La generosidad y las acciones solidarias no solo tienen beneficios para los demás, sino también para uno mismo, tanto desde el punto de vista psicológico como espiritual. Es importante intentar, sin embargo, que nuestra ayuda y generosidad sea eficaz y respetuosa con el prójimo.

Por otro lado, aunque el altruismo, la empatía y la generosidad son cualidades innatas, estas deben convivir con otras tendencias no menos naturales como el egoísmo o la agresividad. Por ello es poco probable que la compasión pueda expresarse si no se saben dominar los propios impulsos y deseos más perjudiciales.

Veamos cómo controlar estos impulsos que nos impiden ser totalmente sinceros o auténticos a la hora de mostrarnos generosos o ayudar a los demás, y qué debemos evitar en cualquier caso. 

Dominar impulsos que nos restan generosidad

Sin Ia necesaria contención interior, toda conducta altruista queda inhibida o desvirtuada. Es el caso de algunas acciones que, a los ojos de un observador externo, podrían parecer compasivas pero que no lo son porque quien las lleva a cabo lo hace movido por el egoísmo, el afán de notoriedad o el anhelo por conseguir terminadas prebendas.

Al hablar de contención interior nos referimos a hacer todo lo posible por sentir que somos nosotros quienes manejamos las riendas de nuestra propia vida y no nuestros impulsos, sentimientos o pasiones.

En otras palabras, se trata de comprender cómo afectan los pensamientos negativos a nuestro estado de ánimo y nuestras acciones; distinguir los pensamientos útiles o racionales de los distorsionados o destructivos y aprender a contener nuestra respuesta ante estos últimos.

Así es posible aprender a manejar nuestras emociones de forma positiva, y realizar un esfuerzo voluntario y bien sopesado para adoptar un comportamiento ético.

qué evitar cuando se intenta ayudar o ser Generoso

En ese sentido, es importante evitar anticiparse a las demandas del otro y esperar a que sea éste quien, de una u otra manera, pida ayuda. Actuar antes de tiempo puede hacer, en muchos casos, que asumamos responsabilidades que no nos atañen o que contribuyamos a prolongar o reforzar situaciones de injusticia o incapacidad.

Ayudar no significa hacer las cosas por la otra persona, ni atribuirse la capacidad de tomar decisiones por ella o resolver sus dificultades. Haciéndolo evitamos que la persona en cuestión tome una actitud activa ante sus problemas y se esfuerce por superarlos.

La ayuda no es más que un bastón que alguien puede usar en un momento dado, pero es la persona quien debe recuperar la capacidad de andar sola.

La actitud de resolver la vida del otro, de ir de "salvador", produce además una gran mella en la autoestima de quien recibe la ayuda porque, en el fondo, es como decirle: "como tú no vales o no puedes hacerlo, lo hago yo por ti".

Es importante, por otra parte, escuchar y respetar las necesidades de la otra persona y no centrarse en lo que uno cree que el otro necesita. Recordar que cada cual tiene su camino y toma sus propias decisiones ayudará a mantener esta actitud en momentos de duda.

Junto a todo lo anterior, convendrá recordar que ninguna de las bondades del altruismo será posible si la ayuda a los demás se emplea como medio para huir de los propios conflictos. Nosotros también debemos aprender a caminar solos y a enfrentarnos a nuestras dificultades aprendiendo de los aciertos pero, sobre todo, de los errores. 

8 hábitos que te ayudan a desarrollar la generosidad

Para desarrollar esta cualidad es Importante adoptar una actitud de apertura mental y desapego hacia las cosas materiales. Estos consejos pueden ayudar:

SIENTE GRATITUD HACIA EL MUNDO 

Piensa en todo lo positivo que has conseguidohasta ahora (trabajo, relaciones enriquecedoras, pertenencias o bienes materiales... ). Si analizas estos logros, verás que ninguno ha sido posible sin la ayuda directa o indirecta de otras personas, muchas veces anónimas.

CULTIVA TU AUTOESTIMA

Tendemos mucho en cómo afectamos a los demás de forma negativa. ¿Y si hiciéramos también lo contrario? Trata de pensar en las repercusiones positivas que tus acciones tienen sobre los demás, y en los sentimientos que pueden tener al respecto. 

TOMA DISTANCIA

Cultiva cierta actitud de desapego que te permita tomarte las cosas con mayor distancia emocional. 

No te aferres a los bienes materiales ni a tus recursos psicológicos, culturales, sociales o espirituales. Disfrútalos y empléalos sabiendo que no te pertenecen en exclusiva. 

Distingue entre cómo te ven los demás y tu verdadera naturaleza.

SÉ TOLERANTE

Acércate a los demás con una actitud de aceptación.

Recuerda que cada persona (al igual que tú) lucha con sus propias dificultades, actúa según sabe y puede y, en última instancia, trata de ser feliz.

Es probable que no comulguemos ton muchas de las cosas que hacen o piensan los demás, pero ¿quién nos dice que no actuaríamos de la misma forma si hubiésemos vivido sus mismas circunstancias?

TRATA DE NO JUZGAR

Esta actitud de no juzgar hará que las otras personas se sientan más cercanas a ti y se abran al diálogo, lo que te permitirá comprenderlas mejor y aprender mucho de ellas.

También te dará mayores oportunidades para el intercambio y la generosidad.

DEFIENDE TUS VALORES SIN CERRARTE A LOS DEMAS

Ábrete a los demás pero manteniendo tus propias referencias y valores, y respetando tus necesidades.

PRACTICA CON EL EJEMPLO

La generosidad es algo que, ante todo, se practica.

Trata de aprovechar todas las oportunidades que te ofrece la vida diaria para escuchar y ayudar a quienes lo necesiten.

CULTIVA LA HUMILDAD

No te sientas más importante ni mejor persona por el hecho de dirigir tus esfuerzos hacia la generosidad.

Ello te haría caer en la trampa de una de las peores formas de egocentrismo o, incluso, en la presunción o engreimiento.

Nadie está por encima de otro.