Hay personas que parecen tener una autopista mágica que conecta sus deseos con sus logros. Te hablan de algo que quieren que suceda y, al cabo de un tiempo, comprobamos que se ha hecho realidad. Podemos compararlo con el chamán que consigue hacer llover sobre un terreno seco. ¿Cómo aplicarlo a nuestra vida?

¿Qué son los rainmakers?

El rainmaker, que literalmente significa «quien hace llover», tiene dos acepciones en lengua inglesa. La primera se refiere principalmente a los nativos norteamericanos, y designa al brujo o chamán que realizaba rituales para invocar la lluvia en tiempos de sequía. Para ello, se vestía con plumas, ropas y complementos especiales, a menudo de color azul, para congraciarse con el cielo.

Esta práctica, sin embargo, no es exclusiva de los actuales Estados Unidos y Canadá. En muchas tribus africanas, el rey o reina también tenía la responsabilidad de «hacer llover» y, si fallaba en su cometido, podía ser derrocado por su pueblo.

También en la antigua China había danzas ejecutadas por chamanes para lograr la deseada lluvia. Para ello, bailaban en medio de un círculo de fuego, siguiendo la creencia de que el sudor abundante del bailarín atraería el agua del cielo. Incluso en Europa, desde el Imperio romano ha habido rituales orientados a convocar la lluvia y, en algunos países, sobrevivieron hasta el siglo XX.

Curiosamente, la segunda acepción para rainmaker se aplica al mundo de las corporaciones, y hace referencia al empleado capaz de generar grandes ventas en su departamento. Eso lo convierte en una pieza muy valorada, del mismo modo que los equipos de fútbol dependen del goleador.

Qué nos enseñan los rainmakers

Esta capacidad ha generado manuales de empresa cuyas leyes nos pueden ser útiles para la vida, como veremos a continuación. Nos detendremos en dos de ellos.

  • El primero data de 2013 y su autor es Jeffrey J. Fox, que traza un paralelismo entre el hechicero capaz de despertar la lluvia que alimentará a su pueblo y la persona capaz de dar vida –y beneficios– a una organización. Todo el mundo desearía ser un rainmaker, puesto que son altamente valorados y muy bien remunerados. Su libro How to Become a Raimaker presenta su método y su credo para desarrollar tan celebrado don.
  • Con el mismo título, el consultor Matt Oechsl escribió su propio tratado con doce mandamientos finales, de los cuales a continuación tomaremos cinco para aprender el arte de hacer llover y llevarlo a nuestro terreno cuando lo creamos necesario.

5 claves para "hacer llover" en la vida

¿Por qué hay personas que tienen más facilidad que otras para «hacer llover» sobre sus aspiraciones y proyectos? ¿Han nacido en un suelo más fértil o hacen cosas distintas a los demás? Oechsl opina que es lo segundo. De hecho, una sección de su libro se titula «Los rainmakers se hacen, no nacen», y se abre con esta cita del conferenciante y escritor Albert E. N. Gray: «El secreto del éxito de cualquier persona es que ha creado el hábito de realizar ciertas cosas que quienes fracasan no quieren hacer».

Veamos cómo aplicar cinco de las leyes de Matt Oechsl:

  1. Cree en que puedes lograrlo. El autor menciona al genio del golf Jack Nicklaus que, al preguntarle cómo lograba ganar tantos torneos, explicó que de todos los jugadores del circuito, consideraba que al menos 100 poseían el mismo talento que él. Sin embargo, solo 20 creían tener alguna posibilidad de ganar, y los que esperaban definitivamente lograrlo eran solo 5. Estos últimos eran sus competidores. El primer poder de un rainmaker es el convencimiento de que puede lograr todo aquello que se ha propuesto.
  2. Actúa sin miedo. Nuestros temores son los principales muros que nos separan de lo que deseamos. Una persona cargada de miedos no se atreverá a invocar la lluvia por miedo a fracasar o, en el otro extremo, a desatar una tormenta. Por extraño que parezca, la posibilidad de tener éxito nos intimida, porque nos genera preguntas como: «¿Qué pensarán los demás si intento esto o aquello?», «¿me seguirán queriendo o se alejarán de mí?». Esta clase de runrún mental nos lleva al autoboicot.
  3. Pon foco absoluto. La dispersión diluye los objetivos. El arte de hacer llover requiere pensar solo en la danza. Entregarse a la tarea en cuerpo y alma. Para ello es esencial saber cuál es la gran prioridad en este momento de tu vida y aparcar el resto.
  4. Persiste hasta el final. No es el talento lo que escasea, sino la constancia. Especialmente si el objetivo es de cierto calado, necesitarás una mentalidad de maratoniano. El corredor de larga distancia no se desgasta en grandes esprints, sino que busca mantener el ritmo hacia la meta. Es lo que los japoneses llaman kaizen.
  5. Ten siempre las antenas desplegadas. Muchos logros dependen de saber capturar las oportunidades que van surgiendo, sea en forma de personas o de situaciones propicias. Oechsl lo explica así: «¿Te has dado cuenta de que hay gente que siempre tiene suerte? (…) Pero la suerte se la labra cada uno. Esta es una verdad de cada rainmaker que he conocido: ha desarrollado un sexto sentido que le permite detectar cualquier oportunidad. En otras palabras, sus antenas de rainmakers están siempre desplegadas».

El secreto para conseguir lo que deseamos

Un cuento que se suele mencionar en cursos de desarrollo personal es el del joven que viaja para visitar a un maestro del éxito. Quiere aprender el gran secreto para hacer posible aquello que ahora se le antoja difícil o imposible. El poseedor de esta sabiduría es un hombre mayor que vive en una cabaña frente al mar. Tras una breve conversación, el sabio emplaza al discípulo a la mañana siguiente temprano y le pide que se vista con su traje de baño. El joven se extraña, pero, sin dudarlo, se presenta al amanecer y sigue al maestro mar adentro. Cuando ya casi no tocan pie, el hombre toma la cabeza del discípulo y lo hunde en el agua, manteniéndolo así hasta que el joven patalea desesperado. Al soltarlo, el discípulo, espantado, le pregunta:

–¿Pero pretendías ahogarme? ¿Qué tendrá que ver esto con la sabiduría y el éxito?

A lo que el maestro responde:

Hasta que no desees eso que tanto ambicionas como si fuera el aire para respirar, como cuando estabas ahí abajo, no estarás preparado para lograrlo.

Buenas costumbres para «fertilizar» nuestra fortuna

  • La vitamina «T»: Los brujos que invocaban la lluvia podían estar largo tiempo danzando hasta lograr su cometido. En el ensayo Los hábitos secretos de los genios, Craig Wright destaca la capacidad de trabajo como ingrediente clave. Prueba de ello era Pablo Picasso, que estando en la cumbre de su carrera seguía pintando durante más de diez horas al día.
  • Relajación creativa: Los mejores rainmakers se toman descansos antes de regresar a su actividad. Cuando nos sintamos sobrecargados, lo mejor es darnos un respiro. Wright habla en su libro sobre Grant Wood, el pintor de gótico estadounidense, que afirmaba: «Todas las ideas realmente buenas que he tenido se me han ocurrido mientras ordeñaba una vaca».
  • Proyectar, visualizar, hacer: Decía Jules Verne que «cualquier cosa que un ser humano pueda imaginar, otro lo hará realidad». Todo empieza en el cine tridimensional de la mente. Antes de «hacer llover», debemos visualizar el tipo de lluvia que esperamos, y qué sucederá con el terreno de nuestra vida. No hay que esperar que otro lo realice.
  • Enfocar y concretar: Cuanto más definamos el resultado que deseamos, mayor será la posibilidad de que la «lluvia» se materialice. Si lo que aguardas en tu vida, por ejemplo, es una pareja, para encontrarla te será muy útil concretar qué esperas de ella: ¿de qué le gusta hablar?, ¿cuál es el principal rasgo de su carácter?, ¿qué prioridades vitales tiene?