia que nos cuenta este comentarista que es el pensamiento?

-¿Qué aporta de nuevo a la neurociencia su libro?
-Este libro no tiene nada diferente a lo que una persona no pueda descubrir por sí misma, si se para en su vida y comienza a escuchar conscientemente. De hecho, todas las investigaciones que hago nacen de ahí. El problema, quizás, es que no paramos. Este libro lo que puede aportar a la gente es obligarla a parar para poder ver la relación con el pensamiento y con las emociones. No para hacerlas mejores, más positivas o cambiarlas, sino para asumirlas.

Pero para poder ver hay que mirar y para mirar, hay que parar, y no lo hacemos, porque vamos como locos. Este libro puede ayudar a parar y a descubrir la magia que hay en cada situación de la vida.

-¿Qué propone para conseguir parar y mirar con calma?
-Por ejemplo, la afirmación: «esta sociedad no nos permite parar» es un pensamiento. Pero imaginemos que, en lugar de un hecho, solo fuese una posibilidad. Solo con eso, el cuerpo se relaja y es como si hubieses tenido una clase de yoga. Nos sienta muy bien la posibilidad de estar equivocados. La neurociencia aplicada en el día a día nos enseña que es una buena noticia que no tengamos razón. 

Una de las cosas en las que no la tenemos es en la idea de que nuestros pensamientos son hechos. Nuestro cerebro no tiene en cuenta el 99,5% de la información que nos rodea a la hora de generar pensamientos. Por ejemplo, no tenemos sensores para captar las ondas de infrasonidos que utilizan los elefantes para comunicarse, los ultrasonidos de los murciélagos o las ondas de radiofrecuencia en las telecomunicaciones. Con la pequeña porción de realidad restante (el 0,5%), mi cerebro construye los pensamientos.

-Entonces, la intuición la utilizamos muy poco. Nos centramos en el pensamiento lógico…
-Hay un tipo de pensamiento muy intuitivo, pero no es el que solemos usar en nuestro día a día. Puede ser que haya información que todavía no sabemos cómo medir y que nuestro cerebro sí que pueda sintonizar con ello. De hecho lo hace, porque ocurre lo que conocemos, pero también lo que desconocemos.

Hay un tipo de pensamientos que son los esenciales. Cuando llegan, no tienes la sensación de que los ha generado el cerebro en base a tu experiencia pasada y a tus expectativas de futuro. El cerebro es como una antena que recibe esa información, que genera un cambio que te pone los pelos de punta y una amplitud pulmonar bestial. Hay una certeza de que tú sabes que eso es así. Se le llama pensamiento Eureka o creativo. Por poner un ejemplo, el perdón es un pensamiento esencial intuitivo. Tú no decides perdonar, el perdón se da; y cuando ocurre, no sabes cómo ni por qué, pero ya no tienes un conflicto con eso. La compasión también es un pensamiento esencial, o la creatividad. Tú no dices voy a ser creativo, simplemente ocurre. 

"La compasión y la creatividad simplemente ocurren, son pensamientos esenciales"

-¿Qué puede ayudar a entrar en ese estado intuitivo y creativo?
-
Sabemos que hay muchas cosas que promueven ese estado intuitivo y de creatividad, y una de ellas es el no hacer para dejar que llegue la inspiración. Cuando activamos la razón, más o menos solo se pone en funcionamiento un 5 o un 10% del potencial neuronal que tenemos, pero cuando dejamos de hacer algo, se activa una gran cantidad de energía: el 90% restante. Cuando decides no hacer y te vas a la naturaleza o a caminar, se promueve que la creatividad se produzca. Preocuparnos reduce la posibilidad de que la intuición y el pensamiento creativo se manifiesten.

"Cuando decides no hacer y te vas a la naturaleza, se produce la creatividad"

-Sería positivo que se enseñara desde la infancia a desarrollar y usar el pensamiento intuitivo. Sin embargo, lo tenemos muy desvalorizado… 
-Estaríamos más contentos, porque daríamos un uso más eficiente al cerebro, que es altamente creativo. La creatividad tiene la capacidad de revolucionar el mundo. Sin embargo, nosotros la usamos de una manera racional. Llevamos frito al cerebro. Le pedimos todo el rato lo mismo. Lo llamamos seguridad, pero en realidad entramos en una dinámica que nos lleva a pensar la vida en lugar de vivirla.

Tratamos de protegernos de todo a través del pensamiento, sin darnos cuenta de que realmente no hay ningún peligro. El león vive en nuestra imaginación y lo que conseguimos con esta forma de pensar y sentir es inyectar pequeñas porciones de sufrimiento, que son las que contribuyen a tener sensaciones, como por ejemplo que es imposible ser feliz en esta sociedad.

-Ese pensamiento creativo debe de estar muy asociado al arte…
-El arte para todas las edades desarrolla mucho la actitud de volver a mirar. Por ejemplo, yo sé perfectamente cómo es un sol o un paisaje, pero si voy a pintar uno, esa actividad me obliga a volver a mirar, a prestar atención a los detalles, y descubriré que en realidad no sé cómo es un paisaje. Tú crees que sabes cómo es tu vida, pero si paras y la vuelves a mirar, te das cuenta de que no tienes ni idea. Solo piensas que sabes cómo es. Vemos nuestra imagen mental de la vida. Por ejemplo, si estoy acostumbrado a vivir en un sitio donde el cielo es más gris, aunque esté pintando un paisaje soleado, tenderé a usar colores más oscuros. No vemos a las personas que tenemos delante, sino la imagen mental que nos hemos hecho sobre ellas. Es la relación con nuestro pensamiento lo que nos limita. La cuestión es: ¿Estás dispuesto a ir más allá de ese pensamiento?

-¿Qué es lo que más le sorprende sobre él?
-Lo que más me sorprende del cerebro humano a día de hoy es mi tremenda ignorancia. Cuanto más estudio, más necesario veo el no olvidar lo ignorante que soy y el dejar de defender mis pensamientos. Si esta entrevista promueve seguir pensando la vida en lugar de vivirla, he fracasado. Es tan maravilloso ser un ignorante… Reconocerlo te lleva a dejar de defender tus pensamientos, a entrar en un espacio de vida.