El paso del verano al otoño no solo va acompañado del cambio de armario. El cansancio, la apatía y la debilidad física y psíquica suelen aparecer en esta época del año. Es lo que conocemos como astenia otoñal. Sus efectos pueden aliviarse desde diferentes frentes, siendo uno de los más efectivos, la dieta. 

Para ello, es clave incluir alimentos energéticos y de temporada en la dieta. Desde el mes de septiembre y durante todo el otoño encontramos una fruta muy energética y versátil en la cocina que encaja perfectamente con un dieta energética. Nos referimos a la calabaza

Además de su aporte energético (32 kcal cada 100 g), es un alimento que destaca por su contenido en agua (89,4 g / 100g)  y fibra (2,4 g / 100 g), lo que hace que sea una buena opción para las personas con sobrepeso o con problemas digestivos. Además, contiene hidratos de carbono y potasio, calcio, magnesio, vitamina A, C, E y betacaroteno, este último es el responsable del color anaranjado de la calabaza, y es un antioxidante que ayuda a eliminar radicales libres previniendo el envejecimiento prematuro, según la Fundación Española del Corazón.

Elegir entre 10 tipos de calabaza

Aunque sus valores nutricionales apenas se altera de una variedad a otra, lo cierto es que en su apariencia, aroma, sabor o textura sí es posible apreciar ciertas diferencias. Cada una de ellas es la más adecuada para ser cocinada de un modo u otro. Eso sí, todas tienen en común que si está en perfectas condiciones, entera y con pedúnculo, es fácil que se conserve sin problema durante meses en un lugar seco, fresco y oscuro. 

Veamos diez tipos de calabazas:

1. Cucúrbita máxima. Redondeada, achatada y de gran tamaño. Su piel es naranja, dura y ligeramente rugosa y su pulpa amarilla o naranja. Es la que todos imaginamos cuando pensamos en Halloween. 

  • En la cocina: de sabor ligeramente amargo, se usa para hacer cremas, purés, guisos y estofados.

2. Calabaza dulce de horno. Es parecida a la máxima, pero de tamaño algo más pequeño. También puede ser más alargada. La piel es rugosa, gruesa y muy dura y de color anaranjado.

  • En la cocina: por su sabor dulce es perfecta para preparar dulces, cremas y batidos. También es ideal para comerla asada.

3. Calabaza violín.  Alargada, no muy grande, de piel dura clara y lisa y con una base más ancha. Su forma ha hecho que también se conozca como butternut o cacahuete. No es tan dulce como la dulce de horno, pero sí firme y sabrosa. 

  • En la cocina: de textura cremosa, admite muchísimas preparaciones: frita, gratinada, cocida, asada, como guarnición de distintos platos, dulces, etc.

4. Calabaza Potimarrón. Tiene forma de pera. Se conoce también con el nombre de hokkaido y su piel es fina, muy anaranjada y dura. No tiene un tamaño muy grande.

  • En la cocina: queda riquísima asada, gratinada, en purés o cremas e, incluso, igual que la dulce de horno, es ideal para pasteles y bizcochos.

5. Calabaza gris. Como su nombre indica, se distingue por su color gris. Además, es bastante lisa. Solo tiene algunos surcos. En cuanto a la forma es redonda y achatada. 

  • En la cocina: tiene un sabor suave y es de carne jugosa. Se puede cocinar de mil maneras distintas: asada, en guisos, hervida, frita... También en purés y cremas frías. 

6. Calabaza vasca o Mallorca. Se caracteriza por ser alargada y de gran tamaño. Es de color verde y con franjas amarillas o naranjas. El interior es de color naranja intenso.

  • En la cocina: es de sabor bastante sabrosa y jugosa. Es perfecta para hacer guisos. Pero pierde su textura firme una vez cocinada. 

7. Calabaza de cidra o cabello de ángel. Es una de las calabazas más dulces, si no la que más. Su forma es ovalada y ancha, y su piel es de color verde con manchas y surcos blancos. 

  • En la cocina. Su pulpa blanca y blanquecina se usa para elaborar cabello de ángel y otros dulces. 

8. Calabaza bonatera. Se la conoce también como patisson. Su forma es como una boina, plana, achatada y pequeña. Suele ser de color blanco, verde o anaranjado. Se puede consumir con piel, y destaca por su frescura.

  • En la cocina: aunque se usa sobre todo con fines ornamentales, también se cocina para hacer cremas, guisos, asados, salteados o gratinados. Eso sí, en su forma más tierna.

9. Calabaza italiana. Igual que la bonatera, también se puede comer con piel. Se reconoce por ser redonda y achatada. Es de color verde, verrugosa y con sabor a fruto seco. 

  • En la cocina: se utiliza sobre todo para hacer arroz, potajes y guisos. Su pulpa es de color naranja intenso o amarillento.

10. Calabaza espagueti. Se llama así porque su carne está llena de filamentos muy parecidos a los espaguetis. Su forma es cilíndrica y chata, y su color amarillo pálido, tanto de la piel como de la pulpa. 

  • En la cocina: normalmente se cocina entera o por mitades, pero también se pueden extraer sus filamentos y saltearlos para servirlos como guarnición de todo tipo de platos.

Todas las calabazas comestibles son saludables

Si bien las calabazas alguna vez se consideraron alimento para los pobres, ahora son una parte integral de nuestra cocina en otoño.

No importa qué tipo de calabaza hayas comprado o cuál te guste más, contienen vitaminas que son especialmente importantes en la estación fría. Entre ellas se incluyen la vitamina A (en forma de betacaroteno), la vitamina E y la vitamina C. También contienen muchos oligoelementos como calcio, zinc y potasio.

Si en otoño prestas atención a una dieta saludable siempre debes tener algunas calabazas en la cocina, entre otras cosas porque contienen sólo 25 kilocalorías por cada 100 gramos.

La mayoría de las variedades de calabazas son comestibles. Sin embargo, algunas se venden con fines decorativos. Algunas variedades de pequeñas calabazas ornamentales contienen la sustancia amarga cucurbitacina. Su sabor muy amargo deja claro que es mejor no comerlas.

En caso de duda, prueba con un pequeño trozo de calabaza cruda. La sustancia amarga puede provocar irritación estomacal o náuseas más o menos graves, pero no debería ser fatal.

Recetas con calabaza

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