“El futuro es imprevisible, salvo en una cosa. Podemos estar seguros de que planteará problemas, como ha sucedido siempre”, dice Jose Antonio Marina en una entrevista que comparte por medio de YouTube. En ella desgrana las dificultades de educar a nuestros hijos (alumnos, sobrinos, etc.) ante un futuro que parece cada vez más incierto.

Precisamente por esta incertidumbre, que es tan antigua como natural, Marina, catedrático de filosofía de 85 años, y un gran referente en educación y pensamiento crítico, nos propone una nueva forma de encarar la educación. Una metodología que se centre en la forma correcta de afrontar los problemas con una estructura sólida y multifactorial. “Ese debería ser el núcleo de la educación a todas las edades”, afirma el filósofo.

Educar para solucionar problemas

 Ante la incertidumbre de un mundo que cambia a marchas aceleradas, solo podemos tener una certeza: surgirán nuevos problemas en el camino. Así ha sido siempre, asegura José Antonio Marina, catedrático de filosofía, que también afirma que, en base a esto, “lo más sensato es que enseñemos a nuestros alumnos y a nuestros hijos a resolverlos”.

Pero ¿cómo prepararlos para problemas de lo que aún no sabemos nada? Aunque no conozcamos los desafíos a los que se enfrentarán nuestros hijos, dice Marina, “todos tienen una estructura común”.

Según su experiencia, para lidiar con cualquier situación incómoda podemos seguir un mismo proceso. En primer lugar, tenemos que identificar el problema, para luego plantearlo de forma correcta. Completado el análisis, podemos pasar a buscar soluciones para acabar seleccionando una. Al aplicarla, comprobaremos si funciona o no. En caso de fallo, aprenderemos la lección y seleccionaremos una nueva posible solución, hasta conseguir superar el obstáculo. 

En cualquier caso, frente a cualquier problema, asegura el catedrático, la clave está en adoptar la actitud adecuada, que combina elementos cognitivos, emocionales y morales.

Podemos verlo de forma más simple en el campo de los problemas personales. Cuando algo nos produce una profunda angustia, por lo general, nos centramos en eliminar el malestar sin enfrentar el verdadero causante de este. Cambiar este enfoque, y educar en la capacidad de hacer frente a las dificultades, es fundamental para el desarrollo de los más pequeños.

Más allá de la inteligencia racional

En este proceso de resolución de problemas, nos dice Marina, tenemos que mirar mucho más allá de la capacidad racional. En muchas asignaturas, se educa a los niños en la resolución de problemas: las matemáticas, la física, la geometría. Pero su enfoque va un paso más allá: “mi idea es que, al mismo tiempo, se debe fortalecer el hábito básico de resolución de problemas”.

Un matemático puede ser muy hábil resolviendo los desafíos de su profesión y, sin embargo, carecer de cualquier habilidad para hacer frente a su vida personal. “Hay muchos alumnos con altas capacidades cognitivas que acaban fracasando por carecer de la capacidad de resolver problemas no cognitivos”, continúa Marina.

Podemos verlo a través de un ejemplo extremo, asegura el filósofo, el de la vida de John Nash, Premio Nobel de matemáticas y economía, cuya vida ha sido dramatizada en la película Una mente maravillosa (2001). El genio de las matemáticas, explica Marina, “era preso de obsesiones paranoicas”, por lo que para poder dedicarse a su profesión primero tuvo que resolver sus problemas de salud. En esta línea, el catedrático aboga por crear una nueva ciencia a la que bautiza como “heurística”.

Una nueva asignatura para la vida: la heurística

Marina asegura que para afrontar las dificultades que nos presenta este futuro incierto necesitamos la heurística. Pero, ¿en qué consiste esta asignatura pendiente de la sociedad?

La palabra procede de la misma raíz que “eureka”, término que usamos casi siempre para hablar del momento en el que Arquímedes hizo su gran descubrimiento, y que podríamos traducir como “lo he encontrado”. Precisamente por eso considera que el nombre de esta materia, que debería ser la ciencia que se encarga de encontrar soluciones, debería llamarse heurística, porque trata de encontrar.

Mientras no exista en centros educativos, podemos cultivarla en casa por medio del pensamiento crítico y de herramientas tan antiguas como el método socrático. La cuestión es empezar a identificar los problemas que nos rodean, sin huir de ellos por medio de las ciento de vías de escape que nos ofrece la sociedad moderna, para empezar a desarrollar la capacidad de resolver en cada momento de la vida.

Y podemos heredar este poderoso legado a los más pequeños si, desde los primeros momentos de su crecimiento, les enseñamos que no hay problema que no pueda resolverse con el enfoque correcto.

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