Los momentos malos son inevitables. La vida está compuesta de situaciones complicadas, desafíos que nos ponen al límite y momentos en los que deseamos tirar la toalla. Pero, ¿qué nos dirías si te prometemos que puedes salir fortalecida de estas situaciones? Que, de hecho, son estos momentos malos los que pueden hacerte crecer, fortalecerte y ayudarte a mejorar como persona.

Todo esto es lo que las personas resilientes consiguen cuando pasan por situaciones complicadas. Tienen el don de florecer en medio de la tormenta. Y, en gran medida, se lo deben al pensamiento que se esconde entre una frase que seguro que has escuchado alguna vez en tu vida.

El poder de la resiliencia

No debemos confundir, jamás, la resiliencia con la positividad tóxica. Los momentos duros son justamente eso, instancias de dolor, sufrimiento y dificultad. Pero tras cada uno de ellos, se esconde un gran potencial de cambio, crecimiento y evolución. Eso no quiere decir que no debas sentir compasión de ti misma, que no debas aceptar y experimentar tus emociones. Pero después, sigue adelante.

Y para hacerlo, no hay nada como esta famosa y popular frase que seguro que has escuchado alguna vez en tu vida: Si la vida te da limones, haz limonada.

Aunque hay una frase similar, que encierra la misma verdad, y que quizá ejemplifique incluso mejor lo que queremos decir. La frase se atribuye al cantante de country Jimmy Dean, y reza lo siguiente: “No puedo cambiar la dirección del viento, pero sí ajustar mis velas para llegar siempre a mi destino”.

¿Qué es la resiliencia?

Lo primero que debemos aceptar para cultivar la resiliencia es que las cosas no siempre van a salir como esperamos. No podemos controlar la dirección del viento, no podemos controlar los factores externos. Pero si nos centramos en lo que sí está en nuestra mano, en aquello que sí podemos hacer, estaremos destinados al éxito.

La resiliencia es la capacidad de una persona para adaptarse y recuperarse frente a situaciones adversas, traumas, estrés o dificultades. No significa evitar el dolor, sino aprender a sobrellevarlo y salir fortalecida.

En términos psicológicos, la resiliencia implica tener una actitud positiva, flexibilidad, autoconfianza y la capacidad de mantener el equilibrio emocional a pesar de las circunstancias.

¿Qué ventajas te da en la vida ser una persona resiliente?

Aprender a hacer limonada con los limones que te dé la vida o, lo que es lo mismo, desarrollar la resiliencia puede tener muchos beneficios en tu vida, en tu crecimiento persona y en tu salud mental.

Para empezar, las personas resilientes saben manejar mejor el estrés, lo que les permite mantener la calma en momentos de tensión y evita que se agoten mentalmente. Esto también les permite recuperarse de forma más rápida frente a las inevitables adversidades que aparecen en la vida.

Mantener la claridad mental en situaciones difíciles, además, puede ayudar a las personas resilientes a tomar decisiones más acertadas, y a gestionar mejor sus relaciones interpersonales.

Todo esto, sumado a una mejor confianza en uno mismo y el desarrollo de una actitud optimista, conduce a una mejora en la salud física y mental. Las personas resilientes tienden a experimentar menos problemas de salud mental, como la ansiedad o la depresión, y pueden cuidar mejor de su bienestar físico, puesto que saben manejar mejor el estrés.

¿Cómo desarrollar la resiliencia?

Repetirte frases como las citadas en este artículo puede ser el primer paso para conseguir llevar una vida más equilibrada y desarrollar la resiliencia. Pero como siempre, es importante llevar el aprendizaje a la práctica para materializar el cambio.

  • Crea una lista de logros. Haz una lista de las situaciones difíciles que has superado en el pasado y cómo lograste salir adelante. Esta lista te recordará tu capacidad de superar los retos que aparecen en tu vida, lo que fortalecerá tu confianza para enfrentar nuevas adversidades.
  • Practica la flexibilidad mental. Ante una situación que no sale como esperabas, haz el esfuerzo consciente de considerar múltiples formas de abordar el problema o de adaptarte a las circunstancias. Esto mejorará tu capacidad de adaptación y reducirá tu miedo al cambio, una cualidad clave de la resiliencia.
  • Practica el “no” asertivo. Las personas resilientes saben proteger su tiempo y su energía, de forma que puedan evitar sobrecargarse con responsabilidades innecesarias. Aprende a decir que “no” cuando te sientas abrumada o cuando algo no se alinee con tus prioridades, y podrás enfrentarte a las dificultades de la vida con otra actitud.
  • Técnicas de reestructuración cognitiva. Cuando enfrentes un pensamiento negativo, detente y pregúntate: ¿Es este pensamiento útil o cierto? Luego reemplázalo por una perspectiva más constructiva. Por ejemplo, el pensamiento “no puedo hacer esto” se puede sustituir por “aún no lo he hecho, pero puedo intentarlo”.