Cualquiera de nuestros cinco sentidos, conjuntamente con nuestra respiración, son un anclaje maravilloso con nuestro momento presente. Cuando nuestra mente está muy activa con pensamientos y preocupaciones, nos saca del aquí y ahora. Al enfocarnos en la ilusión del pasado o del futuro a través de nuestra mente, ignoramos lo que está aconteciendo en el presente.
Por este motivo es muy recomendable volver a este momento presente y vivir desde él en la medida en que podamos. El presente es el único momento en el que podemos tomar parte en nuestra vida y, por tanto, el único momento que de verdad importa.
Los beneficios de meditar sobre el sonido
Siempre encontraremos sonido en sus diversas formas allá donde vayamos, por eso es un recurso precioso para meditar, y para integrar la práctica de la meditación en nuestro día a día. La meditación que hacemos sentados nos da las bases para aplicar luego esa actitud a cualquier situación en nuestras vidas.
El sentido del oído está muy ligado a nuestro universo emocional.
La música, por ejemplo, puede emocionarnos de forma profunda y conducirnos a diferentes estados de ánimo. Y de la misma manera, ciertos sonidos o lo que llamamos ruidos pueden alimentar emociones 'negativas' en nosotros, o puede que los asociemos automáticamente a ellas.
Uno de los grandes beneficios de la meditación sobre el sonido es que nos enseña a desprendernos de la tendencia a asignar significado a los sonidos que oímos.
Con el tiempo de práctica, aprendemos a escuchar lo que oímos sin responder emocionalmente a su contenido, al menos no necesaria o automáticamente.
Cuando escuchamos el sonido por el sonido, descubrimos que es posible mantener nuestra serenidad en un atasco enorme en el que cientos de bocinas están sonando, o escuchar una crítica sobre nosotros sin que se active nuestro mecanismo de defensa, por ejemplo.
De hecho, este tipo de ocasiones son las más preciosas para poner en práctica esta meditación, ya que nos ayudará a anclar nuestra estabilidad emocional en nuestro interior, en lugar de dejarla en manos de factores externos.
Cómo meditar sobre el sonido
- Siéntate con la espalda lo más erguida posible en un lugar donde puedas estar cómoda o cómodo. Deja que tus manos reposen sobre tus piernas. Cierra tus ojos.
- Deja ir lo que estabas haciendo y lo que vayas a hacer luego y aterriza cada vez un poco más en este momento presente.
- Deja que tu mente repose, descanse y se relaje, soltándola.
- Céntrate en los sonidos. Comienza con los sonidos más lejanos, y escúchalos sin centrarte en ninguno en concreto.
- Ahora céntrate en lo que está un poco más cerca de ti, justo a tu alrededor. Simplemente escucha sin analizar o identificar los sonidos, sino escuchando el sonido en sí, la experiencia del sonido.
- Puede ser que experimentes cómo tu mente quiere interpretar ciertos sonidos como placenteros o molestos. Date cuenta de la interpretación y déjala ir, volviendo al sonido tal y como es, sin significado.
- Ahora puedes centrarte en los sonidos sutiles de tu propio cuerpo: tu respiración, el latir de tu corazón, etc.
- Escucha ahora todos los sonidos en su conjunto, abre tu conciencia a todos ellos.
- Si tu mente aparece con alguna interpretación o con algún pensamiento distrayendo tu atención, no pasa nada. Cuando te des cuenta de ello puedes dejarla ir y centrar tu atención suavemente de nuevo en lo que escuchas.
- Deja ir el sonido y reposa tu mente por unos momentos de forma abierta, sin enfocarte en nada en concreto.
- Puedes alargar esta meditación todo lo que consideres, alternando entre centrar tu atención en sonidos y simplemente reposar tu mente sin objeto.
- Cuando lo sientas abre tus ojos.