Cuando hablamos de mostaza enseguida pensamos en la salsa de mostaza, un indispensable condimento de la cocina internacional. Esta salsa se obtiene de diferentes plantas, las mostazas, a las que además se atribuyen muchas aplicaciones medicinales, en especial para aliviar el dolor reumático y muscular.
Planta de la mostaza
Con el nombre de mostaza se conocen diversas especies afines de la familia de las crucíferas, utilizadas todas ellas para la elaboración del famoso condimento de cocina. Son la mostaza blanca (Sinapis alba), la mostaza negra (Sinapis nigra) o la mostaza china (Brassica juncea), entre otras.
Las mostazas son plantas robustas, de hasta 1 metro de alto, con las hojas grandes, de color verde azulado y tono rugoso, en algunos casos partidas en segmentos irregulares, y flores amarillas, grandes, reunidas en inflorescencias terminales. Los frutos son unas cápsulas alargadas y picudas, llamadas silícuas, que se abren de forma longitudinal y que contienen en su interior numerosas semillas.
Son estas semillas de la mostaza la parte utilizada, tanto en cocina como en medicina natural.
Su lugar de origen varía según la planta: Europa oriental para la mostaza negra o Asia occidental para la mostaza blanca, por ejemplo, pero algunas de estas especies se encuentran de forma espontánea en toda Europa y se cultivan a gran escala para su aprovechamiento industrial.
Los principales productores de grano de mostaza son Ucrania, Rusia, Canadá, Estados Unidos, China y Etiopía.
Propiedades de la mostaza
La mostaza se destina básicamente a condimento de cocina. Su uso medicinal es mucho menor que en épocas pasadas y se basa en prácticas tradicionales, que en algunos casos se están intentando recuperar.
Las semillas de mostaza son ricas en ácidos grasos poliinsaturados como el oleico, linoleico, linolénico y erúcico. Contienen también abundantes mucílagos, aceite esencial con compuestos azufrados como la sinigrina (en la mostaza negra) o el glicosinolato (en la mostaza blanca), glicósidos como la sinalbina en la mostaza blanca, sales minerales, vitaminas C y B3.
Se le atribuyen propiedades analgésicas, antiinflamatorias, antirreumáticas, antimigrañosas, aperitivas, revulsivas, rubefacientes, antibióticas, antioxidantes y antifúngicas.
Para qué sirve la mostaza como remedio natural
El uso medicinal de la mostaza se basa, principalmente, en usos tradicionales, que se siguen fomentando desde herbolarios con arraigo y en tratamientos de la medicina china.
Mostaza para el dolor
La harina de mostaza se aplica en forma de cataplasma caliente para combatir el dolor intenso o prolongado en artritis, artrosis, ataques de gota, neuralgias, ciáticas y lesiones deportivas. El calor de la masa de harina atrae la sangre al punto donde se localiza el dolor y tiende a disminuirlo, como un revulsivo.
Se indica también para aliviar el dolor muscular, el provocado por contracturas y esguinces, tendinitis, bursitis, el dolor de espalda y de cervicales.
Se ha usado tradicionalmente para combatir cefaleas, incluida la migraña, en forma de friegas sobre la frente o en baños relajantes.
Los remedios con mostaza, por vía externa, se recomiendan en muchos herbolarios para aliviar algunos síntomas de la menopausia y del periodo menstrual, como la fatiga, el dolor en la baja espalda o el dolor de cabeza.
Mostaza para la circulación sanguínea
La mostaza, en forma de baños de asiento y pediluvios, se ha usado tradicionalmente para estimular la circulación sanguínea en pies y piernas, para combatir la sensación de pesadez y fatiga, así como la hinchazón de piernas.
Mostaza para el resfriado
Los cataplasmas de harinas de mostaza y lino se empleaban de forma tradicional para aliviar resfriados agudos, episodios gripales, bronquitis, neumonías leves y ataques asmáticos, aplicados calientes sobre el pecho.
Mostaza como antifúngico
Los baños y enjuagues con mostaza se han usado en remedios tradicionales y de herbolario para combatir las infecciones por hongos en los pies y otras partes del cuerpo, como el pie de atleta o tiña en los dedos de los pies, la onicomicosis o infección de hongos en las uñas de los pies o de las manos, la candidiasis bucal y otras infecciones fúngicas.
Cómo se utiliza la mostaza con fines terapéuticos
La mostaza se aplica básicamente por vía tópica en forma de:
- Harina de mostaza en cataplasmas (sinapismo) para afecciones respiratorias. Las cataplasmas de harina de mostaza se emplean también para aliviar el dolor articular y muscular.
- Baños y pediluvios con saquitos de harina de mostaza en la bañera para combatir infecciones por hongos, para el dolor muscular y neurálgico.
- Pediluvios y masaje con harina de mostaza para combatir la jaqueca.
- Aceite esencial de mostaza, mezclado con aceite de almendras, para aplicar en forma de friegas o masaje en caso de cefaleas, tensión muscular, dolor reumático, lesiones deportivas, etc.
- Aceite de semillas de mostazas, obtenido por presión en frío, para aplicar por vía externa contra el dolor muscular y reumático o sobre lesiones deportivas o profesionales.
Más raramente se usa la mostaza por vía oral, en forma de:
- Infusión de semillas, en combinación con otras plantas, como diurético y laxante, en tal caso combinada con plantas mucilaginosas, aunque no se suele usar.
- Infusión de las hojas jóvenes como diurético, depurativo y laxante.
Harina de mostaza
La harina de mostaza se obtiene moliendo y tamizando un buen puñado de semillas de mostaza negra o blanca –incluso mezcladas con semillas de mostazas orientales- hasta obtener una pasta fina y uniforme, que se puede utilizar para fines gastronómicos y también medicinales, en forma de cataplasmas, baños y pediluvios.
Según el tipo de mostaza, la harina adquiere un tono más claro, oscuro, negruzco, amarillento o pardo.
La mostaza en medicina tradicional china
Las semillas de mostaza china y otras similares se utilizan en la medicina tradicional china en una técnica conocida como auriculoterapia o auriculopuntura, un tipo de acupuntura que se centra en la oreja, estimulando determinados puntos reflejos del pabellón auricular para tratar algunas afecciones físicas y emocionales frecuentes, desde urticarias, reumatismos, dolores neurálgicos y de espalda, dolores crónicos o repetidos, a ansiedad o depresión postparto, entre otras.
La mostaza en la cocina
La mostaza la encontramos formando parte de una gran variedad de salsas para condimentar platos diversos. Tienen un sabor que va de muy picante a más dulce, según el tipo de semilla o combinación de semillas utilizado.
Se conocen muchas variedades de mostazas, con gran arraigo en determinadas cocinas nacionales como la francesa o la alemana. Hablamos de la mostaza de Dijon, la mostaza de Burdeos, la de Orleans, la mostaza bávara usada para condimentar las salchichas, la mostaza inglesa o Colman’s, mezclada con cúrcuma, la mostaza aromatizada con especias diversas, etc.
La salsa de mostaza se emplea para aderezar ensaladas, verduras, pastas, guisos y pasteles veganos de verduras, etc.
Contraindicaciones de la mostaza
Las semillas de mostaza, tomadas por vía oral, pueden provocar irritación gástrica, gastritis, gastroenteritis e incluso náuseas, mareos y vómitos.
Las semillas y el aceite esencial deben ser evitados de forma tajante en el embarazo y el periodo de lactancia. Se les atribuye un cierto potencial abortivo, especialmente a dosis altas. No se deben administrar a niños menores de 12 años.
Por vía tópica, nunca se deben aplicar los remedios con mostaza directamente sobre la piel, sino envueltos en cataplasmas o en telas finas o saquitos de tela, o bien en forma de baños o pediluvios. Pueden darse casos de irritación en la piel, pues muestra una clara acción rubefaciente y revulsiva.
No deben aplicarse sobre partes sensibles del cuerpo como los ojos, los labios, genitales, orejas o pezones. Para la candidiasis labial, aplicarlo con prudencia y mezclado con aceite vegetal.
La aplicación de cataplasmas calientes no deben ser prolongadas para evitar la eventual aparición de ampollas o vesículas en la piel.
La toma de remedios con mostaza por vía interna puede presentar algunas interacciones indeseadas con algunos medicamentos, como ocurre en la diabetes. Consulta con tu médico de confianza.
Las semillas de mostaza, por su contenido en glucosinolato, se encuentra entre los alimentos bociógenos, es decir que pueden favorecer el crecimiento de bocio en la tiroides. Para evitar tal afectación es preciso tomarlas cocinadas o procesadas, pues el calor destruye su efecto nocivo.
Por Jordi Cebrián, experto en fitoterapia