Somos seres gregarios que necesitan relacionarse para sentirse bien. Hablar con otros, viajar en grupo o compartir ocio reduce nuestro estrés y nos ayuda a gestionar las emociones, pero hay una condición y es que esas relaciones estén basadas en el respeto, es decir, que no se trate de relaciones tóxicas, que provocan resentimiento o discusiones. Distinguir qué relaciones resultan sanas y contribuyen a nuestra felicidad y qué relaciones la sabotean es clave a la hora de cuidar este aspecto tan importante para nuestro bienestar.

Estas son algunas de las conclusiones del estudio más continuado en el tiempo que existe sobre la felicidad, dirigido por el psiquiatra norteamericano Robert Waldinger, de la Universidad de Harvard.

Dime cómo te relacionas y te diré lo feliz que eres

El responsable del estudio sobre la felicidad más amplio y sostenido en el tiempo, el psiquiatra norteamericano Robert Waldinger, asegura que la personas con capacidad de desarrollar vínculos humanos basados en el respeto y el amor son más felices. 

Este experto de la salud mental comenzó su investigación en el año 1938 con adolescentes e hizo un seguimiento intergeneracional, hasta llegar a los hijos de los jóvenes con los que había comenzado el estudio. Las conclusiones de este trabajo pionero, en el que participaron 724 familias (2.000 personas en total), destacan la influencia de las experiencias sociales y familiares en la infancia para que las personas sean más o menos felices.

En una intervención reciente de Waldinger para Big Think, él asegura que se suele asociar la felicidad a cuestiones como la economía o el éxito. Sin embargo, la clave es otra: “Lo que realmente nos hace felices son las relaciones satisfactorias, cercanas y cálidas con la gente”, asegura el psiquiatra. Así ha quedado demostrado en su estudio, cuyo objetivo es conocer la evolución de la felicidad en las personas desde que son jóvenes y cómo influye en las generaciones venideras y en las parejas.

Puedes escuchar a Waldinger en su intervención para Big Think aquí:

De padres felices, hijos felices

Los progenitores que son felices influyen para que sus hijos también lo sean. Pero, en caso de que las cosas no hayan sido así, la situación puede revertirse. Según Waldinger, aunque las vivencias de la infancia influyen en el grado de felicidad de las personas, si no se han disfrutado vínculos sanos con los padres o la familia cuando se es niño, se pueden encontrar nuevas relaciones en la etapa adulta que cambien la situación.

No obstante, en todas las relaciones puede haber vivencias que impliquen polémica o discusión, pero, si se solventan con respeto, el vínculo no se deteriora ni rompe. “Afrontar esos problemas refuerza las relaciones. Cuanto más hábiles somos resolviendo esos conflictos, mejores y más sanos serán las relaciones”, asegura el psiquiatra.

Los momentos difíciles de la vida son más llevaderos cuando hay una red social sana de apoyo. Así lo afirma Waldinger, basándose en cuestiones como que, durante los momentos complicados de la vida, lo que mejor hace sentir a las personas, como a los soldados durante la guerra, es el hecho de sentirse ayudados por otras personas. 

relaciones positivas frente a relaciones tóxicas

El estrés también puede disminuir si se tienen interacciones sociales y familiares sanas y satisfactorias. “Cuando nos sentimos mal porque estamos estresados y hablamos con alguien, el malestar se reduce; de no ser así, el cuerpo se inflama y genera cortisol, lo que puede favorecer la aparición de enfermedades como la artritis”, advierte el especialista.

Sin embargo, cuando los vínculos no son sanos y no se basan en el respeto, no solo no se genera felicidad, sino que se entra en la dinámica de las denominadas relaciones tóxicas: “No se pueden gestionar los problemas ni la ira y se genera infelicidad, resentimiento crónico y discusiones, por lo que permanecer en este tipo de vínculos es peor que separarse”, asegura el psiquiatra. Con respecto a las parejas, el experto explica que todas discuten en algún momento, pero una de las claves de las parejas que funcionan está en mantener el cariño y el respeto, lo que derivará en un vínculo positivo y estable.

Tener una red social sana ayuda a gestionar las emociones y nos hace sentir más seguros, además de aportar salud. Según las conclusiones del estudio de Waldinger, lo que la gente más sana y feliz tiene en común es que se relaciona habitualmente con personas: hablan, van juntos a fiestas, se mandan mensajes o viajan.

¿Introvertido o extrovertido?

El autoconocimiento es importante para saber elegir la forma de relacionarse con otras personas de forma satisfactoria. “No es lo mismo una persona introvertida que extrovertida; la primera necesita estar más tiempo a solas y con grupos menos numerosos, al contrario que en el segundo caso, en que se necesita más contacto social para sentirse mejor”, explica el psiquiatra.

Por su parte, Belén Robles, psicóloga y socia fundadora del centro de psicología e inteligencia emocional Escuela Afectiva, corrobora la conclusión de Waldinger: “Se puede ser feliz en solitario y con pocos vínculos, siempre que se elija así de forma consciente”. Según esta experta, en la sociedad actual prima la infelicidad porque el ritmo que se impone es acelerado y la forja de los vínculos humanos requiere de tiempo y un ritmo lento.

El trabajo interno también es importante a la hora de cimentar relaciones sociales sanas y estables: “Revisar viejos patrones del pasado que influyan negativamente en los vínculos es fundamental, porque si la persona no se encuentra bien o tiene conflictos familiares y no es feliz, no podrá crear relaciones satisfactorias”, concluye la psicóloga Belén Robles.