Muchos niños sufren la pesadilla diaria de ser víctimas de las bromas y el acoso de algunos de sus compañeros de colegio.
Tratando de comprender el complicado asunto del bullying, muchas personas me preguntan si existe un perfil de personalidad específico que determine que un alumno sea más propenso que otro a sufrir bullying o, dicho de otro modo, cuál es el motivo por el que unos niños sufren acoso y otros no.
Como hemos comentado ya en este blog, muchos son los factores que influyen en este tema tan complejo del bullying (profesores, sociedad, familia, medios de comunicación, etc.), no obstante, hoy quisiera profundizar en qué rasgos de personalidad comunes he detectado en mi consulta entre los niños que sufren acoso escolar que, básicamente, son tres.
1. Suelen ser niños con baja autoestima
Algunos niños que no reciben el suficiente apoyo emocional en la escuela y/o en su casa, debido a que presentan algunas particularidades que les distinguen claramente del resto de alumnos, crecen sintiéndose inferiores a los demás.
Estas diferencias pueden estar causadas por una discapacidad (física o intelectual), por alguna disparidad cultural (idioma, procedencia) o por algún rasgo distintivo bien marcado (altas capacidades, orientación sexual, religión, etc.).
Estos niños, no se sienten ni integrados, ni arropados en su diferencia, por lo que, desoyendo a su instinto, acaban por pensar que algo malo les sucede, que no son dignos de protección ni de cariño y que son menos válidos que los demás.
Con el tiempo, tienden a autoconvencerse de que, al ser tan indignos, se merecen todo lo malo que les sucede.
Cuanto más se repite el acoso, más daño recibe su autoestima, llegando al punto de verse tan mermada que, paulatinamente, estos niños dejan de defenderse.
Entran entonces en un círculo negativo en el que los acosadores aumentan la intensidad de sus vejaciones, mientras que la víctima poco puede hacer para frenar los abusos.
En casos extremos, podemos llegar a las situaciones que todos recordamos de adolescentes que se suicidan como un intento desesperado de ponerle fin a su vida infernal.
Marco era uno de estos niños que sufría bullying en su colegio.
Era delgado, débil y poco hábil en los deportes, lo que le convertía en la víctima de todas las bromas en las clases de educación física.
Él mismo verbalizaba “soy torpe, jamás podré hacerlo” y se frenaba cada vez que tenía que enfrentarse a un nuevo reto. Esta actitud le hacía retraerse en todos los juegos físicos de sus compañeros, lo que le apartaba aún más del grupo.
2. No se defienden, muestran pasividad
Por lo general, el acosador siempre va probando a sus compañeros de grupo para detectar quién no se defiende ante pequeñas agresiones y saber quién va a ser la víctima perfecta.
La actitud y el lenguaje corporal (mirada evasiva, postura encorvada, nerviosismo, etc.) de algunos niños, le transmiten al buller el mensaje de que es muy poco probable que se defiendan de sus ataques.
Marco me contó que, al inicio del curso, Eneko le tanteó.
Este niño acosador fue preguntando a todos los compañeros de clase qué sucedería si les metiera los dedos en los ojos, a la vez que hacía el gesto amenazante de acercar el índice y el corazón a la cara del otro.
Según cómo reaccionara cada uno de sus compañeros, Eneko ya sabía quién no se iba a defender y con quién podría pasar a mayores. Unos niños le respondieron, otros le apartaron de un empujón, pero Marco se quedó paralizado y sin saber qué decir ante este ataque.
3. Son pequeños que han sido aislados socialmente
Cualquier depredador sabe que resulta mucho más fácil atacar a la víctima cuando está sola que cuando está rodeada de gente, por este motivo, las manadas de lobos o de leones siempre intentan separar a la presa del resto del grupo cuando salen de caza.
Muchos niños se ven aislados del grupo por ser, de alguna forma, diferentes a los demás. Los altos o los bajos, los que tienen un tono de piel diferente, los que sacan mejores notas, los que no tienen tantas habilidades sociales, etc., todos pueden convertirse en víctimas de bullying por haberse visto apartados del grupo.
Marco también se encontraba solo en su clase.
No tenía ningún amigo íntimo y se pasaba los recreos en un rincón del patio, tomando su bocadillo sin participar en los juegos de los demás. Cuando se metían con él, muchos se reían, pero nadie estaba de su lado; nadie le defendía.
Cómo ayudarles a mejorar sus debilidades
Marco y sus padres trabajaron conjuntamente en mi consulta para reforzar su autoestima. Poco a poco, fue desechando aquella visión tan negativa de sí mismo y empezó a valorarse y a quererse tal y como era. Además, ante la pasividad del equipo directivo y del profesorado, los padres de Marco decidieron cambiarle de colegio.
Me alegra decir que ahora asiste a clase en un centro más pequeño, mucho más respetuoso, en el que ha logrado hacer algunos buenos amigos y en el que el profesorado está muy implicado en la detección y el freno al bullying.
En resumen, podría decirse que hay cierto perfil de alumno susceptible de ser víctima de bullying. Cada niño tendrá sus particularidades, pero casi todos los que sufren bullying suelen compartir, en mayor o menor medida, estas tres características que hemos visto hoy.
Los colegios deberían tomar medidas para detectar a estos niños y trabajar con ellos y con sus familias para mejorar su confianza. También deberían poder detectar qué niños corren riesgo de acoso por no tener las redes sociales adecuadas en el colegio y poner en marcha los mecanismos necesarios para favorecer la integración.
Existen muchas medidas y actividades que se pueden utilizar para favorecer el trabajo en equipo y el desarrollo de la empatía y el altruismo en el alumnado, sólo es necesario un poco de interés para ponerlas en práctica.