Es importante aclarar que no todos los zarpazos que dan los gatos se deben a un comportamiento agresivo que deba preocuparnos. Todos los compañeros de gatos sufren rasguños accidentales mientras juegan.

Hay varias razones que pueden explicar un comportamiento anormalmente violento que se produce inadvertidamente. Si el animal está constantemente en "modo de ataque" contra personas u otros animales, es necesario descubrir la causa y tomar medidas para cambiar su conducta. 

Posibles causas para la agresividad en un gato

  • Factores físicos: el gato podría estar enfermo o sentir dolor.
  • Miedo: el animal percibe a una persona o situación como amenazante. 
  • Causas psicológicas: las experiencias traumáticas pueden haber afectado al gato. A menudo se observa en gatos que han sido atacados por otros gatos.
  • Problemas de socialización: los gatos insuficientemente socializados o entrenados de manera inadecuada pueden activar sus instintos salvajes.

Asustar, jugar, acariciar: pueden mostrar las garras sin malicia

Una variante inofensiva de la agresividad es la “agresión redireccionada”, que no es más que un reflejo, no un ataque intencional.

Cuando un gato se asusta, su instinto de defensa se dispara contra el objetivo más cercano. Este tipo de agresión no debería preocuparte demasiado.

En otros casos, cuando los gatos juegan de forma intensa, pueden olvidar que están interactuando con humanos y no con otro gato. Si el gato intenta “capturar” tu mano con las garras y los mordiscos, esto no implica que sea agresivo, sino que no está acostumbrado a jugar con personas.

También puede resultar irritante cuando un gato que parecía disfrutar de las caricias ataca de repente. Aunque esto puede parecer inesperado, generalmente es debido a un fallo en la comunicación: cuando un gato se cansa de ser acariciado, suele dar señales a través de su lenguaje corporal; si se ignoran estas señales y se continúa acariciándolo, puede producirse una reacción defensiva.

La causa puede ser una enfermedad

Si tu gato, generalmente cariñoso, de repente se vuelve agresivo sin razón aparente, observa su comportamiento con atención. Un cambio repentino de actitud podría indicar alguna enfermedad. 

Por ejemplo, si el gato bufa y se rasca cuando lo tocas, es posible que esté experimentando dolor debido a una lesión o a una condición médica subyacente.

Diversas enfermedades, como trastornos metabólicos, artrosis o epilepsia, pueden afectar los nervios del gato y provocar reacciones inusuales al tacto. Si se descartan otras causas, tu cuidado del gato es óptimo y el comportamiento persiste, es aconsejable llevarlo al veterinario para un control médico.

Miedo o estrés: dos razones para mostrar las garras

Lamentablemente, las visitas al veterinario son una fuente de ansiedad para muchos gatos. El estrés del transporte y los olores desconocidos pueden hacer que reaccione de forma agresiva. En estas situaciones, es comprensible que un gato se defienda con dientes y garras. Por suerte, el personal veterinario está capacitado para lidiar con estos casos y, en situaciones extremas, pueden utilizar sedantes para calmar al animal.

Los gatos que han tenido malas experiencias con personas o animales también pueden reaccionar de forma amenazante si sienten que no tienen forma de escapar. Si la agresividad de tu gato es persistente y las estrategias para calmarlo no funcionan, consultar a un profesional del comportamiento puede ser útil para determinar si tiene un problema de salud mental.

¿Existen razas de gatos particularmente agresivas?

La tendencia a ser agresivo depende más del carácter individual que de la raza. Sin embargo, algunas razas, como el gato Savannah y el Bengalí, tienen un umbral de agresividad ligeramente más bajo, debido a su herencia de gatos salvajes.

¿Cómo calmar a un gato agresivo?

En ningún caso funciona agredir o increpar al gato. Una respuesta así por parte de la persona solo empeorá la situación.

Cuando el gato se disponga a atacar, mostrando la cola en alto, las orejas hacia atrás y el pelaje erizado, sigue estos pasos:

  • Aléjate lentamente sin hacer movimientos bruscos.
  • Evita el contacto visual directo, pero no pierdas de vista al gato. Esto puede evitar que el animal se sienta amenazado.
  • Mantén una distancia y, si es posible, sal de la habitación y cierra la puerta.
  • Dale tiempo para relajarse.
  • Más tarde, intenta atraerlo con una golosina o su juguete favorito. Si no responde o te gruñe, dale más tiempo.

Dependiendo de la personalidad del gato, puede tomar tiempo para que vuelva a confiar en ti, pero tu paciencia será agradecida.