Las plantas que crecen espontáneamente en tu huerto, aunque parezcan inofensivas, pueden ser un arma de doble filo.

Estas plantas, conocidas comúnmente como "malas hierbas",compiten directamente con los cultivos deseados, afectando el equilibrio del ecosistema en el huerto.

Si no se gestionan adecuadamente, pueden atraer plagas, consumir nutrientes esenciales del suelo y, en general, perjudicar el desarrollo de tus plantas cultivadas. Aprender a identificarlas y eliminarlas te ayudará a mantener tus cultivos sanos y fuertes.

El lado positivo de las plantas silvestres

No todo es negativo. Muchas de estas plantas consideradas "malezas" poseen características útiles que a menudo se pasan por alto.

Algunas tienen propiedades medicinales, son comestibles, mejoran la estructura del suelo o actúan como refugio y alimento para insectos beneficiosos, como polinizadores.

Por ejemplo, ciertas hierbas florecen antes que los cultivos principales, ofreciendo néctar y polen a abejas y otros insectos vitales para la polinización. Otras contribuyen a evitar la erosión del suelo, formando barreras naturales contra el viento y la lluvia.

Sin embargo, no todas las plantas espontáneas son tan benéficas. Identificar cuáles representan un problema real es fundamental para proteger el rendimiento y la salud de tu huerto.

El desafío de las plantas perennes

Grama, juncia y correhuela

Plantas oportunistas peligrosas.

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Algunas especies perennes, como la grama, la juncia y la correhuela, son particularmente problemáticas debido a su gran resistencia y capacidad de regeneración, como explica el horticultor Alejandro Moro, de La Semilla y el Árbol, en su cuenta de Instagram.

Estas plantas pueden rebrotar incluso desde pequeños fragmentos de raíz, lo que las convierte en una amenaza persistente.  Esto se debe a que crecen de forma rizomática y son capaces de almacenar una gran cantidad de energía y, aunque arranques la planta y esta ya no pueda seguir haciendo la fotosíntesis, sus rizomas pueden llegar a sobrevivir hasta un año bajo tierra gracias a los nutrientes acumulados.

Por eso, aunque sus raíces profundas pueden ayudar a descompactar el suelo, también compiten agresivamente por agua y nutrientes, afectando a los cultivos que deseas proteger.

Estrategias de manejo

Malas hierbas

Arrancar las malas hierbas con las manos puede ser eficaz, pero solo si se extraen también las raíces.

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Como explica Alejandro Moro, que también es asesor y formador en huerta orgánica, ante este tipo de "malas hierbas", tenemos varias opciones si no queremos utilizar productos químicos agresivos.

  1. Arrancarlas manualmente
    Este es el método más conocido, pero es muy laborioso y puede resultar poco eficaz en algunas especies perennes. Cortarlas o fragmentarlas puede estimular su propagación. Para eliminarlas de forma efectiva, es crucial extraerlas con la raíz.

  2. Cubrirlas para debilitarlas
    Una técnica eficaz consiste en cubrirlas con plástico negro durante varios meses, bloqueando la luz solar que necesitan para crecer. Una vez debilitadas, puedes reforzar esta estrategia cubriendo el área con cartón grueso (sin tintas ni grapas) y una capa de compost. Este método no solo previene su reaparición, sino que también mejora la calidad del suelo.

Las plantas anuales: más fáciles de controlar

A diferencia de las perennes, las plantas anuales tienen ciclos de vida más cortos y son menos resistentes. Sin embargo, su capacidad de propagación rápida puede ser problemática, especialmente en zonas del huerto que quedan sin cultivos.

Estrategias de manejo

  1. Plantar cultivos de cobertura
    Sembrar leguminosas de bajo porte entre tus cultivos principales es una excelente estrategia para evitar que germinen hierbas no deseadas. Este método, conocido como acolchado vivo, cubre el suelo, conserva la humedad y aporta nutrientes cuando las plantas se descomponen, actuando como un abono verde.

  2. Reducir espacios vacíos
    Al plantar tus cultivos más juntos, minimizas el espacio disponible para las "malas hierbas". Sin embargo, asegúrate de que el suelo esté bien nutrido y tenga una buena estructura para soportar una siembra densa.

  3. Cubrir el suelo con materiales biodegradables
    Usar paja, hojas secas o restos de poda para cubrir el suelo ayuda a bloquear la luz solar necesaria para la germinación de las hierbas no deseadas. Este método también conserva la humedad y mejora la estructura del suelo al descomponerse. Ten cuidado en primavera y otoño, ya que estos materiales pueden atraer caracoles y babosas si no se manejan adecuadamente.

Hacia un huerto equilibrado

La clave para mantener un huerto saludable no radica en eliminar todas las plantas silvestres, sino en gestionar su presencia de manera inteligente. Algunas de estas plantas pueden ser valiosas aliadas al atraer insectos benéficos, enriquecer el suelo o incluso servir como alimento o remedio natural.

Por ejemplo, dejar que ciertas hierbas florezcan antes que los cultivos principales puede ser una estrategia para proporcionar sustento a loa polinizadores en épocas de escasez. Además, una gestión adecuada de las plantas espontáneas contribuye a preservar la biodiversidad, un factor esencial para la sostenibilidad del huerto.

Beneficios de la biodiversidad controlada

Un huerto equilibrado no solo produce mejores cosechas, sino que también se convierte en un pequeño ecosistema resiliente. Al aprender a identificar las plantas que realmente representan un problema, puedes concentrarte en controlarlas sin eliminar por completo las ventajas que ofrecen otras especies.

Con estas estrategias, podrás proteger tus cultivos y mantener un huerto saludable, lleno de vida y en armonía con la naturaleza. Tus plantas prosperarán y el esfuerzo invertido se verá reflejado en cosechas más abundantes y de mejor calidad.

 

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