Todos somos tímidos en alguna medida, pero cuando esa tendencia se acrecienta la timidez puede convertirse en un problema. La persona tímida se muestra insegura, vacilante y cortada, sin saber cómo ubicarse o actuar en una reunión de trabajo o en una fiesta entre amigos.
Estas personas suelen sentirse muchas veces diferentes a los demás, aisladas y poco participativas, y aunque luchan con todas sus fuerzas para ser sociables y comunicativas siempre están deseando que finalice el encuentro social porque se sienten incómodas, temen ser incorrectas y les invade una vergüenza paralizante.
El tímido trata de pasar desapercibido, pero en más de una ocasión, y precisamente por ello, todo el mundo acaba fijándose en él, ya que al tratar de comportarse del modo adecuado, como cree que los demás esperan que lo haga, pierde naturalidad y actúa de una manera forzada.
Es muy frecuente, además, que quien siente la timidez como un peso tienda a una autocrítica exagerada y a subestimar sus capacidades; de hecho, los propios tímidos son sus peores críticos y se pasan la vida exigiéndose más de la cuenta para intentar vencer lo que ellos ven como un defecto, sobre todo en esta sociedad tan exigente y competitiva.
Por qué una persona es tímida
La timidez se va forjando a lo largo de la infancia. Aunque hay niños muy tímidos, es en la adolescencia cuando se produce un momento crítico que puede acabar de modelar este rasgo, pues los jóvenes dejan de lado la vida familiar para establecer nuevos vínculos sociales con amigos y amigas, compañeros de estudio y de trabajo.
No hay un factor único que determine la formación de la timidez pero sí existen pautas educativas y modelos de relación con los padres que pueden fomentarla. Entre ellos destacan:
- Una sobreprotección excesiva: las personas que han tenido unos padres muy protectores, que no les han permitido relacionarse con libertad ni afrontar problemas, tienen dificultades en responsabilizarse de su conducta y hacer las cosas por sí mismos, de manera que ante situaciones nuevas o comprometidas no disponen de recursos para enfrentarlas y tienen baja autoestima.
- Una gran sobreexigencia: cuando los padres exigen demasiado a sus hijos, estando siempre encima de ellos para que hagan las cosas con un alto grado de perfeccionismo o de la forma que creen conveniente, los niños acaban desarrollando un sentimiento de inferioridad y de culpabilidad, sintiéndose siempre inseguros, lo que les lleva a un retraimiento en su comportamiento por el temor a hacer las cosas mal o no cumplir lo que se espera de ellos.
- La timidez de los padres: la timidez no se hereda, pero si se han tenido unos padres con dificultades de comunicación y expresión, con pocos amigos y contactos, puede que los hijos sigan su ejemplo y sean poco participativos.
Además, una persona también puede ser tímida debido a:
- Malas experiencias: Haber vivido determinadas situaciones, como ser objeto de crítica o burla de los compañeros de la escuela, no ser bien aceptado en un lugar de trabajo o, incluso, un fracaso amoroso pueden hacer a la persona más retraída, tímida o reservada.
- Los complejos: las personas que se sienten acomplejadas por algún rasgo o limitación física o psicológica (sentirse demasiado gordo o delgado, alto o bajo, un determinado tipo de nariz...) suelen acabar potenciando las características de la timidez.
Cómo ayudar a un niño muy tímido
Si queremos que un niño tímido no lo siga siendo al llegar a adulto debemos tratar de ayudarle cuanto antes, fomentando la confianza en sí mismo y el contacto con los demás, para que aprenda a relacionarse y gane seguridad en sí mismo. Para conseguir este objetivo es importante:
- Ayudarle a mejorar su autoestima, recalcándole sus cualidades positivas y reforzando sus logros, en lugar de transmitirle siempre una mala imagen y echarle en cara sus defectos.
- Dejar que tome sus propias decisiones. En lugar de reprimirle es preferible dejarle decidir por sí mismo, por ejemplo permitiéndole que sea él quien elija sus actividades según su capacidad y sus habilidades. De este modo, ganará seguridad y confianza.
- Ser cuidadosos al hablar de él: no debemos señalarle ni etiquetarle; ningún problema se soluciona repitiendo a cada paso lo que "alguien es", y la timidez menos.
- Acostumbrarle a los contactos sociales: es conveniente invitar a sus amigos a nuestra casa, así como dejar que vaya a la de otros y fomentar sus relaciones con otros niños a través de actividades deportivas, ludotecas o grupos excursionistas, para que así aprenda a establecer lazos sociales desde pequeño.
- Críticas constructivas: alabar constantemente las cualidades no es positivo ya que los niños precisan recibir también críticas cuando su comportamiento es inadecuado, pero conviene evitar las críticas que puedan llegar a bloquearles o hacerles perder la confianza en sus capacidades.
La timidez también tiene ventajas
En general, o en alguna ocasión, todo el mundo suele padecer un cierto grado de timidez. Eso ocurre cuando se ha de hablar en público o se ha de afrontar una entrevista comprometida. Sin embargo, desde un punto de vista social, se puede clasificar la personalidad de dos formas: extrovertida e introvertida.
Las personas extrovertidas suelen tener un carácter abierto, alegre y jovial, se expresan con facilidad, no tienen dificultades a la hora de comunicarse con los demás y se les considera sociables y válidos para liderar un grupo. Las personas introvertidas, en cambio, suelen cerrarse en sí mismas, se centran en sus sentimientos, tienen problemas para manifestar lo que piensan y sienten, y, por estas razones, les cuesta conocer gente y hacer amigos.
El tímido estaría dentro de este segundo grupo y suele envidiar al extrovertido porque contrapone la facilidad para el contacto social de este último con su propia torpeza en el trato con los demás.
Sin embargo, las personas abiertas tienen otro tipo de dificultades, como por ejemplo la capacidad para estar solos, y eso hace que, aunque conozcan a mucha gente, sus relaciones a menudo solo sean superficiales y poco gratificantes, mientras que alguien más introvertido probablemente mantenga unos vínculos más profundos y fuertes con los pocos amigos y personas de confianza que le rodean. Por tanto, la timidez también tiene sus ventajas.
Además, cierto grado de timidez puede resultar seductor e interesante, así como despertar sentimientos de ternura y protección. Incluso puede convertirse en una virtud, puesto que la prudencia en su forma de actuar puede ayudarles a evitar cometer algunos errores propios de personas demasiado extrovertidas e impulsivas.
Cuando ser muy tímido es un problema
Sin embargo, cuando este rasgo del carácter invalida la vida social se convierte en un verdadero tormento para quien lo padece, una tortura que se muestra a través de manifestaciones psicosomáticas que trata de esconder sin conseguirlo, sufriendo cuando siente sus mejillas ruborizarse, el sudor en sus manos, un nudo en la garganta o malestar en su estómago.
Por ello, a menudo, ser tímido suele catalogarse como un problema, no tanto por sí mismo sino por llevar asociadas otras cuestiones, como la inseguridad, el retraimiento o la inhibición y la consiguiente tristeza al sentirse poco adaptado a su entorno.
Existen multitud de situaciones que pueden provocar incomodidad y malestar a una persona tímida, máxime si ha tenido una experiencia negativa en algún momento, hecho que hará duplicar sus temores. Aunque muchas de estas situaciones parecen simples y fáciles pueden llegar a convertirse en insalvables para un tímido.
Algunas de las más comunes son: acudir a fiestas o celebraciones más o menos multitudinarias, entrar a comprar a una tienda, comer en restaurantes compartiendo mesa con otras personas, hablar en público, relacionarse con sus superiores o personas de otro nivel social o cultural, entablar contacto con personas de otro sexo (sobre todo si sienten alguna atracción hacia ellas) o incluso mantener una conversación telefónica.
Cualquiera de estos contactos sociales hacen más patentes sus dificultades de expresión y de relación, por lo que prefieren evitar los compromisos, aunque no siempre puedan conseguirlo y deban hacerles frente con el consiguiente nerviosismo.
De todos modos, no es lo mismo sentirse incómodo o avergonzado que padecer un pánico que incapacite y bloquee ante cualquier evento social, ocasionando una grave crisis de ansiedad. En este caso más que hablar de timidez se tendría que hablar de una fobia social que, como toda fobia, es un miedo irracional, esta vez asociado con las relaciones con las otras personas.
Los riesgos de refugiarse en la timidez
No hay que confundir, pues, a una persona tímida con una persona que padece una fobia social, aunque la timidez llevada al extremo pueda llegar a desarrollar este tipo de fobia.
Por ello, es conveniente prevenir y no dejarse vencer por las dificultades que puede suponer el contacto con los demás, sino más bien saborear los pequeños progresos. Hay que evitar caer en el refugio fácil de quedarse en casa o eludir una cita. Esta actitud de entrada puede ser cómoda, pero a largo plazo tendrá sin duda consecuencias negativas.
Por otro lado, este tipo de ansiedad o fobia social nunca viene sola sino que suele ir acompañada de pensamientos negativos y despectivos hacia uno mismo, como, por ejemplo: "no valgo para nada", "soy un inútil", "no lo superaré nunca", "no voy a poder cambiar aunque lo intente" y otros parecidos que no hacen más que fomentar una mala autoimagen y una baja autoestima, que aumenta la falta de seguridad y confianza que se tiene.
Cuando se llega a esta situación, es muy difícil que la persona, aunque sea consciente de su problema, puede hacer algo para superarlo sola. Suele ser necesario buscar ayuda especializada, ya que su timidez le ocasiona serios trastornos en su vida familiar y social. Llegados a un extremo, se puede incluso rechazar ofertas de trabajo o renunciar a ciertos estudios por la incapacidad de relación y la absoluta pérdida de las habilidades sociales.
9 consejos para abrirse y relacionarse mejor
Aunque la timidez no es un defecto, puede ocasionar dificultades si se va cronificando. Por ello, las personas tímidas deben poner de su parte para conseguir que sus relaciones sean más agradables. Estos consejos pueden ayudar.
1. Plantearse objetivos
Superar la timidez no es fácil, por ello debemos tener paciencia y ser optimistas.
La constancia y la perseverancia son dos virtudes primordiales en esta tarea, pero conviene proponerse objetivos fáciles de conseguir y que animen a continuar: resulta más sencillo hablar por teléfono con algún amigo que intentar asistir a una fiesta o reunión.
2. No rebajarse
Muchas veces el tímido es excesivamente susceptible a las críticas de los demás. Por ello ante un comentario un tanto desagradable hacia nosotros no debemos sacar a relucir todos nuestros defectos. Todos sentimos en algún momento cierto rechazo y sentimientos de frustración pero no hay que dejarse vencer por las emociones negativas sino saber que forman parte de la vida.
3. No criticarse
El mejor modo de ayudarse es dejar de criticarse, ya que una cosa es tener capacidad de autocrítica positiva, que siempre ayuda a superarse, y otra dejarse limitar por los defectos y aspectos negativos que toda persona tiene.
4. Recurrir a técnicas de relajación
Aprender algunas técnicas de relajación (yoga, meditación, ejercicios de respiración) puede ayudar a evitar los síntomas de ansiedad que agravan la timidez.
5. Trabajar la expresión corporal
Las personas tímidas tienen un excesivo control de su cuerpo, que les hace estar tensas. Realizar ejercicios que ayuden a desarrollar y mejorar la expresión corporal permite tener un mejor dominio de esta área.
6. Aceptar el miedo al ridículo
Aceptar el miedo al ridículo también ayuda a sentirse menos cohibido a la hora de expresar nuestros sentimientos o pensamientos.
7. Salir de la zona de confort
Cuando comencemos a ser conscientes de que nuestra excesiva timidez empieza a paralizarnos es precisamente cuando debemos esforzarnos más que nunca. Aunque resulte más cómodo no salir, debemos conectar con la realidad, ya que al encerrarse en uno mismo cada vez será más difícil relacionarse con los demás.
8. Abrirse a otras opiniones
Si tienes que dar tu opinión en una reunión debes aceptar que es muy posible que recibas algunas críticas o desacuerdos por parte de otras personas. Estas desavenencias no tienen que ver con tu persona o tu formación sino con otras razones.
9. No disimular
Es preferible aceptar que se es tímido y no intentar pasar desapercibido, ya que el disimulo y la sobreactuación hacen perder naturalidad y no dejan que la persona se muestre como realmente es.