Los plátanos y aguacates son saludables y populares, tanto entre los niños como entre los adultos.  En 2017, cada español consumió, en promedio, casi 12 kg de plátanos y por lo menos 6 kg de aguacates. No es de extrañar, ya que ambas frutas aportan una gran cantidad de nutrientes esenciales.

Resultan unos snacks prácticos, ideales para llevar al trabajo  o a las excursiones porque su piel funciona como una funda protectora natural, pero aquí reside precisamente el problema.

Ambas frutas recorren una gran distancia hasta que llegan a nuestras manos, sobre todo si no elegimos producción nacional. En los lugares donde se cultivan, pueden haberse utilizado numerosos productos químicos —si no son ecológicos— para protegerlos de plagas y patógenos. Antes de que lleguen a nosotros, se les vuelve a tratar con fungicidas, es decir, agentes antimohos. Una de cada tres frutas puede contener un cóctel de hasta 24 toxinas diferentes. Esto puede representar un riesgo, particularmente para niños, mujeres embarazadas o lactantes, personas mayores o con sistemas inmunitarios debilitados. 

Lava las frutas y las manos

Puedes pensar que precisamente la piel protege a los plátanos y los aguacates de estas sustancias tóxicas. Lo cierto es muchas, sobre todo las que se aplican en la fase de cultivo, son capaces de penetrar hasta el interior. Y otras se quedan en la piel, sí, pero si la tocamos con la mano y luego tocamos la fruta para cortarla o llevártela a la boca, puedes imaginar lo que ocurre.

Al manipular la cáscara, las manos entran en contacto con pesticidas y fungicidas, que pueden transferirse fácilmente a la boca. Esto es especialmente común en niños, que a menudo se chupan los dedos después de comer.

Además, la manipulación en supermercados expone las frutas a bacterias y los virus, ya que muchas personas las tocan y luego las devuelven al estante. En el caso de los aguacates, su piel rugosa permite que los contaminantes se “escondan” y que, luego, contaminen la pulpa al cortarlos.

Los científicos también sospechan que, cuanto más tiempo se almacenan las frutas, más químicos pueden transferirse de la cáscara a la pulpa. Aunque no en cantidades peligrosas, esto dificulta eliminar completamente los pesticidas solo con el lavado.

Niños y personas vulnerables

Los niños, las personas mayores o con sistemas inmunitarios debilitados pueden ser más sensibles a los efectos de los pesticidas que se usan con los plátanos y los aguacates. Algunos estudios sugieren que pueden afectar al desarrollo infantil y la fertilidad.

Es cierto que el uso de pesticidas en la agricultura y en la industria alimentaria es legal y que suelen respetarse los límites establecidos por la ley. Pero la normativa no considera la cantidad de tóxicos a la que estamos expuestos a lo largo del día: las pequeñas dosis se van acumulando y al final el organismo se enfrenta a una gran carga. Además, se pueden producir interacciones entre tóxicos que siquiera han sido evaluadas por la ciencia. Por eso, lo más sensato es reducir al mínimo las exposiciones en la medida de nuestras posibilidades.

En el caso de los plátanos y los aguacates, no basta con buscar pegatinas de marcas conocidas. Lo ideal es elegir productos de cultivo ecológico para minimizar la exposición a contaminantes.

Cómo disfrutar de plátanos y aguacates sin miedo a los pesticidas

  • Opta por frutas y verduras de producción próxima y ecológica certificada.
  • Lava bien los plátanos, aguacates y otras frutas con cáscara, tanto si optas por productos de cultivo convencional como ecológico, en los que también pueden acumularse las bacterias debido a las sucesivas manipulaciones.
  • Si lo va a comer un bebé o un niño pequeños, ofrécele solo la pulpa para reducir la exposición a residuos y patógenos.

Tomar estas precauciones te permitirá disfrutar de estas deliciosas frutas sin comprometer la salud.