El aloe vera es una planta parecida al cactus que crece en climas cálidos y está muy presente en el arco mediterráneo y en las islas Canarias, así como en Andalucía.
El gel que se encuentra en el interior de sus hojas se ha utilizado desde la antigüedad para suavizar la piel, tratar afecciones cutáneas y ayudar a cicatrizar las heridas, pero el aloe vera tiene muchos otros beneficios para la salud.
No puede asegurarse con certeza cuánto tiempo hace que se emplea el aloe (Aloe vera) como planta medicinal. De lo que no cabe duda es de que ha desempeñado un importante papel medicinal en muchas civilizaciones.
Algunos de sus primeros usos se hallan plasmados en una tablilla de arcilla del año 2.100 a.C., pero también se pueden encontrar dibujos de esta planta en los muros de los antiguos templos egipcios, que se remontan a seis milenios atrás.
Los egipcios lo bautizaron con el sobrenombre de planta de la inmortalidad por incluirse en los procesos de embalsamamiento.
Los israelitas de la época de Salomón ensalzaron sus propiedades aromáticas y medicinales, y en Mesopotamia bebían una cocción a base de aloe, cáñamo y vino de palmera, el Elixir de Jerusalén, porque consideraban que les otorgaba salud y longevidad.
Hacia el año 600 a.C. el aloe llegó a la India y a Persia, introducido por los árabes, que ya lo utilizaban tanto a nivel externo como interno.
El conocimiento actual sobre las virtudes del aloe proviene del Herbolario Griego que escribió Dioscórides (41-68 d.C.), donde se detallaba por primera vez que el contenido de sus hojas podía tratar forúnculos, hemorroides, heridas y quemaduras.
En el siglo XV, su cultivo se extendió por América de la mano de los jesuitas españoles, que lo utilizaron como un excelente remedio de urgencia.
Hoy el uso del aloe está tan generalizado que se puede encontrar tanto en preparados farmacéuticos como en zumos, yogures o pañales infantiles.
Planta de aloe vera: características
Aunque el aloe se asemeja mucho a un cactus, en realidad se trata de una planta carnosa y perenne que pertenece a la familia de las liliáceas, al igual que las cebollas, los ajos y los espárragos.
Existen más de 260 especies de aloe y su número va en aumento, ya que se están creando siempre nuevos híbridos.
Su hábitat es desértico o semidesértico, aunque también puede crecer en áreas rocosas de las zonas templadas, donde las precipitaciones son escasas. En Murcia y las islas Baleares existen grandes extensiones dedicadas al cultivo del aloe.
Las hojas de aloe, que son perennes y de un color verde que vira hacia el azul, tienen forma lanceolada, poseen una resistente cutícula y espinas repartidas por todo su perímetro.
Las plantas de mayor edad pueden tener hasta treinta hojas y el peso de una de ellas alcanza, en algunos casos, hasta un kilo.
Las flores del aloe suelen aparecer hacia el tercer año de edad, que es cuando la planta ya tiene realmente todos sus principios activos para ser utilizada como medicina.
Aloe vera puro: el gel de sus hojas
Las hojas constituyen la parte útil de esta planta, pues en ellas se hallan concentrados todos sus principios activos.
Si se corta una hoja transversalmente con un cuchillo afilado se puede ver que la parte externa es una corteza verdosa, de unos dos milímetros de grosor, que segrega un líquido amarillento.
Esta corteza envuelve a la pulpa, una masa traslúcida, gelatinosa e incolora.
La parte exterior de esa corteza está formada por varias capas de células epidérmicas que conforman una membrana elástica capaz de volverse impermeable, cerrando todos sus estomas durante las horas de sol.
Debajo de esta membrana, y ocupando casi toda la corteza, se observa una zona de canales longitudinales por donde circula la savia de la planta, muy rica en una sustancia amarga llamada aloína.
En el centro de la hoja se halla la pulpa, compuesta por células parenquimáticas que forman un tejido esponjoso y mucilaginoso en el que la planta almacena sus reservas de agua.
Las hojas se recolectan en primavera y en verano, antes de la floración, y se procesan industrialmente para obtener sus dos productos principales: el gel de aloe y el acíbar.
Gel de aloe vera puro: su composición y los productos derivados
El gel o jugo de aloe se obtiene de la pulpa de las hojas, que desprenden un caldo mucilaginoso, transparente e insípido. A él se debe la fama que está adquiriendo esta planta en los últimos años, especialmente por sus notables efectos sobre la salud cutánea.
El jugo está compuesto por más de veinte sustancias:
- aminoácidos (componentes básicos de las proteínas);
- antroquinonas de acción analgésica, antibactericida y antifúngica;
- enzimas que transforman las proteínas obtenidas a través de la dieta en aminoácidos que son absorbidos por el cuerpo y se convierten de nuevo en proteínas;
- lignina y saponinas que facilitan la penetración del gel y que tienen propiedades limpiadoras y antisépticas;
- minerales que intervienen en la formación del tejido óseo y cartilaginoso y que regulan la ósmosis de los tejidos orgánicos y la formación de sustancias de alto valor biológico;
- acemanano de acción inmunoestimulante;
- vitaminas A, C, E y del grupo B que ejercen un efecto antioxidante frente a los radicales libres;
- y agua en su mayor proporción.
Cómo saber si es aloe vera puro
La etiqueta indica su calidad: esta lista recoge, por orden de mayor a menor calidad, los nombres comerciales del aloe:
- Gel de aloe natural. Tejido sin diluir ni procesar obtenido de las hojas.
- Gel estabilizado. Tejido natural sin diluir, pero procesado.
- Aloe 100%, líquido procesado y conservado de la hoja que no supera las 50 ppm de aloína.
- Concentrado. Gel de aloe sin su agua natural, extraída mecánicamente,
- Gel reconstituido. Concentrado de aloe mezclado con agua.
- Gel completo. Contiene el 50% de su pulpa.
- Gel pulverizado. Secado por ese método,
- Pulverizado reconstituido. Gel secado por pulverización y mezclado con agua,
- En zumo. Tiene al menos un 50% de gel.
- Bebida de aloe. Contiene entre un 10% y 50% de gel.
- Extracto. Solo tiene el 10% de aloe, disuelto en agua y otros compuestos.
Aloe vera: propiedades
Por su singular composición química la planta de aloe tiene la capacidad de cicatrizar sus heridas de forma prácticamente instantánea para evitar que el agua de su interior se pierda.
Se supone que esta capacidad de autorregeneración es la que dio la clave a las antiguas civilizaciones para empezar a utilizarla.
Los múltiples estudios realizados sobre el aloe para determinar su acción terapéutica han constatado interesantes propiedades que permiten tratar con éxito diversas alecciones.
- Problemas de piel. Los polisacáridos que contiene el aloe, entre ellos el acemanano, estimulan la multiplicación de células fibroblásticas, aumentando la actividad metabólica y la reproducción celular, lo que explica el éxito del aloe para tratar infecciones víricas como los herpes, la curación de quemaduras y sobre todo la cicatrización de heridas, pues acelera hasta en un 50% el proceso de cicatrización, sin que se formen queloides gracias a su capacidad para reconstruir los tejidos sin impedir que el oxígeno llegue a la herida.
- Antienvejecimiento. Basta con hacer una mascarilla facial de gel de aloe fresco obtenido directamente de la hoja una o dos veces por semana para que el aloe estimule la producción de células fibroblásticas de la dermis, que son las responsables de la formación del colágeno, atenuando la existencia de arrugas y reduciendo la aparición de otras nuevas.
- Despigmentante. Aquellas personas que por la edad o debido a un exceso de exposición al sol, les aparecen manchas oscuras en la piel debido a una hiperpigmentación pueden utilizar el gel o directamente un pedacito de hoja de aloe recién cortada. Se aplica cada noche directamente sobre la zona afectada y se repite la operación hasta que la mancha empiece a desaparecer (entre dos y cuatro semanas).
- Encías sangrantes. Se emplea el gel de aloe natural, a ser posible obtenido de la hoja fresca, o el zumo de aloe diluido con agua, en la proporción de dos cucharadas de zumo de aloe y medio vaso de agua. Una vez agitado se realizan colutorios, tres veces al día, después de cada comida, sin ingerir ningún otro líquido hasta transcurridos 20 minutos.
- Aftas bucales. El fosfato de manosa, presente en el gel, actúa como agente de crecimiento de los tejidos y se ha comprobado su efecto beneficioso sobre las úlceras, especialmente las bucales.
- Sarro. La acción bactericida, antiviral y fungicida del aloe inhibe el crecimiento del Streptococus mutants, responsable del sarro. Además, fortalece las encías.
- Aparato digestivo e intestinal. Quizá se trata de la propiedad más sorprendente del zumo de aloe, pues bebido puro o diluido— calma la acidez de estómago, el reflujo y la inflamación del intestino. Esto se debe a su potente acción alcalinizante, que aumenta la producción de moco digestivo y reduce la fabricación de ácido. Asimismo, facilita la recuperación del tejido esofágico y contribuye a acelerar el proceso de cicatrización de las úlceras de estómago.
- Flora intestinal. La acción del zumo de aloe persiste a lo largo de todo el tramo intestinal, ejerciendo un efecto calmante y emoliente, que facilita la recuperación de la flora intestinal, minimiza la presencia de flora patógena y aumenta la absorción de nutrientes esenciales para el organismo.
Para tratar todos estos problemas digestivos se recomienda tomar una cucharada de zumo de aloe puro media hora antes de cada comida. Es necesario beberlo solo o con muy poca agua y los efectos se notan al cabo de una o dos semanas. No obstante, el zumo de aloe puro, de venta en herboristerías y tiendas especializadas, debe contener pulpa en su preparación para beneficiarse de todas sus propiedades.
Qué es el alcíbar o aloe amargo
El acíbar o aloe amargo se obtiene a partir del jugo viscoso, amarillento y de sabor amargo localizado en la superficie de las hojas de aloe.
Una vez extraído este líquido se concentra, bien sea por exposición al sol o por ebullición. A medida que se calienta el líquido se vuelve más oscuro y espeso. Cuando se evapora toda el agua que contenía, se deja enfriar y se obtiene una masa dura de color oscuro y brillante llamada acíbar.
El acíbar se compone entre un 40% y un 80% de resinas, y hasta un 20% de aloína, un glucósido antroquinónico que es el principal principio activo del aloe. El acíbar es, por tanto, una sustancia de efecto muy potente, por lo que su administración debe ser prescrita por un especialista.
Debido a su sabor amargo, el acíbar mezclado con agua se ha empleado como un remedio popular para no morderse las uñas. Pero sin duda es su efecto laxante el que se ha buscado tradicionalmente.
El acíbar puro suele presentarse en trocitos pequeños o en polvo y, según la dosis, presenta distintos efectos:
- Hasta 0,1 g es aperitivo, estomacal y colagogo, mejorando la digestión.
- A partir de 0,1 g es laxante y emenagogo (aumenta el flujo menstrual).
- En dosis de 0,5 g (máximo diario) actúa como purgante enérgico y oxitócico (provoca contracciones uterinas).
No obstante, el acíbar no debe ser utilizado como laxante por las mujeres durante la menstruación, ni por las embarazadas, pues podría inducir al aborto; tampoco se recomienda a quienes padecen hemorroides (las puede hacer sangrar) y se prohíbe su toma en los niños.
Aloe vera: cuidados
El aloe es una planta resistente a los calores extremos y está preparada para soportar largos periodos de sequía. No obstante resulta especialmente sensible al frío, por lo que en invierno se recomienda resguardarla en el interior de nuestra casa en un lugar soleado.
En cuanto a la tierra, el aloe requiere un suelo ligeramente ácido arenoso y bien drenado.
Si se cultiva en maceta es necesario que el diámetro de esta sea como mínimo la mitad de la longitud de las hojas del aloe, es decir, si sus hojas miden 50 cm, la maceta debe tener un diámetro de 25 centímetros como mínimo.
Como se trata de una planta con raíces poco profundas, se planta siguiendo el sistema tradicional: colocar la tierra en la maceta, hacer un hueco en el centro para colocar la planta y disponer más tierra por encima de las raíces, presionando ligeramente la superficie para favorecer el enraizamiento.
Y por último se riega ligeramente. No necesita mucho riego, dos veces a la semana será suficiente para que crezca bien y pueda prestar su ayuda cuando se requiera.
En esta selección de artículos descubrirás todas las indicaciones y propiedades del aloe vera y aprenderás cómo usarlo.