La obra de David Robson ha conseguido colocarse una y otra vez entre los grandes éxitos de venta del momento. Este año, ha sorprendido con un libro muy necesario y coherente con la época en la que vivimos: The Laws of Connection. En su libro, Robson desglosa las barreras que nos impiden conectar de forma profunda con los demás. Algo esencial en una era en la que la soledad no deseada ha sido declarada por la OMS como uno de los grandes peligros de salud pública.

Frente a esta creciente soledad, Robson usa la neurociencia, la psicología y la filosofía para lanzarse sobre estas barreras, desmenuzándolas y enseñándonos como enfrentarlas. Una de las más limitantes, y también bastante fácil de abordar, es la brecha del agrado. ¿Quieres saber qué es y cómo vencerla? Te lo contamos.

¿Qué es la brecha del agrado?

En una entrevista concedida a The Guardian, Robson describe la brecha del agrado como la “tendencia a subestimar cuánto disfrutan los demás de nuestra compañía y cuánto desean construir una conexión más fuerte con nosotros”. En otras palabras, este término explica por qué muchas veces creemos que los demás nos encuentran menos agradables de lo que realmente lo hacen.

O lo que es lo mismo: por norma general, le gustas a los demás mucho más de lo que podrías imaginar.

Robson explica que este fenómeno sucede a causa de nuestra tendencia a fijarnos más en nuestras propias inseguridades y errores durante una conversación, en lugar de ver la interacción de forma objetiva. Este sesgo nos lleva a juzgar que nuestros comentarios o conductas no han sido bien recibidos cuando, en realidad, las personas suelen disfrutar de nuestra compañía y se han sentido bien al interactuar con nosotros.

Todo esto lo probaba el experto con un sencillo experimento, en el que ponían a interactuar a dos completos desconocidos. Ambos juzgaban, antes de comenzar la interacción, que esta sería incómoda y desagradable. Tras la charla, aseguraban haber disfrutado y pasado un buen momento con la otra persona.

Esto demuestra que la brecha del agrado afecta a nuestra disposición de iniciar nuevas relaciones o conversaciones. Al creer que no causaremos una buena impresión en el otro, podemos llevar a evitar situaciones sociales o mantenernos más reservados de lo necesario, perdiendo así oportunidades de conexión y afecto.

¿Cómo vencer la brecha del agrado?

Como sucede con otros tantos problemas, el primer paso para solucionarlo es identificarlo. De hecho, un estudio realizado por la American Psychological Association asegura que es más fácil hacer amigos y cultivar vínculos significativos con ellos cuando se tiene en cuenta la brecha del agrado.

Para enfrentarnos a ella, sin embargo, Robson nos ofrece algunos consejos prácticos orientados a que tomemos consciencia de cómo percibimos estas interacciones y mejoramos nuestra autoconfianza. Los más importantes son los siguientes:

  • Recuerda el impacto positivo. Frente a la brecha del agrado, Robson recomienda hacer memoria de todas aquellas veces en las que nuestras interacciones sociales han tenido resultados positivos. El ejercicio ayuda a que recordemos que las personas, por lo general, valoran nuestra presencia y compañía más de lo que creemos.
  • Confía en tus cualidades. Cuando sientas los efectos de la brecha del agrado, recuérdate tus cualidades positivas, toma conciencia de ellas. Esto puede ayudar a reducir la autocrítica, permitiéndote reconocer tus fortalezas y habilidades para conectar con los demás.
  • Haz preguntas. Robson explica que, al demostrar curiosidad y prestar atención de forma activa, tendemos a generar una impresión más agradable en los demás. Además, escuchar con interés genuino no solo te hace más agradable, sino que también disminuye esa autoconciencia excesiva sobre cómo estás siendo percibido por los demás.
  • Practica la exposición progresiva. El experto también recomienda exponerse poco a poco a situaciones sociales que normalmente evitarías. Este enfoque gradual permite ganar confianza en cada paso, lo cual también ayuda a reducir el temor al rechazo, fortaleciendo la percepción de que somos bien recibidos.
  • Enfócate en la experiencia, no en ti misma. Tratar de concentrarte en el momento que estás compartiendo, en la otra persona, en lugar de analizar constantemente tu comportamiento, puede hacer que disfrutes mucho más de la interacción y que te sientas menos ansiosa en el proceso.

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