La serie Adolescencia, de Netflix, deja en evidencia que algo estamos haciendo mal como sociedad. Son muchos los asuntos que la producción saca a la luz, tanto que lleva desde su estreno, hace ya algunas semanas, generando un debate intenso. La “manosfera”, los “incel”, las redes sociales, el sistema educativo, la misoginia y el machismo son solo algunos de los muchos temas que atraviesa la serie.
Las reacciones han sido múltiples. Hay quienes no se imaginaban lo que sucedía más allá del inicio de Instagram, hay quienes llevaban años advirtiéndonos de ello. Pero de las muchas voces que resuenan, una lo hace intentando sacar una moraleja de este cuento de terror. Es la de Rocío Ramos, psicóloga y experta en adolescentes, que nos invita a reflexionar sobre la moraleja y la lección que no se nos puede escapar de esta serie.
Estamos fallando
“Estamos fallando como adultos”, comienza Rocío en una de sus intervenciones en Atrévete Dial, en la que habla del fenómeno de la serie Adolescencia. Según la experta, estamos fallando porque los adolescentes “no encuentran el adulto de referencia”.
Si todavía nos has visto la serie, te ponemos en contexto. En la pantalla seguimos a Jamie, un niño de trece años que ha asesinado a una compañera de clase a puñaladas. La serie no intenta entender qué ha pasado, sino por qué. Los hechos están claros, solo faltan explicaciones.
En este contexto, nos encontramos con diferentes adolescentes que buscan pertenecer, formar parte del grupo. “Su autoestima depende de esto”, nos explica Ramos, y Jamie acaba cayendo “en un grupo donde se retroalimenta esta idea que da como respuesta la violencia”. Esta es la terrorífica antesala que lleva a un niño aparentemente normal a cometer el peor de los delitos.
Espacios para la conversación
La pregunta que a todos nos asaltan, seamos padres, tíos, abuelos, primos o profesores, es, ¿cómo podemos evitar que nuestros hijos se metan en este tipo de redes sociales? Esta es la misma pregunta que Ramos lanza en el programa, porque, aunque lo ideal sería que no existiesen estos espacios de violencia, como suele decir, “uno tiene que educar con lo que tiene. Nos gustaría que fuera de otra manera, pero es lo que hay”.
El primer paso de la solución es, por tanto, tomar conciencia. “Como sabemos que se están enfrentando a esa realidad”, expone la psicóloga, “demos herramientas suficientes para que puedan discutir y opinar a cerca de la realidad en la que están viviendo”.
Según la experta, esta es, precisamente, la clave. Dialogar, conversar y crear espacios para comunicarnos con los más jóvenes, “no para fiscalizarle, sino para contarle lo que yo opino de las cosas que están ocurriendo.” Y es que, añade, “sí bien es verdad que existe control parental”, a partir de los 14 le parece una medida insuficiente.
“Tenemos que hablar mucho con nuestros adolescentes”, asegura, y lanza su deseo para que quienes la escuchan lo reciban al vuelo: “Me gustaría que la serie fuera un punto de inflexión para que los padres entendiéramos que la comunicación con 13 años es muy importante”.
Estos espacios de comunicación siempre han sido relevantes, así lleva años señalándolo la psicología. Sin embargo, hoy cumplen una doble función. No solo dotan de autoestima a los adolescentes que se sienten escuchados y seguros, sino que además nos permite protegerlos de estas influencias externas. Así lo explica Ramos, que asegura que “si solo tienen la información que tienen de redes sociales, entienden que es verdad, y no hay forma de discutir lo que están escuchando”.
Su conclusión es clara: “si yo en mi casa soy capaz de hablar de sexo, porno, feminismo, de política, de todo lo que mueve el mundo adulto, le estoy dando un discurso distinto”.
Un discurso diferente
Este discurso es clave porque arma a los más jóvenes de dos poderosas armas. La primera es activar el proceso de reflexión, de pensamiento. Al cuestionar nosotros lo que vemos y escuchamos, les enseñamos a ellos a cuestionarse lo que ven y escuchan. Los invitamos a desarrollar el pensamiento crítico.
En segundo lugar, dice la experta, este discurso permitirá al adolescente discutir en el grupo. “Porque el grupo discute” asegura, “y muchas veces lo que no tienen a estas edades son las herramientas necesarias para poner encima de la mesa otro punto de vista distinto”.
En este otro punto de vista, en estos discursos diferente está la clave de todo. Porque es este otro punto de vista el que “le aleja de la solución agresiva como única solución”, nos cuenta la psicóloga. “O punto de vista distinto como para poder cuestionar aquello que está leyendo en redes sociales”, añade.
Todos somos responsables
“Todos, y esto lo deja muy claro la serie, somos responsables de la educación: las redes sociales, por supuesto el colegio, por supuesto los padres”, concluye la psicóloga. Y es que en esto podemos estar todos de acuerdo. En Adolescencia no hay espacio para echar balones fuera. Es evidente que estamos fallando, y lo estamos haciendo todos.
Por suerte, estamos a tiempo de corregirlo. Pero para ello, debemos hacer caso a lo que nos dicen los expertos como Ramos, que nos recuerda que “en cualquier ambiente en el que esté, el niño se está educando”. Precisamente por eso es importante que “tengamos peso los adultos”, porque en esta situación es más urgente que nunca que nos convirtamos en adultos de referencia. “Y eso, únicamente se puede hacer si yo le doy argumentos. Y para eso, necesito un espacio en el que pueda hablar con él”, concluye la experta dejándonos con una poderosa reflexión sobre la que tenemos mucho que pensar.
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