Durante prácticamente todo el año podemos disfrutar de las berenjenas. Eso sí, las mejores las encontraremos de octubre a abril, aunque a veces, se amplía un poco más la temporada y también se pueden encontrar buenos ejemplares en septiembre y mayo. Durante estos meses, la berenjena se muestra en todo su esplendor, su piel está tersa y brillante, y su carne suave y esponjosa.
Es el momento ideal para preparar las mil y una recetas que se pueden hacer con esta deliciosa hortaliza. Rellenas, en acordeón, con bechamel, como base para pizzas, para guarnición... el recetario no te lo acabas.
Sin embargo, una de las formas más habituales de prepararlas es también una de las más sencillas: rebozadas y fritas. Se trata de una receta fácil y rápida, que encaja de maravilla para una cena entre amigos. Desafortunadamente, esta deliciosa preparación gastronómica, tiene una pega nutricional: el exceso de grasas saturadas que aporta tras su paso por la sartén.
El inconveniente
El rebozado de las berenjenas es lo que más nos gusta, pero también es el motivo por el que no se puede abusar de este plato, ya que absorben más aceite del deseado, aportando a nuestra dieta una cantidad de grasas perjudiciales para la salud.
Partiendo de este inconveniente, y con el ánimo de resolverlo para no tener que renunciar a las berenjenas rebozadas, a continuación te mostramos tres formas para que las berenjenas absorban menos aceite y, de este modo, conseguir que sean más saludables.
Trucos para que sean más saludables
En primer lugar, una forma para que las berenjenas absorban menos aceite es hornearlas unos minutos antes a baja temperatura. La textura y la consistencia del alimento no cambiará, pero sí conseguiremos nuestro objetivo, unas berenjenas con menos aceite.
Otra opción es espolvorear un poco de sal sobre las berenjenas en rodajas y dejarlas reposar una media hora. De esta manera, sueltan el agua de la pulpa gracias a la sal, y después el rebozado absorberá menos aceite.
Por último, el tercer truco sería bañar las berenjenas en huevo o cerveza antes de freírlas. Con esto conseguimos crear una capa protectora que evitará que cojan demasiado aceite.
el pigmento antioxidante
La cualidad más destacable de las berenjenas es su poder antiinflamatorio y antioxidante. Dos propiedades que se atribuyen directamente a su contenido en antocianinas, un pigmento que se puede encontrar en frutas y verduras, como las ciruelas, las uvas o los arándanos.
Aunque no contiene muchas vitaminas, posee sustancias que estimulan el funcionamiento del hígado y la vesícula biliar. Además, favorece la eliminación de líquidos, reduce los niveles de colesterol en sangre, ayuda a controlar la hipertensión y es buena para el correcto funcionamiento del sistema nervioso.
Según la Fundación Española de Nutrición su valor energético y nutritivo es pequeño comparado con el de otras verduras y hortalizas, siendo su componente mayoritario el agua.
Los fitonutrientes que contiene pueden ser beneficiosos para el sistema cognitivo y la salud mental. Estos ayudan a aumentar el flujo de sangre al cerebro, estimulando la memoria y la capacidad de análisis.
Por otro lado, por su contenido en fibra y su bajo contenido calórico es ideal para una dieta de adelgazamiento, ya que es un alimento muy saciante, al mismo tiempo que no aporta muchas calorías, solo 25 calorías cada 100 g. Eso sí, recuerda que hablamos de la berenjena en crudo, ya que si la pasamos por la sartén, el número de calorías inevitablemente se incrementará.
composición nutricional de la berenjena
A continuación incluimos los datos de los principales nutrientes de la berenjena cada 100 g:
- Proteínas: 1,2 g
- Hidratos de carbono: 4,4 g
- Grasas: 0,2 g
- Agua: 93 g
- Fibra alimentaria: 3 g
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