Cuentan que Leonardo da Vinci gustaba de visitar los mercados y adquirir animales vivos como palomas, conejos, codornices. Pero en vez de llevarlos directamente a la cocina de su casa, como era de esperar, se desviaba del camino para buscar un lugar en el bosque donde devolverles la libertad.
Hace algunos años, uno de los más importantes maestros de la tradición budista tibetana recabó tras su exilio en la Dordoña francesa, y en una de sus típicas casas rurales pasó los últimos años de su vida. Como era de avanzada edad, su salud se resentía a veces hasta hacer pensar que su existencia terrena tocaba a su fin.
Supe entonces que los discípulos, a fin de alargar su vida y además de las oraciones y ofrendas, liberaban asimismo de vez en cuando todo tipo de animales.
Estos dos ejemplos pueden servir para introducir qué significa la compasión. En este artículo veremos qué es y qué no es la compasión, porque comprender la compasión puede ayudarnos a cultivarla. Pero también veremos que la compasión nace naturalmente en cada uno de nosotros cuando comprendemos nuestra verdadera naturaleza.
abrirse a la realidad de que todos estamos conectados
El primer ejemplo de Leonardo da Vinci nos muestra a un hombre, de reconocido genio artístico y científico, que encuentra placer en evitar la muerte de seres indefensos.
El segundo caso, el de los discípulos que liberaban animales para alargar la vida de su maestro, ilustra la posibilidad de una oculta y real conexión entre todos los seres: hacer el bien,o lo que sería crear karma positivo en el sentido budista, repercute benéficamente en nuestras vidas, aunque no parezca haber relación entre una cosa y la otra.
Todo esto lleva a plantearse una pregunta llena de implicaciones: ¿en qué medida la naturaleza que me rodea forma parte de mí? En otras palabras, ¿cómo puedo percibir, entender e incluso amar lo que está fuera de mí si no hay previamente una conexión, una continuidad existencial?
Thomas Merton define justamente el término compasión como: "la conciencia, sutil y penetrante, de la interrelación de todas las cosas".
La compasión es la energía del corazón: solo hay que despertarla
Algunos científicos sostienen que no existe el verdadero altruismo, pues este siempre deriva de un egoísmo, del simple instinto de supervivencia. Queremos impedir la muerte de los miembros de nuestro clan (parientes y amigos) por miedo a que dejen así de ayudarnos frente al peligro.
Este razonamiento puede contener cierta verdad, pues a menudo nos comportamos de manera primaria, pero es una concepción pesimista y reduccionista de la existencia.
Sin embargo, nada impide considerar que, si podemos ser compasivos, e incluso heroicos en un momento dado, es porque la posibilidad de vencer el egoísmo forma también parte de nuestra naturaleza humana.
En lo más profundo de nuestro corazón hay una energía cálida y luminosa que es capaz de amar, comprender y sacrificarse.
Si somos capaces de mostrar compasión es también porque estamos en una especie de sintonía con el "corazón" del universo, y porque el Gran Espíritu que le da vida, como dirían los indios americanos, quiere igualmente nuestro bien.
Pero, ¿cómo se despierta esa energía del corazón, esa calidez del alma que lleva a ver más allá de uno mismo sin dejar de verse y cuidarse a uno mismo? A continuación te contamos algunas claves que te permitirán profundizar en el concepto de la compasión para poder cultivarla en tu día a día:
1. sentir, pero también actuar
La compasión es un sentimiento que busca expresarse en acciones concretas. No hay que creer que la compasión es mero sentimentalismo, como sucedió ante los primeros movimientos ecologistas, que fueron tildados de románticos.
Proteger la tierra, plantas y animales de la devastación sonaba a muchos oídos como zarandajas de amantes de los pájaros y las flores. Hoy sabemos que, sin conciencia ecológica, no hay futuro para la vida planetaria.
Del mismo modo, cuando la compasión lleva a actuar para ayudar al otro, puede confundirse la compasión con una forma almibarada de bondad, a veces incluso con actitudes de suficiencia, con una especie de limosna moral que hay que dar de vez en cuando a los necesitados. La compasión no es nada de eso.
2. Verte en el otro (y ver al otro en ti)
La palabra compasión significa literalmente "sentir con" y presupone que no hay indiferencia hacia los otros seres. Pero como hemos visto, no deriva de un impulso emocional subjetivo, sino más bien de un justo razonamiento.
El metafísico Frithjof Schuon señala en muchos de sus libros que la sabiduría reposa en el conocimiento de la realidad, lo que implica a menudo una completa objetividad: la disposición de «ver en el 'otro" un 'yo', y en el 'yo' un 'otro'".
Por su parte, Joseph Campbell, un estudioso de la mitología, afirma que los relatos de la búsqueda del grial narran de forma simbólica el proceso de cómo la pasión se convierte en compasión. Todo conduce a un duelo donde el caballero ve a su rival como un hermano ... y de ese modo encuentra el tesoro oculto.
3. La compasión se dirige a todos (también a ti mismo)
La disposición a hacer el bien y evitar el mal no debe excluir nada, aunque pueden distinguirse diversos niveles o círculos a los que podemos dirigir la compasión:
- Uno mismo. Ya dice el refrán que la caridad bien entendida empieza por uno mismo. Cuidar el cuerpo y evitarle problemas y achaques es necesario. Reconocer nuestras limitaciones es, además de un acto de humildad, una sutil forma de compasión hacia la condición humana.
- Familiares y amigos. Compadecernos, en el sentido de ayuda y sacrificio, de Ias personas allegadas es una prioridad normal. Los vínculos directos no pueden desatenderse.
- Entera humanidad. Podemos empezar si queremos por nuestros paisanos y compatriotas, pero generando comprensión y benevolencia hacia todos los seres humanos sin distinguir raza o condición.
- Animales. Nuestros compañeros en la "nave espacial Tierra" merecen respeto y habría que evitar crueldades innecesarias. Cabe la posibillidad de ser vegetarianos, o ser conscientes y agradecidos si se come carne.
- Plantas. Aunque privadas de voz y movimiento, son seres sensibles que merecen también respetuosa consideración. Sin ellas no existiría la vida animal.
- El reino mineral. lncluso la tierra aparentemente inanimada forma parte del orden natural y cumple funciones primordiales. Evitar destruir terrenos o montañas es también una forma de compasión.
4. Abrir la mente a una realidad profundamente transformadora
El budismo tibetano afirma, en ese mismo sentido, que la realización espiritual es un camino que se inicia y favorece cultivando una actitud compasiva llamada bodhicitta, o "mente del despertar". Pero ese deseo de beneficiar a todos los seres nace del conocimiento de la verdadera naturaleza de lo real y de la unidad esencial de todas las entidades.
Es decir, no es que los santos y sabios se empeñen en ser buenos, sino que ser compasivo es consecuencia de una transformación interior. Aunque también sea cierto que practicar una actitud compasiva contribuye a ese cambio de conciencia.
5. "Hasta que la última brizna de hierba se ilumine"
Si hago referencia, en más de una ocasión, al budismo, se debe en primer lugar a que merece el honor de ser una de las religiones que más claramente asume el ideal de la compasión; también debido a que, al estar alejada de nuestro entorno cultural, permite hablar de cuestiones espirituales con más naturalidad, sin los condicionamientos emocionales (a favor o en contra) que por ejemplo el cristianismo o el islam pueden suscitar entre nosotros.
Como es sabido, el budismo busca una salida a la existencia común determinada por el sufrimiento en sus variadas expresiones. Liberarse de las cadenas de la ignorancia y alcanzar la liberación es la meta final.
Pero mientras el llamado budismo Hinayana, o del "pequeño vehículo", acentúa el aspecto personal y su ideal es el del monje realizado, la escuela Mahayana, "el gran vehículo" (a la que pertenece el budismo tibetano), afirma que únicamente se alcanza el más alto Nirvana si la motivación para liberarse no es personal sino por el bien de todos los seres.
Aparece así la figura del Bodhisattva, o héroe espiritual, quien una vez alcanzada la iluminación prefiere volver al mundo condicionado del samsara para ayudar a los que todavía permanecen en él. De ese modo rechaza entrar en el Nirvana "hasta que la última brizna de hierba se ilumine".
6. sentir que el "yo" va más allá de nuestra propia piel
El que la compasión suponga un esfuerzo y deba cultivarse (es uno de los objetivos de todas las religiones) se debe a que el ser humano en las condiciones actuales ignora su verdadera naturaleza y está como absorbido en el ego individual. De ahí esa especie de miopía intelectual y moral que hallamos en la base de los conflictos sociales y ecológicos.
Es cierto que cada cual se siente el centro de todas las cosas. La conciencia del yo es una realidad natural y necesaria. El problema radica en que, por su misma naturaleza egótica, se vuelve exclusivista: primero yo, después yo, y finalmente yo.
Si queremos emplear un símil geométrico, imaginemos un círculo y su centro: es el "yo" o conciencia individual. Pero sin negar su realidad, imaginemos que cada uno de esos círculos que representan a otros tantos yoes inscriben sus respectivos centros en la circunferencia de otro círculo más amplio cuyo centro podría denominarse "Yo universal".
En otras palabras, la conciencia psicobiológica nos hace ser entidades distintas, pero formamos igualmente parte de algo común que nos sobrepasa. La piel delimita nuestro ser corporal, pero eso no debería vivirse como una separación absoluta.
7. Una forma de vivir más realista
Cultivar la compasión hacia nuestros semejantes y el resto de la naturaleza es una forma de vivir con más realismo, tanto físico como espiritual. Supone ir más allá de las limitaciones del ego. Significa tener en cuenta todas las personas del verbo, no sólo la primera del singular: yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos... En ciertos momentos de la vida, una persona puede experimentar tanto amor que no diferencia esas palabras.
El cristianismo afirma que el ser humano constituye el centro de la creación. Esta verdad religiosa se completa con el budismo que recuerda que justamente esta posición central significa solidaridad y generosidad con los demás seres.
La fraternidad cósmica de San Francisco de Asís concuerda perfectamente con el espíritu del Bodhisattva. Compasión es no dañar a los otros seres y desear, asimismo, que alcancen su verdadera felicidad, la del Espíritu.
8. La mejor actitud y la más ética
La palabra compasión puede significar muchas cosas y expresa, en definitiva, una sutil combinación de bondad, respeto, solidaridad e identificación:
- Es, por ejemplo, la mirada llena de ternura cuando vemos a un niño en la cuna o a cualquier animal recién nacido, tan frágiles e indefensos.
- Es la comprensión del sufrimiento ajeno, sobre todo cuando eso mismo lo hemos vivido en carne propia.
- Es advertir el paso cansado del anciano, sabiendo que también nosotros lo seremos algún día.
- Es una mano que acaricia y que no hiere.
Todas esas cosas, tan humanas, nos conciernen. La benevolencia universal, el buscar nuestro bien a través del bien de todos, es un ejercicio fácil o difícil según se mire. Pero no hay duda de que es la mejor actitud. Consiste simplemente en aplicar la única norma ética universal: tratar a los demás como nos gusta que nos traten a nosotros.