No hace falta dar muchos pasos fuera de casa para hallar plantas silvestres potencialmente comestibles. Lo habitual es que para proveernos de vegetales con los que engrosar nuestra despensa y nuestra nevera vayamos a la frutería, al supermercado o al agricultor que vende su propia cosecha. No se nos ocurre otra opción porque es a lo que estamos acostumbrados, pero no siempre ha sido así.

En tiempos pasados, sobre todo en ambientes rurales, salir al campo para tratar de cosechar plantas o frutos comestibles no era una rareza. El problema es que nuestro tipo de vida urbano, ya no solo en las ciudades, nos ha alejado del contacto directo con la naturaleza y nos ha borrado de la memoria colectiva el conocimiento de las posibilidades culinarias y medicinales que las plantas silvestres nos pueden ofrecer.

Cosecha responsable de plantas silvestres

Hoy día cuesta encontrar personas familiarizadas con estas plantas y con los distintos usos que se puede hacer de ellas. No obstante, existen numerosas iniciativas que tratan de impulsar el retorno a los orígenes y a la cosecha responsable de plantas silvestres comestibles como alternativa al consumo de productos hortícolas industriales, al menos en parte.

Un ejemplo es la feria anual de plantas comestibles Eixarcolant, que cada primavera se celebra con gran éxito de asistencia en la población catalana de Igualada. Marc Talavera, uno de los miembros organizadores de Eixarcolant, es biólogo y ha dedicado su tesis doctoral a estudiar la recuperación de algunas plantas olvidadas y cuáles podrían ser sus usos en nuestro día a día. Y es que las plantas silvestres están por todas partes, incluso en los más sombríos ambientes urbanos; lo único que necesitamos es familiarizarnos con ellas para estar en disposición de saber si son aptas o no para el consumo.

Las plantas comestibles más comunes

Evidentemente no todos los entornos son iguales. No es lo mismo vivir en  un ambiente urbano estricto que en uno periurbano o uno rural. Está claro que entre unos y otros habrá diferencias muy marcadas. Pero hay algunas plantas silvestres muy comunes, algunas de ellas incluso omnipresentes, que podrían estar al alcance de una parte muy importante de la población que reside en la Europa mediterránea.

Muchas  de estas plantas reciben el calificativo totalmente injusto de "malas hierbas», pero en realidad son excelentes porque están llenas de nutrientes y se prestan para elaborar platos deliciosos, como una tortilla de ortigas, una ensalada de collejas o una salsa de oruga silvestre.