A nadie le gusta pensar que, quizá, sea una persona complicada, difícil de tratar o irrespetuosa con los demás. Pero no nacemos perfectos, y todos, en un momento u otro de nuestra vida, demostramos rasgos tóxicos que podemos mejorar. Para hacerlo tenemos que reconocerlos y sanar la parte de nosotros mismos que lo produce. Una defendida corriente de la psicología afirma que no existen las malas personas, solo aquellas que todavía no han sanado.
Hay casos y casos, es evidente. Sin embargo, el psicólogo Lechlan Brown, experto en relaciones, afirma que hay cinco señales que pueden indicar que estamos ante una persona difícil de tratar. Lo bueno es que todas ellas pueden corregirse con pequeños esfuerzos, aunque para hacerlo, lo primero es tomar conciencia de estos rasgos poco favorecedores. ¿Quieres saber cuáles son? Prueba a responder estas cinco preguntas para descubrir si eres una persona complicada.
¿Eres siempre el centro de atención?
Si has respondido que sí, es probable que tengas comportamientos catalogados como egocéntricos o . Las personas que monopolizan las conversaciones y buscan de forma constante ser el foco de atención pueden generar incomodad o frustración a los demás, puesto que estos comportamientos transmiten falta de empatía y consideración por las necesidades o puntos de vista ajenos. Los estudios de dinámica social que se han realizado en los últimos tiempos nos demuestran que este tipo de comportamientos tiende a afectar negativamente a las relaciones interpersonales, puesto que los demás pueden percibirte como dominante o poco colaborativa.
¿No terminas de saber como responder a esta pregunta? Puedes identificar este comportamiento en ti misma si:
- Notas que tus conversaciones suelen girar alrededor de tus historias o problemas.
- Te sientes incómoda cuando eres el centro de atención en una reunión o evento.
- Te cuesta practicar la escucha activa hacia los demás.
Consejo práctico para corregir este comportamiento
Un estudio realizado por Elizabeth Dunn, experta de la Universidad de British Columbia, sugiere que practicar la empatía y el acto de prestar atención genuina a los demás puede mejorar considerablemente tus relaciones. La técnica de la escucha activa implica hacer preguntas abiertas, evitar interrumpir y mostrar interés por lo que otros están diciendo. Un truco sencillo consiste en contar mentalmente hasta tres antes de responder a alguien, lo que te obliga a pausar y reflexionar sobre su punto de vista antes de dirigir la conversación hacia ti.
¿Haces comentarios negativos de forma habitual?
Hacer comentarios negativos de forma habitual puede indicar que tiendes a enfocarte en lo negativo, algo que afecta drásticamente a la dinámica de las relaciones personales. Este comportamiento, por lo general, suele ser percibido como tóxico, puesto que tiende a minar la energía y el estado de ánimo de los demás, creando un entorno de queja constante.
Un estudio sobre comunicación negativo publicado en la American Pychological Association, resaltó que el sesgo de negatividad provoca que recordemos y prioricemos lo negativo, lo cual refuerza un ciclo que impacta de forma negativa tanto en quien emite este tipo de comentarios como sobre quien los recibe.
Si no tienes muy claro como responder a esta pregunta, puedes identificar la negatividad en ti misma cuando:
- Comentas lo que está mal en una situación de forma recurrente, sin destacar también lo positivo.
- Notas que los demás tienden a retirarse o cambiar de tema cuando empiezas a criticar.
- Después de interactuar con los demás, sientes que muchas de tus interacciones fueran críticas o negativas.
Consejo práctico para acabar con la negatividad
La mejor forma de acabar con el hábito de los comentarios negativos es practicar la gratitud. Un estudio realizado por Robert Emmons, profesor de psicología de la Universidad de California, demostraba que las personas que llevan un diario de gratitud, anotando tres cosas por las que están agradecidas cada día, reduce de forma considerable los pensamientos negativos y mejora el bienestar mental. Este hábito ayuda a reentrenar el cerebro, para que se enfoque en lo positivo, cambiando gradualmente la forma en la que ves el mundo y reaccionas ante él.
¿Interrumpes a los demás cuando hablan?
El siguiente indicador, según Brown, que indica que eres difícil de tratar es que suelas interrumpir a los demás en las conversaciones. Este mal hábito puede sugerir falta de consideración por las opiniones ajenas, lo que puede producir un gran malestar en quienes te rodean. Según estudios realizados sobre dinámica comunicativa, este comportamiento puede ser percibido como una señal de impaciencia o desinterés.
Interrumpir constantemente implica que lo que uno tiene que decir es más importante que lo que el otro está compartiendo. En situaciones laborales y sociales, esta actitud puede obstaculizar el flujo natural de las interacciones, creando tensiones y conflictos.
Además, un artículo de Harvard Business Review, afirma que interrumpir a los demás puede estar relacionado con la falta de autocontrol, y puede afectar de forma negativa a la colaboración en equipo y a las relaciones personales.
Puedes identificar estos comportamientos en ti misma si:
- Te das cuenta de que, a menudo, terminas las frases de los demás o rediriges la conversación antes de que hayan terminado de explicarte lo que querían decir.
- Otros te han hecho comentarios sobre no dejarlos hablar o te has sentido culpable después de una conversación por haber interrumpido mucho.
- Te cuesta escuchar atentamente sin pensar en lo que vas a decir a continuación.
Consejo práctico para dejar de interrumpir a los demás
La mejor forma de corregir este hábito es practicando la regulación emocional. Jon Kabat-Zinn, profesor de medicina y director de la Stress Reduction Clinic, afirma que el mindfulness puede ayudarnos a aprender a estar presentes en el momento y a mejorar la escucha activa de los demás, sin anticipar la propia respuesta, lo cual mejor considerablemente la calidad de las relaciones interpersonales.
Puedes empezar por practicar de forma diaria técnicas de respiración consciente, o hacer una pausa deliberada antes de intervenir en cualquier conversación, lo que te permitirá controlar el impulso de interrumpir y ayudará a que la comunicación sea más fluida y respetuosa.
¿Te muestras intransigente con las ideas de los demás?
Mostrarse intransigente ante las ideas de los demás sugiere una falta de apertura mental y disposición para colaborar o considerar puntos de vista alternativos. Las personas que son intransigentes suelen rechazar nuevas perspectivas, lo que puede bloquear el diálogo y la resolución de problemas, tanto en el ámbito personal como en el profesional. Este tipo de comportamiento puede derivar en conflictos, ya que los demás pueden sentirse desvalorizados o ignorados.
Si te estás preguntando cómo saber si cumples con esta característica, puedes identificar estos indicadores:
- Tiendes a desestimar rápidamente ideas que no coinciden con tus creencias o experiencias.
- Te sientes incómoda o molesta cuando alguien te presente un punto de vista diferente al tuyo.
- Rara vez cambias de opinión, incluso cuando se te presentan argumentos sólidos o evidencia convincente.
Consejos prácticos para deshacerte de la rigidez mental
La mejor forma de corregir este comportamiento pasa por practicar el pensamiento flexible, que es una herramienta clave para combatir la intransigencia. Una técnica sencilla para desarrollar esta flexibilidad es preguntarte, “¿y si lo que dice esta persona fuera cierto? ¿Qué podría aprender de esta idea?”.
Si te haces estas preguntas antes de rechazar los argumentos del otro, conseguirás fomentar un ambiente de curiosidad y apertura, en el que resultará más sencillo practicar debates empáticos.
¿Te cuesta respetar los límites de los demás?
Para acabar, Brown afirma que las personas difíciles de tratar tienen problemas para respetar los límites de los demás son percibidas, como es evidente, como “complicadas”. Este rasgo puede revelar falta de respeto hacia las necesidades y deseos ajenos, lo que tiene un impacto claramente negativo en las relaciones personales y profesionales.
No respetar los límites de los demás implica ignorar las señales que indican que una persona necesita espacio físico o emocional. Esto, a su vez, puede generar incomodad, resentimiento e incluso problemas graves con los demás.
Este es, quizá, el rasgo más difícil de identificar de los cinco dados por el psicólogo experto. Sin embargo, puedes notarlo en ti misma si:
- Notas que tiendes a presionar a los demás para que hagan cosas que no desean hacer o intentas controlar el resultado de situaciones que implican a otros.
- A menudo minimizas cuando alguien te pide espacio o tiempo a solas, o simplemente no lo tienes en consideración.
- Te frustras o sientes rechazo cuando alguien establece límites contigo.
Consejo para aprender a respetar los límites de los demás
Desarrollar una mayor inteligencia emocional puede ser la mejor forma de aprender a respetar los límites de los demás. Daniel Goleman, pionero en el campo de la inteligencia emocional, sugiere que ser consciente de las emociones propias y ajenas te permite reconocer cuándo una persona necesita espacio. Para hacer este cambio de enfoque, basta con preguntar directamente a las personas sobre sus límites y aprender a observar su lenguaje corporal, así como sus señales no verbales.
También puedes probar a aceptar el “no” sin presionar. Esto es una clara señal de respeto en las relaciones. La técnica de “pausa y reflexiona”, que consiste en detenerte y reflexionar antes de actuar o insistir, puede ayudarte a controlar el impulso de cruzar límites no deseados.