¿Alguna vez te has preguntado cuáles son las características de la mente de un genio?
Las grandes personalidades que destacan por su potencial creativo y por lo impresionante de sus obras no solo son capaces de realizar aportaciones únicas a la sociedad, sino que ellos en sí mismos también muestran una serie de características que los hace irrepetibles en su disciplina.
La personalidad que distingue a los genios
A continuación puedes ver los principales rasgos de personalidad que hacen que los genios sean genios. Algunos de ellos pueden causar admiración, pero no todas sus facetas son ventajosas.
1. Son muy perfeccionistas
Según el psicólogo Howard Gardner, los genios dedican mucho tiempo y esfuerzo a perfeccionar aquello en lo que ponen toda su pasión. No se limitan a materializar aquello que han creado en su mente, sino que buscan posibles fallos, inventan soluciones, las aplican sobre su creación y comprueban si se ha solucionado la situación.
Esto tiene que ver con la autodisciplina y la autocrítica, claro, pero no es un nivel de exigencia impuesto desde fuera, sino que nace de un deseo de mejorar que brota de uno mismo y que resulta muy ventajosa. A fin de cuentas, nadie conoce mejor una obra y sus posibles imperfecciones como la persona que la ha creado.
2. Muestran una curiosidad insaciable
Según Mihaly Csikszentmihalyi, uno de los grandes referentes de la Psicología Positiva, algo que distingue a los genios del resto de personas es su curiosidad extrema por desarrollar ideas originales o atractivas. Eso significa que no se contentan simplemente con imaginar cómo sería pintar cierto cuadro, crear cierta máquina o escribir cierta novela, sino que se ven impulsados hacia la creación real de esas obras. Conectan sus fantasías con la realidad porque les fascina tanto aquello que imaginan que quieren sentir cómo sería llevarlas a la práctica.
Esto es bueno y malo a la vez, porque supone momentos de profunda frustración cuando en la aplicación práctica de la idea aparecen problemas, mientras que el resto de personas se sienten satisfechas desde la seguridad que supone fantasear con cosas que no ocurrirán.
3. Están guiados por la motivación intrínseca
Esta característica se deriva de las dos anteriores. Cuando se dice que un genio vive para su pasión, eso no significa que invierta mucho tiempo y esfuerzo en su trabajo para obtener beneficios al final del proceso de creación.
Según explica Dan Pink en su libro La sorprendente verdad sobre qué nos motiva, los genios abrazan la idea de que son ellos los primeros interesados en que sus obras sean perfectas, pero no lo hacen por el reconocimiento social ni por las recompensas económicas, sino porque disfrutan del camino que les lleva a la meta. Es decir, su motivación es intrínseca, y no extrínseca, porque no se puede separar del proceso de creación y tampoco surge de una recompensa que no está integrada de manera orgánica en este. El trabajo que caracteriza a un genio no es una herramienta, sino la meta en sí.
4. Su vida es su obra
Como la curiosidad y la pasión que los lleva a esforzarse en su trabajo nace de lo más hondo de su ser, los genios no acostumbran a establecer una frontera entre su vida personal y la laboral. Esto es bueno en cierto sentido, porque significa que al estar mucho tiempo pensando en su trabajo de creación (incluso en las situaciones más extrañas), son más capaces de establecer relaciones ingeniosas entre ideas que a nadie antes se le había ocurrido comparar. Es decir, que los genios se benefician de muchas más fuentes de inspiración.
Sin embargo, esto puede ser malo para su vida social, ya que a veces las amistades y las relaciones afectivas pasan a un segundo plano cuando aparece una idea rompedora que requiere interrumpir una conversación para garabatear en una libreta o volver apresuradamente al lugar de trabajo.
5. Son autodidactas
A la hora de desarrollar habilidades excepcionales y un potencial creativo único, la cantidad de educación formal recibida en liceos o universidades no se corresponde con el potencial que se llega a alcanzar. El investigador Dean Simonton estudió a una serie de 350 genios como Beethoven o Galileo Galilei y descubrió que la gran mayoría de ellos tenían un nivel educativo medio.
Tanto las personas con un nivel de formación muy completo y especializado como aquellas que apenas habían sido educadas en escuelas tenían menos posibilidades de encontrarse entre este grupo de figuras históricas que han realizado importantes aportaciones a la humanidad. Eso significa que buena parte de los ingredientes que sirven para crear genios llegan a través de la educación autodidacta fuera de las aulas.
6. Son solitarias
Mihaly Csikszentmihalyi señala que, más allá de casos excepcionales de genios que nacen en familias bien situadas y relacionadas, la mayoría de estas personas tienden a ser solitarias y a experimentar problemas a la hora de establecer relaciones estables. Su trabajo suele ser tan intenso y demandante que la vida afectiva sufre un cierto desgaste, sobre todo durante los años de juventud.
Mientras que la gran mayoría de la gente no se preocupa por perfeccionar sus habilidades ni en especializarse mucho en un ámbito de la ciencia o el arte, los genios no solo están dispuestos a este sacrificio sino que sienten la necesidad de realizarlo. Es por eso que se abre una brecha entre ellos y el resto de la sociedad, que en muchas ocasiones los mira con extrañeza y solo se fija en los resultados finales de su trabajo.
A modo de conclusión...
George de Savile dijo siglos atrás que un hombre que es un maestro en la paciencia es un maestro en todo lo demás, y esto es especialmente cierto si nos paramos a pensar en las características de los genios.
Todos los rasgos personales de los genios que hemos visto comparten algo en común: nacen de la necesidad de experimentar con técnicas y con ideas, un deseo que desplaza a casi todos los demás.
Este hecho en sí mismo permite que puedan dedicar mucho tiempo y esfuerzo a pulir sus habilidades, y de ese motor de desarrollo personal nacen todas estas características que hacen que los genios sean admirados. No es tanto el talento como el tiempo y la ilusión que se dedica a mejorarse a uno mismo lo que resulta determinante a la hora de ofrecer algo único y casi perfecto.