Esto es indiscutible: los vínculos que compartimos con los demás son la clave de nuestro bienestar emocional. Todos los gurús de la felicidad coinciden en este punto. No se trata del éxito, de lo que tenemos ni de los hábitos. Se trata de compartir la vida con las personas adecuadas.
Así lo demuestra un reciente estudio sobre felicidad en la vida adulta realizado por la Universidad de Harvard: la calidad de nuestras relaciones determina nuestra felicidad y nuestra longevidad. Por eso, para evitar la maldita soledad no deseada, un problema social y de salud cada vez más preocupante, debemos aprender a atraer a las personas adecuadas. Y la mejor forma de conseguirlo es transmitiendo buena energía.
La buena energía atrae
¿Qué significa esto de tener “buena energía”? La definición se la pedimos prestada a Robert Waldinger, psiquiatra y profesor en Harvard, que sostiene que las personas que desprende buena energía son aquellas que se muestra ante los demás con generosidad y curiosidad.
Estas dos palabras, que a simple vista no parecen tener ninguna relación entre sí, pueden ser la clave para que, a partir de ahora, tengas una vida social mucho más saludable.
Porque desarrollar estas características no solo puede mejorar tu calidad de vida, también favorece que construyas vínculos más profundos y satisfactorio. La conexión emocional y el entendimiento mutuo están en el centro de todo esto.
Solo nos queda hacerte una pregunta. ¿Quieres convertirte en una persona que desprende buena energía? Entonces presta atención al consejo de Waldinger y empieza a cambiar la polaridad de tus vibras.
Ayuda a los demás, para ayudarte a ti misma
La generosidad es, desde el punto de vista de muchos gurús, la clave de la riqueza. Porque no solo favorece a quien recibe ayuda, sino que enriquece emocionalmente a quien la ofrece. Ayudar es una forma de fortalecer relaciones y, al mismo tiempo, mejorar nuestra propia felicidad.
Waldinger explica en sus conferencias que “ninguno de nosotros puede controlar la forma en la que otras personas se comprometen con nosotros”. Sin embargo, sí “podemos controlar la manera en que nosotros nos comprometemos con ellas”. Es decir, que, aunque no siempre recibamos el apoyo que deseamos, siempre tenemos el poder de darlo.
La ciencia respalda esta idea que Waldinger explica con tanta claridad. Un estudio publicado en el Journal of Happiness Studie indica que las personas generosas, que participan en actos solidarios y se involucran en la comunidad, experimentan niveles más altos de bienestar emocional. Así, ayudar a los demás no solo beneficia a quienes reciben ayuda, sino que también aumenta la satisfacción personal y la felicidad del donante.
Desarrolla una sana curiosidad por los demás
Tener curiosidad por los demás es muy sano. Ojo, que no hablamos de caer en chismorreos y cotilleos maliciosos. Sencillamente, se trata de cultivar una sana curiosidad por los demás. Y es que la curiosidad es una característica básica en las personas que desprenden buena energía.
Sentir curiosidad por los demás significa que te interesas de forma genuina por sus vidas, experiencias y emociones. Es esta curiosidad natural la que puede servir como base para construir relaciones sanas, fundamentadas en la empatía y la escucha activa.
Waldinger explica que “la curiosidad real y profunda sobre lo que experimentan los demás” puede ser muy útil en las relaciones importantes. Da espacio para grandes conversaciones e intercambio de conocimientos que no sabíamos que existían. Las personas curiosas hacen sentir a los demás que son importantes, y esto sentar un importante precedente de cariño que puede fortalecer, a la larga, los lazos que compartimos.
“La curiosidad genuina nos ayuda a conectar con los demás”, afirma el experto. Y es por eso por lo que cultivar esta forma natural de conectar puede hacer que los otros se sientan más atraídos, invirtiendo así la polaridad de nuestras buenas vibras. Si la sumas a la generosidad, estas dos características pueden convertirte en una persona feliz y completamente diferente.