Octavio Paz, el gran poeta mexicano y premio Nobel en 1990, aseguraba que “cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro”. Es ahí donde radica uno de los poderes ocultos de la poesía; su capacidad para revelarnos verdades de nosotros mismos. Desde este punto de vista, el verso de Gustavo Adolfo Bécquer, “poesía eres tú”, adquiere un nuevo significado.
Encerrado entre rimas y sílabas hay un tesoro al alcance de cada uno de nosotros. Un tesoro en dos direcciones. Tan poderoso es leer poesía como escribirla.
Leer poesía para conectar con los sentimientos
¿Cómo dejar que la poesía opere todo su poder? Llegando a lo más profundo de nosotros por la senda de los sentimientos y las emociones, más que con la razón y el pensamiento. Probemos.
- Seleccionemos un poema al azar. Cualquiera. Permitamos que se dé la magia del hallazgo, de encontrar precisamente aquello que necesitamos.
- Pensemos en aquello que nos ocupa hoy. Sea lo que sea. Una inquietud. Un sueño. Un desafío.
- Leamos el poema en voz alta, haciendo que suene en el mundo aquel texto que hemos escogido para que resuene en nosotros también.
- Conectemos a nivel emocional. Mientras leemos, sintamos. Sin pensar. Sin querer descifrar el “verdadero significado del poema”. No juzguemos en lo que encontremos en el camino. Simplemente sintamos.
- Aprendamos. Ahora, y solo ahora, toca analizar. ¿Qué nos ha dicho el poema? ¿Qué nos ha hecho ver? ¿En qué hemos cambiado? ¿Nos gusta?
- Atesoremos. A medida que vamos descubriendo versos que nos sirven, que nos hablan de esas cosas que llevamos dentro, reunámoslos, copiémoslos en una libreta y hagamos nuestro propio libro de magia cotidiana atesorando poemas que nos impacten. A él podremos volver cada vez que lo necesitemos.
Escribir versos para sanar nuestras emociones
Pero, como hemos dicho, esta magia no se agota leyendo. También escribiendo y siendo, nosotros mismos, fuente de poesía. Tengamos en mente las palabras de Herman Hesse: "Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos".
Porque no existe mala poesía. Lo que sí existe es que la poesía nos ayuda a simplificar lo complejo. Nos agudiza el intelecto. Amplía los límites del lenguaje e incrementa nuestras habilidades cognitivas. Además, como si de yoga para el alma se tratara, nos aporta flexibilidad mental, expande nuestra creatividad y amplía nuestra capacidad empática y de conexión con los demás.
Tanto es así que en el mundo de los negocios se ha introducido la poesía para desarrollar las capacidades de los directivos. No es de extrañar, ya que en un mundo cambiante y de desafío constante, nada mejor que los retos y los cambios de perspectiva que nos ofrece la poesía para estar preparados. Y como todos somos directores generales de nuestra vida, usemos esta herramienta poderosa:
- Selecciona el tema. Lo que sea. Aquello que surja de tu interior. Libremente. Sin miedo.
- Conecta con tu ser y recuerda que escribir es un ejercicio de libertad absoluta. Permítete ser. Y volcar tus emociones sin juzgarlas. Si es amor, amor. Si es ira, ira. Si es ilusión, descubrimiento...
- Léetelo en voz alta, que es la manera de ser un espejo. De verte. De reconocerte. De fascinarte o asustarte. Lo que sea, porque ese es el tesoro.
- Descubre. Analiza. ¿Qué posibilidades te da lo que ves de ti ahora? ¿En qué te ayuda? ¿Qué puedes hacer con eso?
- Atesora. La poesía es inagotable. Una misma problemática puede producir versos y versos, aun cuando la escribe la misma persona. Guardarlos, hacer un álbum, te ayudará a regresar ahí cuando necesites perspectiva o consejo o una nueva mirada que tú ya has plasmado en el papel.