No somos plenamente conscientes de ello, pero al hablar repetimos cientos de gestos con el rostro, las manos e incluso con el cuerpo entero. Es lo que se conoce como comunicación no verbal, y opera en un nivel inconsciente. Es decir, no podemos controlarlo. Es así como muchos expertos en lenguaje corporal pueden diferenciar con facilidad a quien miente, de quien no, al que se siente culpable o al que parece incómodo en determinada situación.

Todas estas circunstancias tienen, además, un denominador común: apartar la mirada. Aunque este gesto, que durante años se ha tachado como un acto de mala educación, puede tener muchas lecturas diferentes, por lo que no es fácil interpretarlo. Hoy te contamos que dice la psicología al respecto.

Apartar la mirada: un gesto multifuncional

No mirar a los ojos es de mala educación. Es uno de esos tantos gestos inconscientes que, en nuestra cultura al menos, se considera un acto desagradable. No es así, en el mundo entero, en algunas culturas orientales, mirar directamente a los ojos puede identificarse como grosero o agresivo.

Más allá de la cultura, sin embargo, la psicología ha demostrado que mirar a los ojos es un acto mucho más natural, que inmoral. Es inconsciente, y en algunos casos, difícil de controlar.

Así lo explican Michael Argyle y Mark Cook, autores de Gaze and Mutual Gaze (1976). En su obra, en la que analizan el papel del contacto visual en la interacción social, explican que apartar la mirada puede tener múltiples significados en la comunicación interpersonal. Puede servir para reducir la tensión en situaciones incómodas, por ejemplo.

En determinados contextos, puede ser incluso una forma de mostrar cortesía. Y en otros, refleja introspección. Desviar la mirada también puede señalar que una persona está procesando información o evitando una confrontación visual directa.

La emoción en la mirada

Si tuviéramos que definir con una sola palabra lo que esconde el acto de apartar la mirada, sería sin duda “incomodidad”. Y puede darse por muchas razones: estar ante una persona a la que respetas, encontrar en una situación tensa, estar recibiendo información complicada, etc.

Pero el acto inconsciente de apartar la mirada tiene también un fuerte componente emocional. Así lo explican Allan y Barbara Pease en El lenguaje del cuerpo (1981). Según los Pease, apartar la mirada se asocia con varios estados emocionales, como la timidez, la inseguridad, la evasión o incluso la mentira. Cuando alguien desvía la mirada durante una conversación, claramente manifiesta que no se siente cómodo, que intenta ocultar algo, protegerse de su interlocutor.

Por supuesto, este componente emocional hace que el acto en sí mismo sea difícil de controlar.

En este sentido, apartar la mirada se asocia también a diversos problemas de salud mental y neurodivergencias, como la depresión severa o la ansiedad social. Las personas que se encuentran en el espectro del trastorno autista también pueden repetir este gesto sin la intención de faltar al respeto a nadie. Y quienes padecen baja autoestima o inseguridad lo repiten con mayor frecuencia que aquellos que se sienten más seguros de sí mismos.

Regulación de las interacciones sociales

Pese a que muchas de las emociones asociadas a este gesto se consideran esencialmente negativas, lo cierto es que apartar la mirada es un acto funcional dentro del mundo de las interacciones sociales.

Así lo explica Adam Kendon en su artículo Some functions of gaze-direction in social interaction (1967), publicado en Acta Psychologica. En el mismo, Kendon examina las funciones de la mirada en la interacción social, centrándose en la dirección que adopta durante la misma.

Kendon detalla como la dirección de la mirada juega un papel muy importante en la regulación de las interacciones sociales. Apartar la mirada puede servir para marcar pausas en la conversación, indicando que alguien está reflexionando o permitiendo a la otra persona tomar la iniciativa. También puede ser una forma de señalar que una interacción ha terminado o está cambiando de tono.

Algo similar explica Joseph A. DeVito en su libro La comunicación interpersonal (1994). En su libro, DeVito menciona que apartar la mirada puede tener implicaciones de poder y control en las interacciones. Aquellos que apartan la mirada pueden estar mostrando sumisión, mientras que mantener la mirada fija puede indicar dominación. Es por eso que es bastante habitual que te descubras a ti misma haciéndolo cuando, por ejemplo, hablas con tu jefe.

Además, explica DeVito, desviar la mirada puede ser un signo de distracción, nerviosismo o falta de interés. Puede que sea esta última interpretación la responsable de que, de forma popular, interpretemos este gesto como una falta de educación o respeto, cuando en muchos casos puede ser justo lo contrario.