Compartir no significa solo prestar cosas materiales. Compartir significa abrirnos a los demás, transmitir nuestras preocupaciones y también vivir nuestras alegrías con los demás. Vivir en comunidad. Sin embargo, muchas veces la sociedad en la que vivimos nos lleva a aislarnos, para lo bueno y para lo malo, a vivir nuestra vida sin tener en cuenta a los demás.

20 frases sobre el compartir con los demás

“Naces solo y mueres solo, y en el paréntesis la soledad es tan grande que necesitas compartir la vida para olvidarlo”, dijo el psicoanalita Erich Fromm. Y son muchos los pensadores, personajes de la política, la literatura y la cultura los que han hablado sobre la necesidad de compartir las experiencias con los demás. Estas frases profundas, ingeniosas e inteligentes nos ayudan a reflexionar sobre esta cuestión.


Fernando Torrijos

¿Somos víctimas de la Era del Yo? Es una pregunta lógica si observamos que cuestiones como la autorrealización, el crecimiento personal o la superación de las limitaciones devienen centros de interés en nuestras sociedades, en las que la lucha por la supervivencia ha pasado para la mayoría a un tercer plano. Lo cual está muy bien.

Lo paradójico es que cada vez más seres humanos, una vez cubiertas sus necesidades materiales básicas e incluso superfluas, en vez de disfrutar de la vida, muestren a menudo tendencias erráticas, zozobren mentalmente y se aboquen con cierta frecuencia a crisis psicológicas.

Aquí tienes un vídeo con frases sobre el compartir.

Pasar del yo al nosotros

Cabe preguntarse qué grado de responsabilidad puede tener en esta situación esa epidemia de ensimismamiento que padecemos; esa patología que genera la perspectiva egocéntrica con que cada vez más personas intentan solucionar sus problemas; un punto de vista que parte de la premisa de que dichos problemas, de alguna manera, los crean los Otros.

Los Otros son los que no son ni Yo, ni como Yo. Son demasiados, nos son ajenos... E incluso osan interferir en nuestro camino y frustrar nuestros sueños.

A veces nos identificamos con ellos momentáneamente, porque en lo que les ocurre somos capaces de percibir un reflejo de lo que podría sucedemos, pero suele ser un grato sentimiento de compasión que dura poco.

Por suerte, no todos los que no son Yo son Otros. En el punto medio de ese forcejeo constante se encuentran los Demás: aquellos que han abandonado la alteridad en la medida en que su vida nos importa. Se trata de las personas que, sin ser yo, forman parte de mí; por eso, para definirlos, los integro conmigo en una unidad superior a la que llamo Nosotros.

Hay nosotros, como la familia, a los que no hemos elegido: son resultado de un azar que no entendemos pero que nos enraíza en la vida. Otros, como los amigos o la pareja, son fruto de un consenso de elecciones mutuas; en los límites quedan los compañeros con que compartimos trabajos o aficiones.

La ausencia de una unidad superior marca nuestra vida: la soledad no es sino la carencia de nosotros.

La importancia de compartir

Posiblemente somos víctimas de la Era del Yo, pero no olvidemos que, más que el odio o el accidente, lo que genera victimización suelen ser las malas elecciones, la negación de los problemas o el miedo al cambio... Y una comprensión errónea de la realidad.

¿Y si la explicación habitual del Yo individual es un mito y lo que realmente cuenta es nuestro Yo social? ¿Y si los "nosotros", a los que nos sentimos pertenecientes, son más importantes de lo que admiten los que predican la adoración del Ego?

En la "producción" de nosotros, qué duda cabe, interviene el azar. Pero es el fruto, sobre todo, de un trabajo compartido, del quehacer cotidiano, de la suma de detalles, del saberse al lado en la distancia.

Una propuesta para crecer es recuperar a los Demás para perfilar quiénes somos más allá de lo que vemos, simbólicamente, en el espejo.

Olvidar el ensimismamiento y sentirlos como la parte nuestra que son; aceptarlos para llegar a aceptarnos, y no para que nos acepten; luchar por conocerlos como forma de llegar a conocernos; quererlos para seguir queriéndonos.

Recuperar el ser "nosotros mismos" y meditar, mientras compartimos, aquel viejo dicho árabe que afirma que el Infierno no es sino el Paraíso sin gente.