En primavera y verano bosques, campos, prados, jardines, terrazas y balcones se llenan de vida y de color gracias al resurgir de plantas y flores. Recolectarlas con mimo para prensarlas en casa permite poder disfrutar siempre de su delicada belleza.

Con ellas se pueden hacer pequeñas composiciones que alegren con su color y delicadeza tarjetas, libretas o puntos de libro, o incluso cuadros más elaborados y complejos, un arte muy popular y milenario en Japón, donde se conoce como oshibana.

Conviene seleccionar flores que no sean muy grandes y que no aporten demasiada agua, como por ejemplo margaritas, pensamientos, malvas, violetas o adelfas. Para dar más variedad a la composición pueden incorporarse tallos como los de lavanda, mimosa o romero, y hojas de bonita forma como las de trébol, higuera o ginkgo.

El momento óptimo para recolectarlas es el atardecer de un día soleado. Entonces las flores ya habrán perdido parte de su hidratación natural y su secado será más rápido. Las flores son seres vivos, es importante respetarlas. 

"Las cogeremos sin dañar la raíz y asegurándonos de que existen otros ejemplares en los alrededores, para que puedan reproducirse al año siguiente", aconseja Benedetta Barzanò en su libro Flores prensadas (Ed. De Vecchi). 

 

Claves para el prensado

Una vez en casa, las flores se deben prensar lo antes posible para evitar que se deterioren. Antes de hacerlo hay que asegurarse de que en su interior no se encuentra ningún insecto. Si es así, se debe retirar con cuidado, al igual que los posibles restos de tierra.

Pueden prensarse con el tallo o solas. En este último caso se ponen boca abajo sobre un papel secante (a la venta en tiendas de manualidades), que absorberá la humedad de la flor. Si tienen forma acampanada (como ocurre por ejemplo con el narciso, la adelfa o la digital), es recomendable cortar la base de la flor mientras se sujeta con cuidado por los pétalos. De ese modo la flor prensada quedará más plana.

Opciones para secarlas

Prensar flores permite perpetuar su belleza en dos dimensiones, al aplanarlas y reducir su volumen. La manera más sencilla de hacerlo es introduciéndolas entre dos páginas de un libro grueso, recubiertas por encima y por debajo con papel secante (o bien varias capas de papel absorbente de cocina).

Se trata de una buena opción si se prensan flores de forma esporádica. Pero si se busca un resultado más profesional, se puede hacer una prensa de madera como la de la foto superior. Gracias a ella la presión que se aplica sobre la flor es más firme y homogénea.

Además de la prensa, para aumentar la presión entre las diferentes capas de papel secante se pueden utilizar láminas de cartón o papel de periódico. Si se observan humedecidas y la flor aún no se ha secado pueden reemplazarse por otras con sumo cuidado, procurando que las flores que están entre el papel secante no se muevan.

El tiempo de secado varía entre cada tipo de flor, por lo que conviene disponer flores de la misma especie o muy similares en un mismo papel secante.

Belleza a la vista

Al eliminar la humedad de las flores estas perduran mucho tiempo. Si no se utilizan todas las flores u hojas prensadas en una composición, las restantes pueden ponerse en sobres diferentes separadas por especies y guardarse en un lugar oscuro y seco.

Para que sea más sencillo identificarlas más tarde, se escribe en el sobre el tipo de flor o se pega una pequeña muestra en él. A medida que vayamos adquiriendo experiencia y destreza en este arte podremos elaborar composiciones de mayor dificultad.

Un cuadro en el que se entremezclen flores de diferente tamaño y forma, un marco para una foto o una caja adornada con una guirnalda de flores prensadas son algunos ejemplos de las posibilidades decorativas de esta sencilla y gratificante técnica.