Como otras semillas, las legumbres atesoran en su interior todos los nutrientes que la planta necesita para crecer, pero al germinarlas esos nutrientes se vuelven más asimilables: el almidón se descompone en azúcares, las proteínas son predigeridas y las vitaminas se multiplican.
Una ración de 60 g de lentejas germinadas proporciona el 10% de las proteínas que se precisan al día, el 30% del ácido fólico y el 17% de la vitamina C. La presencia de esta vitamina permite, además, aprovechar mejor su riqueza en hierro.
Cómo germinar lentejas
- Remojo de activación. En un tarro de vidrio se pone cierta cantidad de lentejas crudas y se dejan en remojo en agua de 8 a 12 horas. Transcurrido este tiempo, se desecha el agua de remojo, se cubre el tarro con una tela mosquitera y se fija esta tela al tarro con una goma para que no se caiga cuando, en los pasos siguientes del proceso, pongamos el tarro boca abajo.
- Enjuagues diarios. Se enjuagan las lentejas 2 o 3 veces, sin sacarlas del tarro, se coloca el tarro boca a bajo (con la tela) sobre un escurridor y sin luz directa y se deja que las lentejas vayan germinando dentro del tarro. Cada día, durante 3 o 4 días, se enjuagan de nuevo 1 o 2 veces, hasta que estén listos los germinados.