Así como ciertos reflejos del carácter toman forma en la letra manuscrita, la vivienda puede explicar cómo vivimos, a qué cosas damos prioridad y cuáles postergamos.
Los especialistas en feng shui Silvestre Pérez y Natividad Pérez nos explican en este artículo cómo se reflejan nuestras emociones en nuestra casa y cómo utilizar este conocimiento a nuestro favor.
En una casa, una parte de nuestro orden interno se manifiesta en cómo usamos las estancias y en cómo almacenamos nuestros objetos y pertenencias, nos dicen estos expertos.
Es común encontrarse con cajones rebosantes de "información" y multitud de objetos, con cuadernos y libros apilados por doquier, con ropa en desuso que limita el preciado espacio, con trastos viejos que deambulan por rincones que en conjunto acaban socavando la sensación de control y organización.
- La necesidad de orden se acrecienta cuando se sufre dispersión y ausencia de claridad. Es bien diferente buscar algo y encontrar una respuesta directa, que perder una cantidad de energía considerable en remover entre un montón de posibilidades y obtener una respuesta incierta.
- Evitar el desorden de nuestro entorno se refleja a su vez en un interés por mejorar nuestra capacidad clarificadora y organizativa.
El simbolismo emocional de cada estancia de la casa
En la psicología que interpreta los sueños las diversas partes de la casa adquieren un significado simbólico:
- La cocina es el lugar donde se transforma y obtiene la energía.
- El baño la sede de la higiene y la purificación.
- El lecho es el lugar de la muerte y el nacimiento.
- El sótano corresponde al inconsciente y a aquello que no queremos ver pero que tampoco logramos eliminar de nuestra vida.
- La azotea se asocia a la cabeza y las facultades superiores de la mente.
- A menudo las ventanas reflejan los ojos.
- Se puede soñar con una habitación cerrada y llena de barrotes en las ventanas que sugiere un estado de falta de contacto con el exterior o una vida prisionera.
- Puede que las goteras o una pequeña inundación recuerden una pérdida de energía o un desgaste emocional excesivo.
En la práctica hay quien afirma que el hogar puede actuar como una extensión del mundo emocional, aportando mensajes sobre lo que se está viviendo.
Si ciertas partes activas de una casa, como el cableado, los electrodomésticos o las cañerías se comportan de forma anómala y se averían sin una explicación razonable, quizá se está atravesando una situación de estrés intenso que exige cambios y que se trasluce en la vivienda.
No hay por qué relacionar de una forma supersticiosa estos hechos, pero puede ser curioso observar si existe alguna relación objetiva entre el funcionamiento de nuestro espacio vital y nuestro comportamiento.
Qué emociones trasmite tu casa
Cuando en una reunión se produce una sonrisa reiterada, es fácil que acabemos riendo. Las emociones son contagiosas, viajan por el espacio con el sonido y las imágenes.
En la decoración de una casa disponemos de diferentes propuestas que también pueden sugerir una emoción bella o una cara más pesada.
Pruebe a dar un paseo por su hogar observando su decoración, sus objetos y esculturas, sus cuadros y lienzos, mirando si le guiñan un ojo con tristeza o con alegría, con seriedad o desenfado, con soledad o compañía.
Puede que en una etapa compleja de su existencia decorase sus paredes con motivos oscuros, colores fríos o imágenes saturadas de estrés y confusión. Cuando una persona desea dejar el hábito de fumar, se le suele advertir que no frecuente los lugares o ambientes que le insten a retomar el hábito.
La simbología que adorna una casa suele ofrecer una impresión permanente e inmóvil; por ello, si lo cree necesario, puede cambiar el mensaje que emite.
Con la llegada de la democracia las estatuas y retratos de los dictadores acaban retirándose de los lugares públicos. Nosotros también podemos elegir a los "representantes" que ejercen su dominio en nuestro espacio íntimo.
En cierta forma siempre acabamos pareciéndonos un poco a aquellos motivos que miramos y en los que fijamos nuestra atención.
La casa y las emociones en espacios compartidos
Cuando una pareja decide crear un espacio común, tras superar la prueba de la convivencia y realizar un gran esfuerzo en decorar y amueblar la vivienda, puede tener desencuentros, que en las ocasiones más extremas pueden llevar incluso a una separación.
El espacio guarda marcas de poder y posesión, que vistas desde la perspectiva de dos personas que conviven arroja luz sobre nuestras dotes de imposición o tolerancia.
Si el proceso de creación de un hogar deriva en una lucha continua, es posible que no hayamos aprendido a desprendernos de nuestras pertenencias y posesiones.
Pero más importante es plantearse hasta qué punto damos más importancia al mobiliario y al diseño de la casa que a la pareja, si el tiempo y la energía que absorbe el hogar postergan peligrosamente a un segundo plano la vida en común, o si la decoración actúa como una vía de escape ante el declive de la pasión.
Las cargas emocionales de la casa
Entrando en conceptos más impalpables podemos apreciar que cada espacio guarda una historia que tanto puede atraernos como hacernos sentir incómodos. Por ejemplo, una casa que haya pertenecido a un escritor que creó en ella bellas obras inspira a personas que aprecian el arte o valoran el trabajo bien hecho.
La historia nos ayuda a caminar por un sendero ya perfeccionado por otros caminantes. Muchas personas visitan lugares donde vivieron otras que ellas aprecian de modo especial, encontrando en ese ambiente un aroma estimulante para sus vidas.
De forma opuesta, hay casas que han sido objeto de tragedias humanas y transmiten una carga de sufrimiento o tristeza que puede percibirse, aun sin saberlo, como una extraña sensación al visitarlas.
Pero nada es definitivo. Renovando y limpiando a fondo un espacio podemos transformarlo en un entorno neutro en el que fijar nuevas impresiones.
Por eso, si la memoria de una casa no parece positiva, un buen consejo es lijar sus paredes y techos, pulir sus suelos, pintar nuevamente y plasmar en ella un nuevo diseño que refleje un cambio constructivo.
No hay que huir necesariamente de un lugar con dificultades: podemos darnos la oportunidad de cambiar una historia previa (tanto en nuestra vida como en una casa), lo cual puede esconder un bonito significado.
Transformar una idea o una sensación anquilosada de algo difícil en una visión fresca y enriquecedora supone un trabajo muy loable.
En realidad muchas personas de éxito han crecido enfrentándose a dificultades y barreras manifiestas, que finalmente les ayudaron a crear nuevas ideas y soluciones valoradas por sus congéneres.